jueves, 21 de mayo de 2015

Por Diego Olivera Evia: El intervencionismo de EEUU en Sudamérica en la mitad del siglo XX

Los golpes de estado y los asesinatos de la CIA crean violencia Latinoamérica
La realidad en América Latina esta signada, por los efectos geopolíticos de la presencia de EEUU en la región, luego de 200 años de la Independencia de España, a finales del siglo XIX, la política de los Estados Unidos, sustituyo a España e Inglaterra, como la potencia hegemónica en varias naciones de Latinoamérica y el Caribe, la certeza del Libertador Simón Bolívar, como la del ideólogo de la independencia, José Martí, advertían los efectos negativos de esta nación, al manifestar que “yo viví en el monstruo y conocí sus entrañas”.
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Luego de consolidar y derrotar al sur rebelde, y al ejército confederado, se consolido la nación Yanqui, como lo nombraron los estados del sur. Para de esa manera crear su nuevo plan de conquistas, quitándole a México el 60% de su territorio, con guerras y motivos creados por el Departamento de Estado, de la misma manera los planteamientos expansionistas, de los presidente James Monroe en su visión “América para los Americanos”, pensando en la dominación, de todo el continente y Theodore Roosevelt, bajo su gobierno aplico su prédica “del gran garrote”, para invadir con marines a Centroamérica, creando gobiernos títeres en ese istmo.
Muchos se preguntaran porque esta introducción tan dedicada a EEUU, porque el tema de la violencia en América Latina, ha tenido como sello factores externos desestabilizadores, porque hoy hablar de sicariato (asesinato por encargo), como las acciones de los carteles de la droga, son fenómenos casi ausentes en la primera mitad del Siglo XX, la realidad de esta región, sintió el peso de una nueva geopolítica, concebida en el término acuñado “por el patio trasero”, para que los Estados Unidos, pudieran manipular los destinos de nuestras naciones.
El intervencionismo de EEUU en Sudamérica en la mitad del siglo XX
La presencia activa de EEUU a través del fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Interamericano de desarrollo (BID), fueron la punta de lanza, para controlar las economías de Sudamérica, las cuales luego de la Segunda Guerra Mundial, sintieron los efecto de una baja en la producción agrícola, ganadera, en el cobre, el salitre, la minería, el carbón, esta baja de exportaciones, vinculadas al proteccionismo de Europa y Estados Unidos. Obligo a las naciones sudamericanas, a lograr compromisos con el FMI y BID, bajo empréstitos con altas tasas, como las políticas de ajustes macroeconómicos, generando recortes a nivel social, salud, alimentación, educación, creando de esta manera respuesta políticas y armadas de en países del Cono Sur, ante una crisis intolerable para la sociedad en su conjunto.
La lucha de los sindicatos, los educadores y los estudiantes marcaron la rebeldía, ante la profunda crisis, es en este marco de ajustes y oposición del pueblo, la repuesta fue los golpes de estado y la muerte selectiva, como los plantea el código de la Central de Inteligencia Americana (CIA). Estas acciones punitivas desataron la muerte de miles de ciudadanos, de Chile, Argentina, Brasil, Bolivia, Uruguay, como las desapariciones forzosas, en el acuerdo entre EEUU y los militares del Plan Cóndor, con sus escuadrones de la muerte, que llegaron a EEUU para matar al socialista Orlando Letelier, o el general nacionalista Juan José Torrez de Bolivia, y el general Carlos Prat asesinado en Buenos Aires, por estos mismos grupos paramilitares. Sería interminable citar a ciudadanos torturados, a niños secuestrados por militares, para criarlos como sus hijos, un ejemplo de inmoralidad y crueldad, luego de matar a su padre, lo que muestra una vez más la inmoralidad del capitalismo, que mata y destruye para ampliar sus ganancias.
Golpes de estado y los asesinatos de la CIA crearon violencia en Latinoamérica
Nos parece importante citar el manual, de operaciones contrainsurgentes de la CIA, revelado por Wikileaks. Donde cita que CIA aprueba que gobiernos civiles o militares que enfrentan conflictos armados con grupos insurgentes recurran frecuentemente a operaciones de ataque a objetivos de alto valor, descritas como acciones para “remover” o neutralizar a sus cabezas para degradar la eficacia del grupo.
El criterio de la Agencia para la definición de quien es un HVT (un objetivo atacable) es flexible: varía de acuerdo a “factores” que enumera: fuerza del grupo, estructura, dinámicas de liderazgo y alcance del resultado deseado por el gobierno. Se advierte que entre los “efectos contraproducentes” de una acción de este tipo está el de romper ciertas “reglas del juego” establecidas entre los rebeldes y el gobierno, lo que lleva a una escalada del conflicto que no siempre está en el interés del gobierno.
Pero en el caso que los golpes causen daños mayores a los que el grupo insurgente sea capaz de absorber, ya sea por su incapacidad de reponer sus liderazgos o por los golpes infligidos a sus líneas de financiamiento o logística, puede conseguirse un mayor debilitamiento de su capacidad de acción.
Las “mejores prácticas”
En una revisión de operativos de ataque contra objetivos de alto nivel hechos por la CIA se demuestra –sostiene el documento—que estos “pueden tener un papel importante como parte de una estrategia contrainsurgente de mayor alcance. Estos suelen arrojar mejores resultados cuando los gobiernos analizan previamente sus posibles efectos y factores que lo puedan impactar y simultáneamente aplican otros instrumentos contrainsurgentes de carácter militar y no militar.”
Entre los efectos positivos de estos ataques enumera la erosión de la capacidad insurgente, debilitamiento de su voluntad, reducción de su base de apoyo, división o fragmentación del grupo, forzar que el grupo modifique sus estrategias de modo que beneficie al gobierno y levantar la moral del gobierno y generar apoyo.
Entre los efectos negativos cita: “puede generar mayor apoyo al grupo insurgente, lo cual podría obligar al gobierno a distraerse de otros aspectos de su estrategia; puede hacer que las estrategias insurgentes se modifiquen, que refuercen sus bases de apoyo y simpatía de la población, conducir a una mayor radicalización a los líderes sobrevivientes, generar condiciones para la adhesión de liderazgos más radicales y escalar o des escalar el conflicto de modo que favorezca la insurgencia”.
Estas son algunas de las “buenas prácticas” que recomienda la CIA
-Definir el impacto deseado sobre la trayectoria del grupo insurgente, considerando que en algunos casos pueden generarse efectos indeseados.
-Definir la decisión del ataque en base de un sólido conocimiento de los mecanismos internos del grupo y sus debilidades específicas, información que se puede obtener mediante los interrogatorios a sus desertores.
-Incorporar la operación de ataque a una estrategia integral, que permita capitalizar el resultado de la operación o compensar algunos de los efectos producidos.
-Proteger a los actores más moderados. Los ataques contra los líderes más violentos y extremistas pueden resultar en un acuerdo político. En muchos grupos insurgentes hay divisiones internas entre sus dirigentes más militaristas y los más políticos.
-Aprovechamiento de las contradicciones internas. Exacerbar o explotar las fisuras en los liderazgos puede funcionar de manera tan efectiva como el dirigir un ataque militar contra uno de sus liderazgos.
Esta selección de reglas para tratar de desarticular a movimientos insurgentes, han sido aplicados en América Latina, pero también se aplican a dirigentes populares, sindicales, líderes progresistas asesinados, como Salvador Allende, Jacobo Arbenz, Guatemala, el líder Eliecer Gaitán Colombia, las decenas de intentos contra Fidel Castro, el asesinatos del senador uruguayo Zelmar Michelini, entre otros tantos dirigentes asesinados o desaparecidos.
Esta realidad en parte de las políticas de EEUU, que usa la CIA, la USAID, las Embajadas, como punta de lanza, para controlar a las naciones de América Latina y el Caribe, para adquirir sus recursos, aplicarles los TLC, sin considerar que la crisis de Estados Unidos y Europa, con los ajustes del FMI, La Troika y el Banco Mundial (BM), han llevado a los peores ajustes de la historia, y la crisis más grave de la historia contemporánea a Europa.
diegojolivera@gmail.com

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