lunes, 14 de marzo de 2016

En Coche se cosecha con “sentimiento patriota y campesino”

El cafe de _Cheche_ Fotos Miguel Moya 11_03_2016 (27)
Tomate, maíz, yuca, ocumo, cambur, aguacate, cilantro, romero, limón, caña de azúcar, guama, níspero, mango, mamón, guanábana, mandarina, naranja, caraota, lechosa, cacao, auyama y café son parte de lo que en “la tierra buena” que cuida este hombre se cosecha.
“Más que todo, lo que se recolecta es para mi comunidad, para mí y mi familia. También la utilizo para mantenerme (a través de la venta), aunque la mayoría de las veces lo que hago es regalar lo que consigo”, precisó.
Precisamente esa personalidad afable y desprendida le ha hecho ser querido y respetado por los vecinos del populoso sector que sin requerir de invitación se acercan a conversar con Cheché sobre la ardua labor que desempeña día con día y a escuchar atentos su reflexión acerca de impulsar estas actividades en las zonas urbanas de la capital.
 “Cultivando en la casa se ahorra pasaje, se contribuye a la economía y se consume un producto natural”, comentó al tiempo que aseguró que cualquier persona puede tener en su residencia un espacio para sembrar sólo “necesita tener interés para cultivar”.
“La agricultura es mi vida”
La pasión por este legendario arte nació con él. Su padre, un campesino, pescador, cazador y agricultor de San Juan de la Gordona en el estado Sucre, le inculcó desde pequeño el espíritu de trabajo y amor por la tierra.
“Yo he estado en esto prácticamente toda mi vida. Esta es la vida que me gusta”, enfatizó mientras tocaba con la mano los pequeños frutos que colgaban de la planta de café.
El cafe de _Cheche_ Fotos Miguel Moya 11_03_2016 (31)
Tanto ha sido el compromiso y la capacidad de inventiva de Cheché Muñoz que ni la dura situación económica de los años anteriores ni la actual coyuntura que hoy golpea a la nación ha mermado su trabajo.
Ante el alto costo de las herramientas y porqué no decirlo de las semillas, optó por apelar a su ingenio: las semillas las obtiene de su propia cosecha y los utensilios los fabrica a partir de piezas que encuentra en su propia casa.
“Siempre he sido muy independiente y he conseguido mis metas por mí mismo”
“La sequía nos afecta”
Aunque satisfactoria no todo en esta historia ha sido “miel sobre hojuelas”. Hace unos meses un incendio voraz, provocado tal vez por la intensidad del sol o por alguna persona malintencionada de las que aún hoy existen, le arrebató gran parte de la cosecha que tenía sembrada en la parte inferior del terreno.
Con nostalgia contó  que las llamas alcanzaron más de medio metro de altura, situación lógica si se toma en cuenta que el espacio que rodea el terreno está cubierto por hojas y arbustos secos, por lo que perdió las plantaciones de café y níspero que allí tenía sembradas.
“La candela me quitó todo, casi hasta el ánimo porque prácticamente me dejó sin nada (…) Pude recuperar algunas matas y esas son las que tengo aquí”, detalló.
Aunado a ello, no dudó en señalar que la fuerte sequía que azota al país producto del fenómeno climatológico El Niño ha ocasionado la pérdida de algunas cosechas por la falta de agua, líquido vital para que la siembra tenga frutos.
El terreno, por su extensión, requiere de un sistema de riego especial para conservar la siembra, es por ello, que solicita ayuda gubernamental para la compra de tanques que harían más fácil está labor.
“Éste terreno necesita unos seis tanques de agua para mantener la cosecha porque aquí pega un sol terrible (…) Las matas son como el cuerpo: si no tiene líquido vital ni comida no sobrevive”, apuntó.
En este sentido, indicó que es “muy importante” el proceso de riego se realice todos los días “en las mañanas y a punto de las cuatro de la tarde” para mantener a un óptimo nivel las plantas que allí florezcan.
Igualmente, aseguró que con la ayuda de un préstamo de las instituciones públicas podría habilitarse un corral para la cría de gallinas ponedoras y de engorde para ampliar así los horizontes de su producción y beneficiar a más personas dentro de la comunidad.
Karelis González/Fotos Miguel Moya/ Hoy Venezuela

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