La primera vez que leí
Las
Venas Abiertas de América Latina, del
extraordinario periodista y
escritor uruguayo Eduardo Galeano, fue un sacudón en la mente
y en el alma. Descubrí
una historia que no aparecía retratadaen los libros ni en los
cuentosoficiales.
Los opresores de nuestra América se habían encargado de borrar
de nuestra
conciencia las luchas heroicas de los pueblos, los saqueos y
los crímenes
cometidos por las clases dominantes. Recuerdo que la lectura
apasionada de este
libro me dejó una sensación de frustración, de impotencia.
Deindignación,
diríamos ahora. Cómo había sido posible que nos jodieran y
dominaran de la
manera más descarada por tantos siglos.
Aún conservo mi primer
ejemplar.Lo atesoro y cuido muy bien en mi biblioteca. Está en
excelentes
condiciones porque al comprarlo lo forréenplástico, que era la
forma que
teníamos para ocultar nuestras lecturas “ñangarosas” de los
agentes represores
Adeco-Copeyanos de los años 80 y 90. Por increíble que parezca
eran lecturas casi
clandestinas, pero necesarias para el debate de ideas contra
el sistema
neoliberal. La primera edición del libro salió en 1971, la mía
es la Trigésima
Tercera, del año 1982;pero ya van más de 76 ediciones. Esto
evidencia lo
extraordinario de su contenido y su dramática vigencia.Explica
además odios
nada gratuitos, como su prohibición durante las dictaduras
fascistas de
Uruguay, Argentina y Chile.
Galeano inicia el
texto de la manera más cruda y contundente: “La
división internacional del trabajo consiste en que unos
países
seespecializan en ganar y otros en perder”. Desde el
propio descubrimiento
de América hemos sufrido la maldición de la dominación,
primero por parte de
los imperios coloniales (España, Portugal, Inglaterra, Francia
y Holanda), y
luego por el “Destino Manifiesto”de
Estados Unidos. La relación de dominación
se ha basado en la vergonzosa expoliación de las materias
primas y riquezas
existentes en nuestro continente y en la inmisericorde
explotación del hombre, seaindígena,
africano, campesino u obrero. Galeano señala en el texto que
nuestra América
Latina “Continúa existiendo al servicio
de las necesidadesajenas, como fuente y reserva del petróleo
y el hierro, el
cobre, la carne, las frutas y el café, las materias primas y
los alimentos
condestino a los países ricos que ganan, consumiéndolos,
mucho más delo que
América Latina gana produciéndolos”. Absolutamente todas
las riquezas sobre
nuestra tierra o debajo de ella,sonapetecibles para la
voracidad capitalista. En
este sentido,señala que “El modo de
producción y la estructura de clases decada lugar han sido
sucesivamente
determinados, desde fuera, por suincorporación al engranaje
universal del
capitalismo”. Entramos en desigualdad de condiciones
ybajo subordinación al
sistema capitalista mundial, por eso hemos reproducido, por
casi 500 años, el
intercambio de nuestras riquezas por “espejitos” y baratijas.
Galeano subtituló la
primera parte del texto como “La
pobreza del hombre como resultado de la
riqueza de la tierra”. Allí señaló detalladamente
las atrocidades y circunstanciasque
caracterizaron al despojo colonial. A partir del “descubrimiento”
de América, las riquezas naturales desatan la mayor
voracidad y saña en la historia de la humanidad. Fueron siglos
de saqueo sistemático
de nuestros recursos, empezando por la plata y el oro, el
cacao, azúcar, café,
para luego saltarsobre nuestro petróleo, hierro, aluminio y
demás riquezas
naturales. Galeano cita una frase de Colón que es emblemática
para caracterizar
la lógica del saqueo colonial: “del oro
se hacetesoro, y con él quien lo tiene hace cuanto quiere en
el mundo y llega a
que echa las ánimas al Paraíso”.Para ejecutar sus
planes, los imperios
coloniales recurrieron al feroz dominio militar y religioso,
subyugando y
convirtiendo en esclavos a la población indígena local, sin
embargo, como
señala Galeano “la población de las islas
del Caribe dejó de pagar tributos,porque desapareció: los
indígenas fueron
completamente exterminadosen los lavaderos de oro”. Esto
explica la
frenética cacería y tráfico de esclavos desde África hasta
América. El engranaje
comercial colonial requería de mano de obra más barata y
“resistente” para hacer
más eficientes sus actividades de saqueo y despojo.
Toda esta riqueza
saqueada permitió financiar y dar oxígeno financiero a todas
las monarquías
europeas. Para entender la magnitud del saqueo, Galeano señala
que con esta
riqueza mal habida,“en tres siglos España
recibió suficiente metal de Potosí como para tender un
puente de plata desde la
cumbre del cerro hasta la puerta del palacio real al otro
lado del océano”.
Pero además, el despilfarro era tal que “Los
capitales no se acumulaban, sino que se derrochaban. Se
practicaba el viejo
dicho: Padre mercader, hijo caballero, nieto pordiosero”.
Los beneficios del
saqueo alimentaron no solo al Reino de España sino que
enriquecieron a
ingleses, franceses y holandeses por igual, permitiendo su
desarrollo económico
e “hizoposible la aparición de una nueva
etapa histórica en la evolución económicamundial,los
burgueses se apoderaban de
lasciudades y fundaban bancos, producían e intercambiaban
mercancías,conquistaban mercados nuevos”.
De esta época de
riqueza y explotación colonial también provienen las mayores
muestras de
exclusión y desigualdad social sobre indígenas, campesinos y
trabajadores.
Galeano señala que “Desterrados en su
propia tierra, condenados al éxodo eterno, losindígenas de
América Latina
fueron empujados hacia las zonas máspobres, las montañas
áridas o el fondo de
los desiertos, a medida quese extendía la frontera de la
civilización dominante”.
Es la opresión sistemática hacia el campesino, el cual
históricamente trabajó
la tierra sin poseerla, por eso “De la
plantación colonial, subordinada a las necesidades
extranjeras y financiadas,
en muchos casos, desde el extranjero, proviene en línea
recta el latifundio de
nuestros días”.
La riqueza de
nuestros suelos también permitió la explotación intensiva de
rubros como el azúcar,
algodón, caucho, café, plátanos, que llenaban los platos y los
bolsillos de las
cortes europeas. En el caso de nuestro Cacao, señala Galeano
que“Venezuela se identificó con el cacao, planta
originaria de América,durante largo tiempo. «Los venezolanos
habíamos sido
hechos paravender cacao y distribuir, en nuestro suelo, las
baratijas del
exterior»”.
Todas las luchas de
liberación o resistencia iniciadas para confrontar las
distintas formas de
dominación, terminaron siempre aplastadas o traicionadas por
las oligarquías
locales o el poderoso imperio norteamericano.Sobre los líderes
de las luchas
por la liberación de los pueblos, caía todo el peso del odio y
la violencia de
las oligarquías y delasbotas yanquis. Bajo traiciones,
componendas y
magnicidios cayeron grandes líderes de nuestra América como
Augusto César Sandino,Emiliano
Zapata y Salvador Allende.
Galeano señala que el
siglo XX fue el de la consolidación del imperio
norteamericano, ávido de poner
las manos sobre las materias primas de nuestro continente,
todo para alimentar su
maquinaria industrial y de guerra. Petróleo, cobre, cinc,
aluminio, estaño,
hierro, han sido materias primas esenciales para el
mantenimiento y
subsistencia del capitalismo norteamericano. Apropiarse de
ellos, por cualquier
medio (por las buenas o por los golpes) “determina
una identificación también creciente de los intereses delos
capitalistas
norteamericanos en América Latina, con la seguridadnacional
de los Estados
Unidos”. Esto que señaló Galeano en 1971 es una receta
que pretende
aplicarnos Estados Unidos, en pleno siglo XXI, con sus
inmorales decretos
ejecutivos.
En el tema del petróleo, Galeano le dedica a
Venezuela un análisis
detallado sobre la maldición del oro negro y su efecto en
nuestrafuerte transculturización
y alienación. Con crudeza señala “Éste es
uno de los países más ricos del planeta y, también,uno de
los más pobres y uno
de los más violentos”; “…que prefiere el consumo a
lacreación y que multiplica
las necesidades artificiales para ocultar lasreales. Caracas
ama los productos
sintéticos y los alimentos enlatados;no camina nunca, sólo
se moviliza en
automóvil, y ha envenenadocon los gases de los motores el
limpio aire del
valle; a Caracas lecuesta dormir, porque no puede apagar la
ansiedad de ganar,
y comprar,consumir y gastar, apoderarse de todo”.Este es
un crudo relato de
la idiosincrasia criolla y su voracidad consumidora.
En la segunda parte de Las Venas
Abiertas de América Latina, el
desarrollo es un viaje con más náufragos que navegantes,
Galeano seconcentra
en identificar los mecanismos de dominación, tanto económicos
como financieros,
que las grandes potencias ylas corporaciones han aplicado
sobre todos los
países del continente para expoliarla en sus riquezas
naturales y en sus
capacidades industriales.
Galeano encuentra que
“En el momento de la emancipación, las
colonias españolas se volvieron una especie de colonias
inglesas, que había
proporcionado diez empréstitos a las colonias españolas
liberadas, que ahora
quedaban bajo poder de los bancos”.De allí que se va
desarrollando un
peculiar y nefasto mecanismo de deformación del Capital,
mediante el cual “El comercio libre implicaba un
frenético
aumento de las importaciones, sobre todo de las
importacionesde lujo y, para
que una minoría pudiera vivir a la moda, los gobiernos
contraían empréstitos
que a su vez generaban la necesidadde nuevos empréstitos:
los países
hipotecaban de antemano su destino, enajenaban la libertad
económica y la
soberanía política al servicio de la deuda externa”.
Por si esto fuera poco,
Estados Unidos se aplicará a fondo en imponer su lógica
neoliberal, vendiendo
nuevos espejitos mediante la “doctrina
del libre cambio, el comerciolibre y la libre competencia,
pero para el consumo
ajeno”. De su manose crearán las instancias más
perversas necesarias para
la dominación y subyugación de los pueblos: “El
Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial nacerán
juntos para
negar,a los países subdesarrollados, el derecho de proteger
sus
industriasnacionales, y para desalentar en ellos la acción
del Estado”.
Otro análisis
interesante se encuentra enla
estructura contemporánea del despojo,
allí Galeano señala que “El capital
imperialista captura los mercados por dentro, haciendosuyos
los sectores claves
de la industria local: conquista oconstruye las fortalezas
decisivas, desde las
cuales domina al resto”.Como parte del engranaje que
permite y facilita el
control sobre los medios de producción ysobre los actores
políticos, Galeano es
lapidario al señalar que “Nuestros
burguesesson, hoy día, comisionistas o funcionarios de las
corporaciones
extranjerastodopoderosas. En honor a la verdad, nunca habían
hechoméritos para
merecer otro destino”.
Galeano también
menciona el tema de la fuga de capitales y divisas, y señala
que “Al llevarse muchos más dólares de los que
traen, las empresas contribuyena agudizar la crónica hambre
de divisas de la
región; los países«beneficiados» se descapitalizan en vez de
capitalizarse”.
Remata señalando que “Las corporaciones
multinacionales utilizan directamenteal Estado para
acumular, multiplicar y
concentrar capitales, profundizarla revolución tecnológica,
militarizar la
economía y, mediantediversos mecanismos, asegurar el éxito
de la
norteamericanizacióndel mundo capitalista”.
Todas y cada una de
las palabras escritas en este libro por Galeanoa principios de
los años 70, estánmás
que vigentes. Algunas han vuelto como un “déjàvu”.
Su
investigación y relatos exponen las lógicas de dominación y la
explotación que
han sufrido inclementemente nuestros pueblos. Nos saquearon.
Exterminaron
pueblos enteros, ejecutando un genocidio a gran escala. Sin
embargo a la fecha nadie
ha pedido perdóno ha hecho un mea culpa por ello. La
prepotencia e impunidad del
Reino de Españase mantiene incólume hasta nuestros días, muy a
pesar de haber
cometido el mayor genocidio y saqueo en la historia de la
humanidad.
Para no olvidar el
mundo en que vivimos, Galeano nos recuerda que “El
sistema ha multiplicado el hambre y el miedo; la riqueza
continuóconcentrándose y la pobreza difundiéndose”.
Cosas del Capitalismo
Salvaje.
Richard Canan
Sociólogo
@richardcanan
--
Coordinación de Comunicaciones
COMANDO DE CAMPAÑA DE LA PATRIA HUGO CHÁVEZ