Alberto Rojas Andrade/Resumen Latinoamericano/Rebelión, 18 de mayo de 2015 -
Un estamento cercano a la cúspide del gobierno de Colombia ha
manifestado la existencia de ‘temores’ de que luego del posible Acuerdo
de Paz con el grupo insurgente FARC, pueda producirse el surgimiento o
repotenciación de un genérico crimen organizado en la forma de ‘bandas’ y
este “aproveche la debilidad del estado”, tomando ventaja de que “ha
ganado experiencia y conocimiento en todas las formas de violencia”,
quedando planteado un futuro para aquella nación en el cual estos grupos
delincuenciales, “pueden ser semilla de la próxima guerra”, con la
reconvención abstracta, por parte de aquella casta de poder, de que ello
sucederá “si no se hacen bien las cosas”[1]. Es particularmente
alarmante que ya se anuncie con detalles la posibilidad de una nueva
guerra, sin haber concluido la anterior.
En el mismo sentido otro implicado directo en las negociaciones del
gobierno de Bogotá y las FARC, el ‘Alto Comisionado’ para la Paz en la
Habana Sergio Jaramillo, tajantemente profetisa que “Colombia entrará en
una etapa de transición en la que será necesario contrarrestar la
incidencia de las bandas criminales (Bacrim)[2]”. El mismísimo jefe de
estado Juan Manuel Santos ha estipulado con vehemencia respecto a estas:
“Quiero dejar algo muy en claro, estas organizaciones no tienen sino un
camino, someterse a la justicia, porque los que buscan algún tipo de
tratamiento diferente no lo van a encontrar. Se someten a la justicia o
terminarán en una cárcel o en una tumba”[3]. En otras palabras, se hace
una expresa declaratoria de otra guerra a un enemigo ya designado.
Un conspicuo representante de la contrainsurgencia cipaya colombiana,
también negociador en la Habana, al respecto manifiesta a manera de
admonición, que hacia el futuro “el peligro es que otros quieren ocupar
el espacio de las Farc[4]”; es decir, la ´posible criminalización de
algunos elementos de las FARC que no se acojan al proceso de paz, a
manera de factor que hará parte notoria de un futuro paisaje delictual
colombiano, a través por ejemplo de carteles y fantasmagóricas alianzas
con traficantes ilegales mejicanos[5]. Dando pié a la posición de las
FF.AA. de que en dichas condiciones el porvenir de la fuerza pública “no
será un tema de discusión al interior de esa Mesa de Negociación[6]”.
Estos enunciados acerca de las poco definidas Bacrim, acompañados de
aquello de lo intocable de modelo militar en Colombia (pentagonal), son
ya una de doctrina oficial estatal en las negociaciones de paz, mirando a
lo que equívocamente se ha denominado “pos conflicto”.
¿Colombia aún luego del posible pacto de paz gobierno-Farc y después
del previsible gobierno-Ejército de Liberación Nacional (ELN), estará
abocada a continuar navegando en un mar de violencia cambiando algunos
actores políticos?
Analogías en América Latina
En El Salvador luego de una guerra civil (1980-1991) con unos setenta
y cinco mil muertos y desaparecidos, la sorprendente aparición de las
pandillas denominadas Maras, ha sido el fenómeno dominante de su
sociedad en el siglo XXI. Estas Maras provenientes de California,
arriban deportadas trasladando sus estructuras de funcionamiento,
creciendo justamente en los gobiernos del derechista y proestadounidense
partido ARENA (el de Roberto D’Aubuisson instigador de los escuadrones
de la muerte en la guerra civil), hasta constituir poderes que logran
paralizar el país mediante la directa intimidación, como es lo sucedido
en septiembre de 2010[7]; produciendo con ello una nueva militarización
de la sociedad salvadoreña en procura de su castigo. En esta situación
la tasa de homicidios se eleva considerablemente con ocasión de
interminables vendettas entre las diversas pandillas, son frecuentes los
asesinatos de destacados miembros de la comunidad, se presenta
desplazamiento forzado de sectores de la población en medio de un clima
de amenazas, apreciándose también el crecimiento de las actividades de
traficantes de sustancias ilegalizadas. En estas circunstancias el
miembro de la mara se ha constituido en la personificación del enemigo
de la sociedad. Las maras adquieren tal entidad que en múltiples
ocasiones establecen diálogos para pactar treguas, desarmes e
integración en proyectos laborales con el gobierno incluso con mediación
de la OEA[8]. El ambiente de miedo colectivo es permanente, a la par de
darse la constante intervención a todo nivel de EE.UU. en El Salvador,
bajo el pretexto de la Lucha Contra el Narcotráfico” y demás plagas.
En el caso de Guatemala azotada por décadas de una inclemente guerra
contrainsurgente de tipo genocida (1962-1996), ocasionante de unas
doscientos mil muertes entre ejecutados y desaparecidos (por la cual el
presidente Bill Clinton en 1999 lamentó la injerencia de su país en
Guatemala desde por lo menos 1954), luego de la subscripción del acuerdo
de paz de 1994, el ‘pos conflicto’ ha dejado hasta 2010 unos sesenta y
cuatro mil homicidios[9]. Al presente los actos delincuenciales comunes
son los generadores principales de la violencia colocando contra la
pared a la sufrida sociedad guatemalteca, junto con el infaltable
tráfico de psicoactivos ilegales y sus secuelas. Subyace la continuidad
de una real ‘cultura del terror’, forjada por el pasado remoto de la
agresión colonial y su prolongación en la doctrina paranoica
anticomunista, sentidos esta vez en un terror selectivo de origen
estatal, del cual emergen personificaciones negativas a temer como la
del omnipresente ‘delincuente peligroso’, cuyos actos criminales tienen
relación con el estado de pobreza y la latente situación de una cada vez
menos soslayada procuración en los medios de comunicación de las
llamadas deshumanizadamente ‘limpiezas sociales’[10]. Tampoco Guatemala
ha podido disfrutar de un ambiente de tranquilidad y bienestar luego del
fin de su guerra civil; como en El Salvador el crimen, el miedo y la
corrupción imperan. Así mismo, Washington allí proyecta su sombra.
Esto es perfectamente concurrente con las formas políticas y
económicas impuestas en la región centroamericana, de extracción de
materias primas y trabajo, en detrimento de la población. Toda
Centroamérica ha sido envuelta por una telaraña de Tratados de Libre
Comercio (TLC) con EE.UU. y sus aliados del centro capitalista.
Difusas Bandas en Colombia
Las denominadas tecnocráticamente Bacrim (acrónimo de bandas
criminales), se han constituido en organizaciones omnipresentes,
todopoderosas, con estrategias de actuación enmarañadas y no obstante
coordinadas, a la vez, con inmensa capacidad de corrupción en
instituciones ya sea del poder central, fuerza pública y demás
funcionarios estatales locales, en casi exacta coincidencia con los
territorios directamente ocupados por paramilitares ya conocidos,
produciendo impunemente masacres, homicidios selectivos (por ejemplo de
defensores de DD.HH.), extorciones, desplazamientos forzados y muchos
otros delitos.
Los nombres de estos destacamentos son bastante distintivos: ‘Los
Urabeños’, ‘Rastrojos’, ‘Gaitanistas’, ‘Nueva Generación’, ‘Clan Úsuga’,
‘Águilas Negras’, ‘Oficina de Envigado’, ‘Renacer’, ‘Machos’, ‘La
Empresa’, etc., poseyendo filológicamente más una reminiscencia a
comandancia policial, que a espontánea jerga del bajo mundo. Es
resaltado el grupo delincuencial Bacrim llamado ‘Los Urabeños’ como la
principal organización de traficantes ilegales, conformado por antiguos
paramilitares (derecha) no insertados, ex miembros del ya desmovilizado
Ejército Popular de Liberación (izquierda), más nuevos ‘reclutas’ de
bandas criminales[11], en una curiosísima mixtura, nunca bien estudiada.
Las Bacrim con su peculiar naturaleza difusa también son sujetos a
perseguir en el ‘comercio ilegal de oro’, en directo perjuicio de
empobrecidos mineros artesanales que han extraído el metal por
generaciones como único sustento, quienes chocan con grandes intereses
de compañías extraccionistas foráneas; una razón más para ser
perseguidos estos mineros artesanales asimilados trapaceramente a Bacrim
con todo el ‘peso de la ley’.
Fuentes de la Realidad Bacrim
De manera abrumadora las informaciones sobre estos grupos proceden,
como lo reconocen las mismas investigaciones académicas, de fuentes
oficiales o medios de comunicación[12], estos últimos en Colombia, no
sobra recalcar, también de orígenes oficiales en prácticamente todos los
casos. Apenas enunciamos el control absoluto de prensa, TV y radio por
parte de grupos económicos respaldando la integridad de las decisiones
de fondo del gobierno y las de sus mentores externos. Lo permite la
intensiva práctica de Operaciones Psicológicas en Colombia con base en
la mencionada colusión, acondicionando la aceptación de esta “realidad”
en la sociedad. Espacios de noticias en Colombia y su pertinaz
información sobre delitos sensacionalista y desconectada de las
circunstancias sociales, propagando exclusivamente sesgadas versiones
gubernamentales, en contravía de cualquier ética periodística, son
directa prueba de ello.
Bacrim Multinacionales
De las Bacrim se relata una explícita ‘presencia internacional de su
brazo armado’, justamente en las repúblicas díscolas al dominio de
EE.UU. de Venezuela y Ecuador; los nombres de guerra de estos bandidos
en el exterior son idénticos de los que operan en Colombia: ‘Rastrojos’,
‘Urabeños’, ‘Águilas Negras’ (nombre relacionado con la
contrainsurgencia paraestatal en todo el mundo), ‘Oficina de Envigado’,
etc. Llegan hasta México y Perú en materia de tráfico, producción y
distribución de estupefacientes; es decir, estas formidables bandas se
encargan de todo el intrincado proceso clandestino.
Las Bacrim poseen múltiples contactos en el extranjero y de
conformidad a esas extrañas referencias de medios y agencias oficiales
interesadas, constituyen verdaderas franquicias, en Perú y Bolivia y
hasta acreditan ‘oficinas de cobro’ en España con la infaltable
“posibilidad” de expandirse a toda Europa (¡Uff!). También en esa maraña
de presunciones de difícil comprobación, se habla de que en Santa Cruz
de la Sierra en Bolivia (otro país revoltoso del cual la DEA fue
expulsada) se han establecido criminales (como no) colombianos, y de
allí estos van a Brasil o a Argentina, para a su vez enviar psicoactivos
ilegales a Europa[13]. Debemos recordar que en el presente las
situaciones políticas internacionales de estas naciones mencionadas las
han distanciado de los dictados del gobierno de Washington,
autoproclamada suprema autoridad en materia de psicoactivos
ilegalizados, a pesar de ser EE.UU., precisamente el principal centro de
consumo mundial y de elucubrar decenas de planes infructuosos de
control de estas sustancias, o al menos eso se nos dice todos los días.
Cuando se llega a los destinos de los psicoactivos ilegales
controlados absolutamente por estas empresas delictivas presentes y
futuras etiquetadas Bacrim, el asunto ya toma ribetes de industria a
gran escala, como la de cualquier producto de exportación digamos café o
bananos. Se habla de rutas centroamericanas ‘a través’ de Panamá,
Honduras, Guatemala, México, en el Caribe República Dominicana, Bahamas,
Puerto Rico; territorios de una u otra forma bajo el control del
gobierno de EE.UU. y sus ampulosas agencias secretas. Pero si no es por
estas vías, las Bacrim no tienen problemas si llegan con sus ‘productos’
desde Colombia, Brasil, o Venezuela a Europa pasando por Namibia,
Sudáfrica y Zimbawe, Guinea Ecuatorial, Sierra Leona, Malí, Cabo Verde,
Guinea-Bissau, y Mauritania[14]. (¡Vaya portentos multinacionales!) Aquí
debemos entonces preguntarnos, ¿Dónde quedan las sofisticadas
actuaciones de toda esa parafernalia de espionaje y represión dirigida
por EE.UU. y sus aliados? ¿De qué sirve esa pléyade de agencias como la
NSA, la DIA, el FBI, la Agencia de Control de Alcohol, Tabaco y Armas
(ATF), la impúdicamente sospechosa DEA (la de las fiestas pagadas por
traficantes ilegales a quienes debía perseguir en Colombia) y qué decir
de la abominable CIA, todas actuando con plena jurisdicción en Colombia
con la aquiescencia del complaciente gobierno de Bogotá? ¿Y todos esos
cuerpos militarizados colombianos encargados de “perseguir” el delito,
multiplicados por tres en personas asignadas a la tarea y presupuesto en
la última década? ¿Cuál es la real misión de todos ellos si los delitos
que supuestamente persiguen no disminuyen siquiera?
Bacrim y Destacamentos Paramilitares Híbridos
Con todo y despliegue de logística militar (en Colombia la policía
está fuertemente militarizada), del aparato judicial, aunque ampliamente
conocido en su corrupción, incluso relacionándose con el
paramilitarismo (ver la prensa colombiana hablando de miembros de los
altos tribunales de justicia), y al menos teóricamente, poderosas
agencias del primer mundo operando a sus anchas, los grupos
delincuenciales Bacrim deberían mimetizarse en la sociedad para obtener
fluidos beneficios económicos y sustraerse a la justicia. No obstante,
ocurre lo inverso, llegando a ordenar ‘paros armados’ y en varias
ciudades de Antioquia y la costa Caribe y se desdoblan en contingentes
de paramilitares cazando campesinos reclamantes de la restitución de sus
tierras usurpadas con violencia justamente por paramilitares (un
derecho reconocido expresamente por ley), con extremo terror provocan
desplazamientos de población, cuestiones bastante extrañas para
organizaciones semi-intangibles dedicadas al tráfico de psicoactivos y
variados delitos muy rentables, cuya discreción debería ser fundamental
para tal acumulación ilegal.
Es bien sabido como dentro de la contrainsurgencia es dable el
reclutar a la parte más pérfida de los cuerpos armados oficiales y la
hez de la delincuencia. Así a las Bacrim se les endilga, y esto es muy
revelador, el colaborar con el ejército en los homicidios
eufemísticamente denominados “falsos positivos”; a la sazón, la llamada
‘Oficina de Envigado” ayudó con este tipo de asesinatos en Manizales y
Pereira en beneficio de dádivas a militares del Batallón Mártires de
Puerres[15], ‘premios’ auspiciados por el ministerio de defensa en
cabeza de Camilo Ospina durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.
Amnistia Internacional afirma sin ambages: “El paramilitarismo sigue
vigente aunque con otras estructuras y otros nombres que antes”[16]. Es
evidente que las genéricas Bacrim son una fachada construida prolongando
dicha presencia.
Es constatable que las Bacrim ejecutan prácticas híbridas entre la
contrainsurgencia y la delincuencia como los paramilitares
tradicionales, en teoría desmovilizados en 2006 bajo el mandato
presidencial de quien se acusa en Colombia de ser su protector, Álvaro
Uribe Vélez.
Por tanto la naturaleza de estas bandas criminales inasibles,
omnipresentes, autoregenerables, como si fuesen la versión política en
el siglo XXI del Espíritu Santo, las induce a ser al menos
complementarias con la real implantación de aviesos planes militares en
Colombia, pues justo en estos años de vigencia del Plan Colombia y demás
sucedáneos ejecutados por los gobiernos de extrema derecha, las Bacrim
han crecido sin obstáculo alguno en personas y territorios, precisamente
los cabalmente copados por cuerpos militares con directo apoyo
pentagonal[17].
Constante Incoherencia
Las siempre cuestionables estadísticas oficiales colombianas son
abundantes en actuaciones de las autoridades destinadas formalmente a
interrumpir específicamente este complejo circuito ilegal con una
parafernalia burocrática e incesantes acciones contra estos
delincuentes[18]. El mismo jefe de estado Juan Manuel Santos, ha lanzado
al respecto una antinomia: “Este año 2015 hemos reducido las acciones
del crimen organizado en un 50 %, casi 30 jefes o cabecillas han sido
capturados y más de 420 de sus integrantes han sido capturados[19]”. Sin
embargo, como ya ha sido resaltado aquí, a la vez el mismo empecinado
primer mandatario persiste en ubicar al ‘crimen organizado’ como una
prioridad en el pos conflicto: “las acciones contra el crimen organizado
son ahora una prioridad para el Gobierno con miras al
posconflicto[20]”. Si las Bacrim han sido reducidas verdaderamente de
tal manera ¿por qué debe enfocarse el ostentoso aparato represivo
colombiano en ellas? Si van siendo diezmadas paulatinamente, como da a
entender el Presidente, ¿qué motiva esa obsesiva prioridad futura?
Es patente el doble discurso del gobierno; de una parte se está
desarticulando con el aparato gubernamental a estos gaseosos y
ambivalentes grupos Bacrim y de otra, estos son incontrolables pues se
declara que el enclenque estado colombiano en cuanto a funciones
sociales y a la vez ostensiblemente hipertrofiado en lo que respecta a
las armas, no podría confrontar a dichas pandillas derechistas mescladas
con guerrilleros izquierdistas no desmovilizados, etc., una vez
ocurriera la firma del acuerdo final en la Habana[21]. Como si en
Colombia actuaran en un espacio absolutamente vacío, cuando lo
ostensible es un aparataje policiaco-militar-tecnológico vigilando por
doquier el país.
Dichas descomunales capacidades autónomas de asesinato, control,
mimetismo, infiltración y corrupción, llegando a los ultra vigilados
centros urbanos, repartiéndose zonas enteras del país con millones de
habitantes en su interior, son más cercanas a un argumento
cinematográfico, que a las reales actividades de uno o unos cuerpos
delincuenciales en la periferia capitalista tropical de un país cliente
de un imperio en el siglo XXI; al menos de acuerdo a como son descritos
por quienes explican sus procederes.
Ininteligibles Estudios sobre las Bacrim
Tecnocráticamente hablando estos grupos han sido definidos como
“estructuras delincuenciales nacionalmente desarticuladas, con un alto
poder corruptor, intimidador y armado que han combinado la producción y
comercialización de drogas con la afectación violenta de los derechos y
las libertades de los ciudadanos en las zonas rurales y en la periferia
de algunos centros urbanos del país”[22]. Así las Bacrim serían grupos
autónomos localmente con proyección internacional, lo cual es
contradictorio pues su accionar en el exterior anunciado por doquier en
el carácter de traficantes de psicoactivos ilegales, requiere conexiones
y demostraciones de influencia y coordinación, lo cual los haría mucho
menos incorpóreos y nacionales de lo que son anunciados. La capacidad de
corrupción proclamada se halla en contravía de la naturaleza de un ente
‘desconectado’, pues aquella implica en el mundo actual redes
sofisticadas de influencia y protección. En cuanto a que estén armados
es diciente este hecho al ocurrir en zonas especialmente vigiladas por
el estado y por tanto, de alguna forma, ser toleradas por el mismo en la
consecuencial intimidación de los habitantes; es un misterio supra
terrenal como las Bacrim se proveen de dicha panoplia. La producción y
comercialización de sustancias ilegales las hace continuidad del
circuito ya establecido con la tradicional advertencia de que de
variadas maneras existen “a pesar” de las autoridades nacionales e
imperiales.
También sorprende que estudios de ONGs y demás omitan principios de
investigación antiguos como el Quid Prodest: el cual busca establecer
quien posee la capacidad material para realizar hechos tan complejos
como cadenas nacionales e internacionales de delitos, junto con su
ocultamiento y la oportunidad, si es del caso, de endosarlos a las
Bacrim; y el Quid Bonus: quien resulta beneficiado con las múltiples
acciones de esas bandas, en circunstancias de manifiesta intención de
proseguir el control social existente a nivel geopolítico, por parte de
la potencia del continente.
Otra investigación con el fundamento de costumbre, declara que en
varios departamentos, las Bacrim están realizando acciones (sin
especificar cuáles), con el fin de prepararse para asumir el negocio de
sustancias ilegales (multipretexto), en los territorios controlados por
las FARC, luego del eventual acuerdo de paz con el gobierno colombiano,
sin que se exprese la razón por la cual no ocurre una apropiada
actuación en estas regiones de la fuerza pública para impedir tan
evidente insuceso[23], planteamiento que debería ser obvio en un
documento contextualizado y crítico.
Se da por sentado algo a la vez absolutamente sin explorar: “la
capacidad de reproducción que tienen las bandas criminales, así como la
efectividad de sus mecanismos de reclutamiento.[24]” Se evita auscultar
las circunstancias de la población en una sociedad con índices de
miseria como pocos del continente , con desplazamiento forzado y la
concurrente ‘inoperancia’ del estado para impedir tales casos.
Como muestra de la vida interna de estas vaporosas bandas son
exhibidos organigramas de imposible comprobación, con idealizadas
estructuras que inducen a pensar en raíces policiaco-militares,
conteniendo la ‘mácula’ adicional de basarse en la mayoría de las veces
en las permanentemente interesadas fuentes oficiales[25]; se reafirma en
estos estudios por lo menos una acientífica proclividad a la verdad
dominante, cuando en el fondo es perceptible en el tema una compleja
concepción político-militar ejecutándose y a la vez por realizar control
social, ya practicada en otros lugares.
Corrupción
Relacionado con las Bacrim existe otro enunciado categórico expresado
por el denominado pomposamente ‘ministro del Postconflicto’, el general
en retiro de la policía militarizada Óscar Naranjo; en este caso el
empotrado opinador afirma que “la corrupción es el peor enemigo de la
construcción de la paz”, para rematar “que para evitarlo es necesario
fortalecer las instituciones y generar mayor participación
ciudadana”[26]. De su parte, John F. Kelly jefe militar del Comando Sur
de EE.UU. (agente de la represión y destrucción de Iraq), también estima
a la corrupción en Colombia como un problema a ‘combatir’[27], con lo
cual el tema adquiere características de malicioso libreto oficial del
poder dominante para la región.
La putrefacción al interior del mismo estado generada por estas
Bacrim, no es distinta de la que se presenta en zonas donde justamente
existe ‘dominio’ de destacamentos paramilitares, participando
autoridades locales a su vez en el funcionamiento de aquellas
bandas[28]. Contextualizando este punto hacemos nuestras las palabras de
Pilar Calveiro: “ la corrupción no puede entenderse como una
disfuncionalidad sino que es inherente al modelo… se vincula con la
proliferación de la criminalidad y las mafias, perfectamente funcionales
y articuladas a la globalización del mercado ya que lo expande a áreas
prohibidas, como el tráfico de drogas, de personas, órganos…[29]” Desde
tiempo atrás se advierte como la “corrupción es piedra angular de la
dominación”[30]. Y por lo tanto eficaz al esquema general de manejo de
masas en el capitalismo contemporáneo.
En la práctica la corrupción en Colombia es una notable
“institución”; allí los políticos y en general los funcionarios venales
de alto rango quedan por fuera de la posibilidad de ser objeto de cierta
justicia. Alguno in extremis caerá a manera de chivo expiatorio, nunca
quienes son fieles a poderes internos y externos, pues lo contrario
generaría una desbandada, en el sentido más literal de la expresión. El
fenómeno hace parte de otros procesos de control poblacional con
orígenes políticos, económicos, culturales etc., por fuera del país,
donde la podredumbre estructural del sistema guarda relación también con
el arsenal de excusas de reforzamiento de la ‘seguridad’ a nivel
mundial.
Control Poblacional Violento de las Bacrim
El control violento de las Bacrim sobre la población ha sido
perpetrado intensamente por años. Al presente sus atrocidades selectivas
pero brutales y a la vez como hemos mencionado, se realizan en completa
equivalencia con los procederes y de manejo violento de la población de
los ‘tradicionales’ paramilitares y el estado.[31]
En el estratégico puerto de Buenaventura aquellas cometen masacres
con especial ferocidad siendo simple y llanamente paras: “Si bien el
gobierno nacional califica a los Urabeños, la Empresa y las AGC como
“bandas criminales emergentes” (Bacrim), varias fuentes vinculan
directamente a estos grupos con paramilitares, al menos en lo que
respecta a su origen[32]. Por ejemplo, la Unidad de Víctimas, la agencia
del gobierno que brinda asistencia a víctimas del conflicto armado y
personas desplazadas, indicó recientemente que los tres grupos en
Buenaventura son “estructuras armadas, emanadas del proceso de
desmovilización” y señaló que los Urabeños eran una “organización
aparentemente paramilitar”[33].
En estas circunstancias, es significativo que se han presentado
recientemente ‘acercamientos’ entre La Fiscalía General de la Nación
(órgano de facto al servicio del poder ejecutivo) y algunos de estos
grupos (Clan Úsuga) con el fin de ‘entregarse’ a la justicia, a pesar de
realizar crímenes de lesa humanidad y que esta posibilidad como tal no
existe en la actual legislación colombiana; coincidencialmente, se
tramita una ley en el congreso (conformado en buena parte por
parapolíticos), con el propósito de hacer posible la negociación[34]. No
es de extrañar que la OEA (es decir EE.UU.) aparezca mediando.
Bacrim como Tótum Revolútum Delictual
El tráfico ilegal de estupefacientes, usina generadora del crimen
organizado contemporáneo, se halla vinculado a la organización
capitalista global y en más de un sentido, ha sido perfectamente
funcional a esta[35]. La distribución de actividades, su
compartimentación y su especificidad dan a entender una jerárquica y
sincronizada telaraña criminal en las Bacrim-Traficantes ilegales,
funcional al Estado, el cual pretexta su actuación de fuerza en la
sociedad reprimiendo el pequeño tráfico ilegalizado, pero como es
notable, dejando cierta permanencia de impunidad selectiva de lo pesado
de grandes capos, al menos pro tempore; la continuidad de las diversas
Guerras Contra las Drogas de Richard Nixon y sucesores, siempre
inconclusas e inexplicadas lógicamente, empero utilísimas como argumento
de intervención de la Casa Blanca prolongándose ilimitadamente y las
turbias actividades Bacrim, es palmaria[36].
En general los esquemas el funcionamiento Bacrim implicarían los
delitos estimados como menores del criminal común, conectándose con
otros de mayor entidad mediante una cadena de acuerdos, compensaciones,
distribución de territorios, conducentes a los grandes grupos
delictuales, para así lograr una especie de simbiosis de fenómenos de
dispar impacto culminantes en los actos criminales más perturbantes,
como serían los cometidos por las redes de tráfico ilegal y otras
agrupaciones de delincuentes organizados[37]. Algo ya detectado como
forma de elaboración conceptual del enemigo a perseguir en un marco
político de dominación violenta en Centro América.
En el distorsionado panorama social colombiano, el gran capo
internacional del tráfico ilegal, el miembro de una banda de ladrones de
coches, los ‘macro y micro extorsionistas’ (crimen organizado), el
vendedor de artículos de marca pirateados, el ladronzuelo de objetos
personales, a la par del destacamento paramilitar, son unificados como
problema nacional digno de severo castigo y de aparado represivo
reforzado. A partir del concepto Bacrim con su estructura delictual de
tal ambigüedad, es factible la práctica de una especie de administración
del delito en lugares, tiempos, modalidades e intensidad, mediante la
cual se proyecta zozobra sectorizada y dosificada, como política de
control social del poder ejecutivo en la población. El revoltijo
criminal propicia la represión ilimitada y subrepticia.
Cultura del Miedo
El filósofo político Noam Chomsky ya en los años setenta expresaba:
“El terror no es una consecuencia fortuita sino que tiene una relación
funcional con el clima de inversión.[38]” El ambiente de inversión
extranjera debe mantenerse sin oposición, a través de un aparato de
control social violento en este caso patrocinado por el gobierno de los
EE.UU., formulador, proveedor y sostenedor de ‘modelos de seguridad’ en
Colombia, como lo ha sido en otras partes del mundo desde hace décadas;
se justifica dicha parafernalia bélica con el mantenimiento de un estado
generalizado de miedo en la población. De hecho para el sistema
político de la democracia neoliberal, el terror, ahora selectivo y
dosificado, debe prevalecer a efecto de garantizar el orden draconiano
que necesita la voraz acumulación capitalista neoliberal[39]. Los TLC
tienen mucho que ver con esta situación, pues a partir de ellos las
inversiones extranjeras son protegidas legalmente en detrimento del país
a saquear, y lo ilegal contrainsurgente actúa a fin de anular a través
de la brutalidad derechos fundamentales reconocidos. Colombia suscribió
en 2009 un leonino tratado de libre comercio con EE.UU.
Conclusiones
Se presentan analogías entre la guerra antiterrorista y la contra el
crimen: “Ambas son una construcción del poder global por cuanto este
crea las condiciones para el desarrollo de un fenómeno inicial que luego
reproduce y multiplica. Ambas son funcionales a las actuales formas de
organización, acumulación y concentración del neoliberalismo. En ambos
casos se construye desde una perspectiva bélica un problema de orden
social y político, lo que permite desplegar gran cantidad de violencia
tanto en el ámbito nacional como internacional[40]”.
Luego del desgaste de la figura del terrorista, con su brumosidad
intencionada, ostensiblemente se abre paso el nuevo enemigo, una vez
más, interno y confuso. Ese delincuente de pandilla, banda
paramilitar-delincuencia común, grupo menor, el tradicional traficante
ilegalizado, el corrupto burócrata cínico, o una etérea mixtura de
estos, el cual como en veces anteriores, puede ser cualquier miembro de
la población, con lo cual se cumple con el requisito del ‘enemigo
interior’ extendido y difuso de la aún vigente Doctrina de la Seguridad
Nacional (DSN)[41], de tristes antecedentes en el prototipo de enemigo
interno de la Alemania nazi[42].
Como una de las características de la denominada globalización existe
una conexión entre lo legal y lo ilegal, se hace borrosa la frontera
entre lo militar y lo policiaco, la reivindicación social y lo criminal,
la normalidad y el Estado de Sitio. Las Bacrim con su ambigüedad
delincuencia-contrainsurgencia en determinadas zonas o regiones, cumplen
a cabalidad dichos propósitos de una manera sutil, sin animosidad al
abuso estatal, la ostentación brutal de los años setenta y sin la
notoriedad de los paramilitares de la década final del siglo pasado y la
primera del presente. Resultan ideales en la administración estatal del
delito herramienta de control social.
En conjunción con lo relatado, es anunciado un aumento del consumo de
psicoactivos ilegalizados en Colombia[43]; bajo este dato y las
consabidas premisas persecutorias se continúa allí con la política
dramáticamente fracasada Guerra Contra las Drogas, la cual ha servido en
el terreno de los hechos en EE. UU. para perseguir a clases
desposeídas, minorías étnicas, etc., y en América Latina facilita
sangrientamente conjurar intentos de soberanía.
En el caso colombiano, la reorganización capitalista con acumulación
riqueza por desposesión violenta, implica políticamente hablando una
democracia formal dirigida por élites deshonestas con elecciones sin
alternativa real (México es también patético en este sentido) y
resultados preestablecidos a través de diversas manipulaciones y
despolitización generalizada[44]. Ello implica la funcionabilidad
política del estilo delincuencial Bacrim, en ‘democracias’ limitadas a
vacíos ritos electoreros, constatada también en Mesoamérica.
El genocidio y el ataque contra civiles del tipo paras-Bacrim ocurre
concienzudamente como resultado de una inhumana racionalidad de
eficiencia bélica, política, económica o biológica[45]; es lo sucedido
cruelmente en el presente en el caso de Buenaventura sobre el Pacífico,
perpetrado de acuerdo a los medios oficiales por las Bacrim en una
penumbra propagada por ellos mismos, desplazando población, en
concomitancia con la ejecución de planes políticos y económicos locales,
empero así mismo, geoestratégicos.
Es patente el carácter inocultablemente político de las Bacrim, es
decir su vocación, por llamarla de alguna manera, de ser funcionales a
la encubierta contención de acciones reivindicativas y de la defensa de
derechos y reclamación de libertades conculcadas. Consecuencialmente se
convierten en una especie de franquicia local-transnacional, operando en
estratégicas zonas rurales, en periferias o dentro de ciudades en
actividades semiclandestinas (como prostitución), en las cuales se
controla con violencia selectiva a la población estimada por el
capitalismo actual como sobrante en Colombia.
El criminólogo estadounidense Michael Tonry ha manifestado que en
Colombia “los planificadores de la guerra sabían exactamente lo que
estaban haciendo”[46], refiriéndose a la contrainsurgente de los
recientes tiempos; lastimosamente esto continúa pasando. De una guerra
se pasa concienzudamente a la siguiente.
Desde hace muchos años Colombia ha sido establecida como una parte de
Suramérica conformante de ese mare nostrum anunciado por uno de los
fundadores de la geopolítica estadounidense Nicholas J. Spickman[47], y
por ello es constante el interés de Washington en mantener el mando a
toda costa sobre este país (máxime la disidencia en la vecina
Venezuela), así como en casi toda Centroamérica también miembro del ‘mar
interior’ gringo. En Colombia con estos nuevos instrumentos tácticos
para la dominación, del tipo Bacrim, demás cuerpos contrainsurgentes
anteriores, y la ‘corrupción’, debidamente acondicionadas, la
continuidad del conflicto ya más que centenario entre EE.UU. y América
Latina, van tomando una remozada variante en el norte de Suramérica.
Allí el saldo, al menos por ahora, ha sido la muerte de entre
trescientas a cuatrocientas mil personas y la profundización de la
desposesión de las inmensas mayorías.
Notas:
[1] Tomado de la revista órgano semi-oficial del gobierno del
Presidente Juan Manuel Santos, Semana. Número 1711. Febrero 15 de 2015.
Pág. 66
[2] Sergio Jaramillo. Colprensa. Noviembre 23 de 2013.
http://www.elcolombiano.com/historico/posconflicto_sera_exitoso_si_se_combate_bacrim_sergio_jaramillo-DAEC_271174
[3] Juan Manuel Santos. Agencia EFE. Abril 23 de 2015.
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/el-unico-camino-de-bandas-criminales-someterse-justicia-articulo-556680
[4] Oscar Naranjo, en el Foro por la paz en Colombia de El País. Marzo 7 de 2015.
[5] Jeremy McDermott El futuro de las BACRIM y el posconflicto en
Colombia. Mayo 2 de
2014.http://es.insightcrime.org/noticias-del-dia/el-futuro-de-las-bacrim-y-el-posconflicto-en-colombia
[6] Naranjo. Ibídem.
[7] Evolución de las Pandillas en El Salvador desde 1945. El Faro.net
http://www.tiki-toki.com/timeline/entry/83661/Evolucin-de-las-pandillas-en-El-Salvador-desde-1945#vars!panel=777842!
[8] El Faro.net. Ibídem
[9] Proyectándose en los siguientes 36 años más de ciento sesenta y
cuatro mil. Carlos Figueroa Ibarra. Del Terror Militar a la Violencia
Neoliberal. Rebelión
[10] Figueroa Ibarra. Ibídem.
[11] McDermott. Ibídem.
[12] Carlos Andrés Prieto. Las Bracrim y el Crimen Organizado en Colombia. FES Seguridad. Policy Paper 47. Marzo de 2013. Pág. 3
[13] McDermott. Ibídem.
[14] Prieto. Pág. 7
[15] Falsos positivos. Piden investigar a dos generales del Ejército
por “falsos positivos” en el Eje Cafetero. El Espectador. Abril 6 de
2015.
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/piden-investigar-dos-generales-del-ejercito-falsos-posi-articulo-553400
[16] Marcelo Pollack, investigador en Colombia de Amnistía
Internacional en Thilo Schäfer. La Marea.
http://www.lamarea.com/2015/04/01/tememos-que-en-colombia-se-este-negociando-un-intercambio-de-impunidades/
[17] En 2006 las autoridades identificaban treinta y tres bandas en
ciento diez municipios del país con cuatro mil hombres, para 2012 se
reconocen cinco bandas criminales (Urabeños, Rastrojos, disidencias del
Erpac, Renacer y Machos) en de ciento noventa y doscientos municipios
con cerca de 4.800 hombres en sus filas. Prieto. Pág. 2
[18] Setenta fiscales, exaltando ‘importantes resultados’ de más de
seiscientas ‘operaciones especiales’; en un total de unas 1.800, con
unos ochenta ‘mandos medios’ capturados o ‘dados de baja’. Las capturas
hasta 2013 eran doce mil personas y la incautación de un cúmulo de
armas; nadie reporta cómo llegan al país sin problemas notables. Prieto.
Pág. 7. La verificación de estos datos es muy difícil.
[19] Santos Ibídem.
[20] Santos Ibídem.
[21] ¿Cual debe ser el Tratamiento del Estado Contra las Bacrim?
Foros Semana. Julio 23 de 2014.
http://www.forossemana.com/agenda/articulo/cual-debe-ser-el-tratamiento-del-estado-contra-las-bacrim/6424
[22] International Crisis Group. 2012. Citado por Prieto. Pág.
Ibídem, 17. Este escrito se toma como texto base en este ensayo para la
descripción del fenómeno Bacrim.
[23] Nariño, Putumayo (frontera con Ecuador) y Guajira (frontera con
Venezuela). Estudio de la Fundación Paz y Reconciliación. Caracol Radio.
Febrero 21 de 2014.
http://www.caracol.com.co/noticias/actualidad/bacrim-planean-tomar-territorios-de-las-farc-en-posconflicto-revela-estudio/20140221/nota/2093313.aspx
[24] Prieto. Pág. 9
[25] Así las describe Prieto. Pág. 4
[26] Corrupción es el peor enemigo en la construcción de paz: general (r) Naranjo. El Espectador. Abril 27 2015.
http://www.elespectador.com/noticias/paz/corrupcion-el-peor-enemigo-construccion-de-paz-general-articulo-557344
[27] General John Kelly. Contraingerencia. Mayo 4 de 2015.
http://www.contrainjerencia.com/?p=104506&utm_source=feedburner&utm_medium=email&utm_campaign=Feed%3A+contrainjerencia%2FjvtA+%28CONTRAINJERENCIA%29
[28] “desde 2009 ha estado creciendo la atención de las autoridades
nacionales frente a los continuos casos de miembros de fuerza pública y
funcionarios locales que tienen nexos con las Bacrim. por nexos con
otras Bacrim como los Urabeños o bandas locales”. Prieto. 12
[29]Pilar Calveiro. Violencias de Estado: La Guerra Antiterrorista y
la Guerra Contra el Crimen Como Medios de Control Global. Siglo XXI
Editores. Buenos Aires. 2012. Pág. 60
[30] Michael Hardt, Antonio Negri. Imperio. Citados por Calveiro. Pág. 60
[31] “El Tribunal considera probado que existe un patrón generalizado
de vinculación entre la estructura del estado de Colombia y la
actuación de los grupos armados paramilitares”. Sentencia del Tribunal
Permanente de los Pueblos. El Tribunal Permanente de los Pueblos –en
adelante TPP–, en su sesión deliberante sobre “Empresas Transnacionales y
Derechos de los Pueblos en Colombia”, celebrada entre los días 21 y 23
de julio de 2008 en Bogotá. Citada por Marcelo Ferreira. Genocidio
Organizador en Colombia. Daniel Feiesrtein. Terrorismo de Estado y
Genocidio en América Latina. Prometeo Libros/PNUD. Buenos Aires 2009.
Pág. 112.
[32] Las agencias de refugiados y derechos humanos de la ONU, la
Defensoría del Pueblo y la Personería de Buenaventura —organismo
municipal de derechos humanos— se refieren a “grupos
posdesmovilización”. Numerosos residentes de Buenaventura entrevistados
por Human Rights Watch se refirieron a la Empresa y los Urabeños como
“paramilitares”, e identificaron a algunos miembros de estos grupos en
sus barrios como ex paramilitares. Entrevistas de Human Rights Watch con
residentes de Buenaventura, noviembre de 2013. Human Right Watch. (HRW)
La Crisis en Buenaventura: Desapariciones, Desmembramiento,
Desplazamiento, en el principal puerto de Colombia sobre el Pacífico.
EE.UU. 2014. Pág. 13.
[33] Comunicación oficial de la Unidad de Víctimas a la Corte
Constitucional de Colombia, “Informe de respuesta a la orden primera del
Auto 234 de 2013 mediante el cual la honorable Corte Constitucional
solicita información al Gobierno Nacional sobre el cumplimiento en el
Distrito de Buenaventura, de las órdenes impartidas en el Auto 005 de
2009 y 119 de 2013, en el marco de la sentencia T-025 de 2004”, 9 de
diciembre de 2013. HRW. Ibídem.
[34] Hay acercamiento con bandas criminales para posible entrega a la justicia: Fiscalía. El Espectador. Abril 27 2015.
http://www.elespectador.com/noticias/judicial/hay-acercamiento-bandas-criminales-posible-entrega-just-articulo-557186
[35] Así lo describe con precisión Pilar Calveiro. Pág. 167
[36] Tráfico, Mafias y Beneficiados. Rebelión. 04-09. 2012. http://www.rebelion.org/noticia.php?id=155497
[37] Calveiro. Pág. 169
[38] Noam Chomsky. Edward S. Herman. Washington y el Fascismo en el Tercer Mundo. Siglo XXI Editores. México 1979. Pág. 94
[39] Figueroa Ibarra. Ibídem.
[40] Calveiro. Pág. 170
[41] Calveiro. Pág. 87
[42] Alberto Rojas Andrade. El Retorno a Occidente del ‘enemigo
interno’ de Heidegger. Rebelión 19-05 2014.
http://www.rebelion.org/noticia.php?id=184831
[43] Daniel Mejía. Llegó la hora de Hablar del Consumo. Credencial.
Junio 5 de 2013.
http://www.revistacredencial.com/credencial/content/drogas-lleg-la-hora-de-hablar-del-consumo
[44] Calveiro. Pág. 57
[45] Calveiro. Pág. 35
[46] Ferreira. Pág. 135
[47] Estados Unidos Frente al Mundo. Fondo de Cultura Económica. México 1944. Pág. 55