RT.- Los menores, que son los más desprotegidos de esta guerra, sufren en sus propias carnes el temor por sus propias vidas y las de sus familias en lugar de recibir seguridad y una educación digna.
Y es que el conflicto en Siria ha dejado a unos dos millones de niños sin posibilidad de ir a la escuela, más de dos mil 500 centros han resultado destruidos por los bombardeos y solo unos 300 han logrado ser reconstruidos.
Pero la guerra no solo ha destruido miles de escuelas, sino que ha afectado la vida de muchos de estos pequeños que han visto cómo sus casas han quedado destrozadas o han tenido que abandonar sus hogares e incluso han tenido que llorar la muerte de familiares. Desde el inicio del conflicto más de 100 niños han muerto rumbo a sus colegios o en ataques a sus establecimientos.
“Tengo mucha tristeza y miedo de que algo malo ocurra. Lo que extraño es jugar con él, es que siempre estábamos juntos, era muy amable. Tenía el pelo negro y los ojos negros y nos amaba mucho. Espero que Dios nos proteja”, relata Walaa Salam, hermana de un niño asesinado.
Aquel día, Walaa salía de casa rumbo a su escuela. Como ahora, pero esta vez solo le acompaña su amiga. Prefiere no recordar aquel momento en que ella resultó herida, pero que sobre todo se llevó una parte de su vida. La historia de Walaa se repite una y otra vez. Y pese a ello siguen intentando ir a la escuela, intentando vivir su niñez.
“Estábamos en casa desayunando y fuimos al colegio. Una munición de mortero cayó. Estaba herida. Había mucha gente herida. Nos llevaron al hospital. Tengo mucho desconsuelo por la muerte de mi hermano”, dice Walaa.
“Los enfrentamientos alrededor de nuestra casa eran muy fuertes. Lo que me daba más miedo era el ruido. Extraño mucho jugar al fútbol con mis amigos del barrio”, cuenta a Russia Today (RT) Yawad Alsamman, un refugiado. Su familia decidió abandonar su casa y trasladarse a Damasco. Solo se llevaron lo esencial. Pero Yawad tomó consigo un pensamiento, un secreto que Walaa también conserva en silencio.
Esta es la guerra que libran los niños en la que su gran desafío es ir a la escuela para batallar contra la amenaza de ser una generación perdida, pero principalmente, para hacer realidad ese anhelo que guardan en secreto Walaa, Yawaar y muchos otros pequeños: Hacer que Siria recupere la paz.
Y es que el conflicto en Siria ha dejado a unos dos millones de niños sin posibilidad de ir a la escuela, más de dos mil 500 centros han resultado destruidos por los bombardeos y solo unos 300 han logrado ser reconstruidos.
Pero la guerra no solo ha destruido miles de escuelas, sino que ha afectado la vida de muchos de estos pequeños que han visto cómo sus casas han quedado destrozadas o han tenido que abandonar sus hogares e incluso han tenido que llorar la muerte de familiares. Desde el inicio del conflicto más de 100 niños han muerto rumbo a sus colegios o en ataques a sus establecimientos.
“Tengo mucha tristeza y miedo de que algo malo ocurra. Lo que extraño es jugar con él, es que siempre estábamos juntos, era muy amable. Tenía el pelo negro y los ojos negros y nos amaba mucho. Espero que Dios nos proteja”, relata Walaa Salam, hermana de un niño asesinado.
Aquel día, Walaa salía de casa rumbo a su escuela. Como ahora, pero esta vez solo le acompaña su amiga. Prefiere no recordar aquel momento en que ella resultó herida, pero que sobre todo se llevó una parte de su vida. La historia de Walaa se repite una y otra vez. Y pese a ello siguen intentando ir a la escuela, intentando vivir su niñez.
“Estábamos en casa desayunando y fuimos al colegio. Una munición de mortero cayó. Estaba herida. Había mucha gente herida. Nos llevaron al hospital. Tengo mucho desconsuelo por la muerte de mi hermano”, dice Walaa.
“Los enfrentamientos alrededor de nuestra casa eran muy fuertes. Lo que me daba más miedo era el ruido. Extraño mucho jugar al fútbol con mis amigos del barrio”, cuenta a Russia Today (RT) Yawad Alsamman, un refugiado. Su familia decidió abandonar su casa y trasladarse a Damasco. Solo se llevaron lo esencial. Pero Yawad tomó consigo un pensamiento, un secreto que Walaa también conserva en silencio.
Esta es la guerra que libran los niños en la que su gran desafío es ir a la escuela para batallar contra la amenaza de ser una generación perdida, pero principalmente, para hacer realidad ese anhelo que guardan en secreto Walaa, Yawaar y muchos otros pequeños: Hacer que Siria recupere la paz.