Caracas, 14 Ago. AVN.- La Batalla de Santa Inés, recreada por el comandante Hugo Chávez en la campaña por el "No" para el referéndum revocatorio, se caracterizó por canalizar al adversario hacia una contienda final, estrategia que la Revolución aplicó a la ultraderecha golpista, que orientó su ofensiva hacia el campo electoral, en el que resultó derrotada nuevamente el 15 de agosto de 2004.
"Fue allí entonces, después de haberlos atraído y canalizado hacia Santa Inés, donde Ezequiel Zamora lanzó el contraataque y fulminó a las tropas de la oligarquía conservadora", recordó el líder bolivariano el 3 de junio de ese año, cuando anunció al país que se convertiría "en el comandante de la campaña de Santa Inés, a partir de hoy hasta el día del referéndum revocatorio".
Antes de esa célebre batalla, en febrero de 1859, el Ejército Federal se movilizó desde Coro hacia los llanos, al mando del General del Pueblo Soberano, Ezequiel Zamora, quien en dos meses llegó a la sabana de Barinas, para ubicarse en la retaguardia de los conservadores.
Los Federales se reorganizaron en tres ejércitos, el oriental, al mando de Juan Antonio Sotillo, el de Juan Crisóstomo Falcón, y el de Ezequiel Zamora, nombrado Generalísimo, para enfrentar a los godos con el propósito de establecer un gobierno liberal y una República Federal.
En su paso por los llanos las masas populares se plegaron a Zamora con la consigna "oligarcas temblad, viva la libertad" y vieron en la bandera de la Federación la reivindicación de sus derechos y el fin del latifundio.
Para noviembre el ejército centralista se había reorganizado y creó un regimiento de 6.000 hombres, quienes confiados, serían dominados mediante una estrategia sin precedentes, que los movilizará hacia el campo enemigo para debilitar su resistencia, en Santa Inés.
Una guerra paradigmática
El plan de Zamora había sido replegarse a Barinas para hacerle creer al enemigo que estaba en retirada, con el ardid de aparentar huir hacia Colombia para unirse al ejército federal de ese país.
“Consistía en llevar al Ejército hacia esa aldea (Santa Inés), y allí, mediante un ingenioso y novedoso despliegue táctico, meterlo en una trampa mortal”, explica Román Martínez Galindo, en su libro Ezequiel Zamora y la Batalla de Santa Inés.
La supuesta huida hizo avanzar al Ejército conservador hacia los llanos, mientras que en Barinas, los 5.000 soldados federalistas llegaron a Santa Inés el 4 de diciembre, para ocupar un campo de 10 kilómetros cuadrados, en forma de embudo, fortificarlo con trincheras laberínticas, picas y apostar en sus bosques a la fusilería.
“Sesenta años antes de la guerra mundial del 14, Zamora había inventado la guerra de trincheras”, explica el autor, quien agrega que esta batalla fue estudiada en la Europa de la primera posguerra, como canon del combate con fortificaciones.
El día 9 los conservadores cruzaron el río Santo Domingo y en un primer encuentro rompieron fuego y marcharon hacia Santa Inés, en cuya entrada comenzaba la cadena de trincheras en las bandas derecha e izquierda, para finalizar en un montículo edificado para exponer a la infantería enemiga.
Además de los flancos con trincheras, se construyeron otras que se comunicaban entre sí y con la vegetación “destinadas a sostener los fuegos sin interrupción de uno a otro lado”, explica Martínez Galindo.
Oligarcas temblad
Al amanecer del día 10 sonó el toque de corneta y comenzó la refriega, que con retiradas y avances ubicó a los conservadores en el fuego combinado, donde respondieron a los atrincherados, quienes en aparente fuga, reiniciaron su ataque desde el bosque.
“Pisaron el peine los godos” expresó Zamora y los conservadores comenzaron a enfrentarse a “aquel invisible enemigo, que estaba en todas partes, pero no sabían dónde”, y avanzaron hacia el montículo llamado “lomo de perro”.
Los federalistas cedían sus posiciones y en su avance los godos perdieron bajo las descargas cerca más de 1.000 soldados. Zamora lanzó sus unidades contra las tropas enemigas en combate cuerpo a cuerpo, hasta que cayó la noche y los conservadores organizaron su retirada con un contingente de 3.000.
Fueron perseguidos el día 11 con la infantería comandada por Falcón, superior en número, con los que enfrento a la retaguardia goda, produciendo 500 bajas mientras huían hacia Barinas.
Serían replegados en cinco enfrentamientos continuos que provocaron 1.000 bajas más. El resto marchó descalzo, con los pies heridos, padeciendo 48 horas de hambre y sed, hasta llegar a Barinas, ciudad puesta en sitio por Zamora, de la que huyen doce días después con los federales en los talones.
Santa Inés
La madrugada del 24 de diciembre, comenzó la huida de los godos con 1.000 soldados a pie que fueron enfrentados por Falcón, luego Zamora los replegó incendiando la sabana y reinició su persecución con 3.500 jinetes que dos días antes habían partido de oriente con Sotillo, para unírsele.
Al día siguiente alcanzó a las tropas constitucionalistas, el regimiento enemigo se desbandó, algunos fueron a dar a Trujillo y otros a Mérida. Cuando lograron reunir a su contingente, el día 31, no llegaban a 300 hombres. 17 días había durado la Batalla de Santa Inés.
Ezequiel Zamora volvió a Barinas con 4.000 hombres y reorganizó al ejército para marchar sobre el centro, donde aún permanecía el “grande ejército” godo, con el objetivo de llegar a Caracas, sin embargo, en San Carlos debió enfrentar a un contingente de 700 conservadores.
Para la mañana del 10 de enero, la ciudad cojedeña estaba bajo control de los federales, Zamora adornó su quepis (gorro militar) con flores amarillas y ese día, un mes después de Santa Inés, llevó puesto por última vez el uniforme azul.
En el patio de una de las casas ubicadas dentro de la línea de fuego, una bala enemiga lo hizo trascender, dejando en la historia el triunfo de la batalla de Santa Inés, que se repetiría, en otros escenarios, siglo y medio después.