El
Gobierno que aspira Henry Ramos Allup para Venezuela tendrá que aplicar
medidas "ácidas" al país. Escuchar esa expresión del dirigente adeco
remite a pensar, casi a sentir, un malestar directo sobre el estómago.
Tal arrebato de sinceridad del locuaz presidente de la Asamblea Nacional
(AN), se puso de manifiesto este viernes durante un evento en realizado
en la privada Universidad Católica Andrés Bello (Ucab), en Caracas.
El
veterano político de 72 años es reconocido por sus episodios de
franqueza, en muchos de los cuáles da cuenta de un amplio abanico de
insultos, tan ácidos como las medidas que augura para el pueblo
venezolano si la derecha logra su objetivo. Ese eventual gobierno post
chavismo, vaticina Ramos Allup: "Va a tener que hacer prodigios y va a
perder popularidad, por cierto muy rápido, para poder recuperar al país
por las medidas ácidas que tiene que aplicar".
Ácidas
(ásperas, duras, antipáticas, malévolas, virulentas, agresivas,
punzantes, dolorosas) fue quizá el adjetivo más cuidado que utilizó el
parlamentario en el auditorio de la Ucab, donde exhibió vocablos muy
poco conocidos, como "cuclufleta" (burla) —que dirigió al Alto Mando
Militar—, hasta expresiones como "muérgano" (aquí como vulgar insulto,
sin la connotación hasta cariñosa de las abuelas), que dedicó a líderes
bolivarianos.
Aunque parezca un elitesco
escenario, en verdad la Ucab ha tenido vínculos muy estrechos con cuanta
aventura golpista ha emprendido la derecha venezolana, por lo que
nadie, por católico que allí sea, se sonroja cuando el adjetivo más
educado que usa el jefe de los tribunos adecos para referirse a los
chavistas es el de "desgraciados".
Son muy
pocos los que salieron sin su propio insulto del presidente de la AN.
Destacan no sólo las palabras usadas, sino también el extenso conjunto
de personas e instituciones, desde Poderes del Estado hasta ciudadanos
de a pie, sin olvidar a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, a
trabajadores del sector público, en especial periodistas, y a cualquier
crítico de la actuación opositora en el Parlamento.
Convertido
en una de las principales —sino la principal— vedette actual de la
oposición, Ramos Allup llamó "insignes escribidores de pendejadas" a los
opositores críticos a la actuación de la AN; "malvivientes" a los
chavistas que se manifiestan en el centro de Caracas; "maladros"
(delincuentes) a las autoridades de los poderes Ejecutivo, Judicial,
Electoral y Ciudadano, y al presidente de la Conatel; ladrones y
protectores del narcotráfico a los militares; y desde la valentía que
otorga el fuero parlamentario, se refirió como "fanfarrón" al ministro
del Poder Popular para la Defensa.
Durante su
intervención para asegurar que es defensor del diálogo, dirigió al jefe
de Estado y a las rectoras del Poder Electoral el adjetivo " zángano,
zángana", aunque en este último caso, aclaró que se trata de una palabra
que aparece en el diccionario. Además, dedicó a los países que integran
Caricom una expresión combinada: "Chuleteo internacional" (algo así
como vividores).
Al Sistema de Medios Públicos
lo calificó como "una cloaca expuesta al sol", y se animó a prefigurar
quizá una de esas medidas ácidas que adoptaría la derecha de llegar al
poder: "Yo presidente, hubiera agarrado a esos zánganos del Sistema
Nacional de Medios Públicos y los hubiera desaparecido del mapa", sin
aclarar si propone para estos trabajadores el desempleo, el exterminio o
la expulsión del referido mapa.
La franqueza
del adeco presidente de la AN —jubilado del Parlamento, tras su servicio
durante gobiernos de la Cuarta República, 1958-1998— alcanzó para
hablar a sus actuales seguidores: "Mucha gente que hoy lo abraza y lo
besa a uno: 'ay mi vida, que bello eres', era la misma gente que me
mentaba la madre: 'bandido, adeco, cuarta república, dinosaurio',
etcétera, la vida es así".