sábado, 25 de noviembre de 2017

ECONOMÍA Salario mínimo en Venezuela es inferior por primera vez al de Cuba

Billetes bolívares
03/11/2017 
 
 
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FOTO: MIGUEL GUTIÉRREZ | EFE
 
El presidente Nicolás Maduro aumentó en 30% el salario mínimo mensual, en vigencia desde el 1º de noviembre, para ubicarlo en Bs 177.507 o $4,43. Con esa cifra Venezuela se sitúa por primera vez por debajo de Cuba en la lista de los sueldos más bajos de Latinoamérica medidos en dólares.
De acuerdo con un estudio del Banco Mundial de 2015, una persona en un país con pobreza extrema gana mínimo 1,90 dólares al día. Sin embargo, un trabajador en Venezuela apenas devenga $0,14 diarios.
El salario mínimo de Venezuela fue llevado a dólares calculados a una tasa de 40.000 bolívares, cifra promedio en la que se ha mantenido el dólar paralelo -cotización que marca la mayoría de los precios de la economía nacional- desde hace nueve días.
Una diferencia de 739,57 dólares separa a Venezuela del salario mínimo mensual más alto de América Latina, en poder de Panamá con un ingreso de $744 al mes. Mientras que con Cuba -que por primera vez se ubica de penúltimo en una lista de 12 países- la brecha es de $5,57 al contar con un sueldo de $10 por mes.
Pese a que el gobierno ha aumentado en 555,22% el salario mínimo para “protección al pueblo” en los últimos 12 meses, Maduro no ha podido ganarle la batalla a la inflación que solo en el mes de octubre de 2017 cerró en 50,6%, según el cálculo de la firma de asesoría económica y financiera Econométrica.
“Todo esto hay que explicarlo bien Ministro de Trabajo, camaradas del gabinete social, vicepresidente, dirigentes de la clase obrera. Explicarlo en cada fábrica, en cada centro de trabajo, en cada oficina (…) el concepto de protección, protección del salario frente a los ataques especulativos de DolarToday y de la MUD, de la guerra económica que no va a poder con nuestro país”, expresó el jefe de Estado luego de anunciar los aumentos del salario mínimo y el bono de alimentación el 1º de noviembre.
Pero el aumento que será efectivo la primera quincena de noviembre apenas compra 4,5% de la Canasta Alimentaria Familiar para cinco miembros que para el mes de septiembre se ubicaba en Bs 3.901.076,04, de acuerdo con el Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros.
En El Estímulo hicimos una lista comparativa entre salarios mínimos mensuales e inflación mensual a septiembre de 2017 de 11 países de Latinoamérica:
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La tragedia del submarino San Juan (S - 42 ) de la Armada Argentina

El submarino Armada Argentina ARA “San Juan” zarpó con 44 tripulantes del puerto de Ushuaia hacia la Base Naval Mar del Plata.Hasta la fecha no hay noticias del mismo
Introducción.
En el presente artículo se pretende describir y analizar las posibles causas de la tragedia acaecida el pasado día miércoles 15 de noviembre de 2.017 en el submarino San Juan (S - 42 )  de la A.R.A. (Armada República Argentina) procurando basar todos los comentarios en consideraciones objetivas y hechos comprobados.
Seguidamente reproduzco el artículo de mi buen amigo, Alm ® Alfredo Palacios eminente submarinista  y  Jefe que fué, de la Flota submarina peruana:
El pasado lunes 13 el submarino Armada Argentina ARA “San Juan” (32 años en servicio) zarpó con 44 tripulantes del puerto de Ushuaia hacia la Base Naval Mar del Plata; el día 15 comunicó su última posición a 233 millas (432 kilómetros) frente al Golfo de San Jorge, reportando además una avería en baterías, desde allí a Mar del Plata la distancia es 650 millas (1, 050 kilómetros) debiendo haber arribado (dependiendo de su velocidad) el domingo 19 o lunes 20, pero esto no sucedió. El jueves 16 se inició una búsqueda marítima y aérea, el viernes 17 se declaró estado SAR (búsqueda y rescate) en un área de 43, 000 km2 con apoyo de 10 países (entre ellos el Perú), pero sin resultados hasta la fecha.
Para comprender la operación de submarinos convencionales referiremos algunos alcances: pueden navegar en inmersión (sin usar snorkel) por aproximadamente hora y media a máximas velocidades como 25 nudos (46 Km/h), pero a mínimas velocidades como 3 nudos (5.5 km/h) hasta 8 días; cuando la capacidad de baterías baja al límite permisible, deben cargarse operando las máquinas diésel y generadores con aire del exterior izando el mástil del snorkel a 45 pies (14 metros) de profundidad. Las baterías (entre 480 y 960, con media tonelada de peso cada una) reciben estrictas medidas e inspecciones de seguridad por la cantidad de sistemas asociados.
Un submarino en emergencia o con avería debe salir inmediatamente a superficie soplando tanques de lastre, si no pudiera hacerlo por mal tiempo u otro motivo debe mantenerse a profundidad de periscopio (45 pies); en caso extremo, por falla en baterías o propulsión, una alternativa es sentarse en el fondo hasta ser ubicado, en esta condición disminuye el oxígeno (O2) y aumenta el anhídrido carbónico CO2) afectando la tripulación, debiendo ser nivelado soltando O2 de botellas metálicas y activando cartuchos eliminadores de CO2, operación que brinda autonomía de 6 a 8 días o más, dependiendo de su adecuado manejo y mínimo movimiento abordo..
Bajo este panorama a pesar que la búsqueda del submarino “San Juan” entró a fase crítica por el tiempo transcurrido y que el jueves 23 la Armada Argentina confirmó una explosión ocurrida el día 15 en la zona donde desapareció el submarino, hagamos votos y elevemos nuestras oraciones para que sus tripulantes continúen luchando contra la adversidad y puedan sostener sus máximos esfuerzos hasta ser ubicados y rescatados.

El barco.



El San Juan, es un submarino tipo TR-1700 fabricado por Thyssen Nordseewerke (Emden, Alemania) . Se trata de un sumergible de propulsión díesel-eléctrica convencional, dos motores y doble batería de 480 elementos, es decir un total de 960 elementos de plomo-ácido; con 66 metros de eslora y 7, 5 metros de manga y con un desplazamiento de más de 2.100 toneladas en superficie.
En condiciones de óptimo funcionamiento, el San Juan puede alcanzar los 25 nudos (45 km./hora ) en inmersión y los 15 nudos (27Km/h)  en superficie.
Puede descender hasta los 250 metros debajo del nivel del mar.
Según informaciones de la ARA, entre 2007 y 2014 el barco fué sometido a mantenimientos integrales (“gran carena”) y se había incorporado nueva tecnología a los sistemas construidos por los alemanes en los años 80 del pasado siglo; los equipos de comunicaciones fueron mejorados y aumentados, además de que se le incorporó un radar portátil de navegación, también se modernizó el sistema de armas con que cuenta el sumergible, por lo cual, y siempre según informaciones de la ARA,  desde entonces se encontraba "operativo 100% al servicio" de la Fuerza de Submarinos

Última misión del San Juan.


Antes de desaparecer, el San Juan realizaba tareas de control en la zona económica exclusiva de Argentina; las costas sudamericanas son víctima constante de flotas que realizan pesca ilegal.
Si bien fue parte de ejercicios militares conjuntos, el San Juan no disparó jamás un torpedo en un conflicto.
El buque desapareció mientras se trasladaba desde la costa sureña de Ushuaia hasta Mar Del Plata, a la altura de la ciudad de Puerto Madryn, en la zona del golfo San Jorge, en el Atlántico sur, a unos a 432 kilómetros de la costa.
¿Qué sucedió en el S-42? 
Las únicas certezas ante esta pregunta son que el miércoles 15/11, en su última comunicación con su Base mientras navegaba por aguas del Atlántico sur a 432 kilómetros del golfo de San Jorge, el submarino S-42 informó de que había sufrido un problema eléctrico, y que ese mismo día, según se ha sabido después, se registró una explosión o ruido compatible con una explosión tres horas después del último contacto con el submarino, según los expertos del Sistema Internacional de Vigilancia (SIV) de la OTPCE indicaron dos fuentes distintas (una de Estados Unidos y otra de Austria); con los datos de los sensores que detectaron esa «alteración hidroacústica», es difícil saber su origen, ya que están a miles de kilómetros de donde se perdió el rastro a la nave. En cualquier caso, si el submarino, por el motivo que sea, sobrepasa francamente la profundidad para la que está diseñado y llega a su cota de colapso, el casco no resiste la presión y se produce la implosión. 
El hidrógeno, enemigo número uno de los submarinistas.
De acuerdo con los principios de funcionamiento de las baterías de plomo-ácido, durante el proceso de carga de las mismas se producen gases de hidrógeno (H2) y oxígeno los cuales pueden llegar a formar una mezcla explosiva de efectos letales fácilmente previsibles(*).
Todos los pliegos de Prescripciones Técnicas de todas las Armadas son muy exigentes en cuanto a minimizar este valor (H2) por cuanto el enorme riesgo del mismo.
Una de las posibilidades mas probables  es que pudo acumularse en el recinto de las baterías el hidrógeno desprendido, de modo que una chispa desatase una explosión en el interior. Una explosión causaría una grieta o un boquete en el casco, y con la entrada de agua el submarino habría descendido hasta posarse en el fondo del mar. En circunstancias normales, el compartimento de las baterías se ventila para que entre aire limpio y se extraiga el aire viciado, para evitar la concentración de hidrógeno.
Ahora bien, hasta que no se localice el submarino no se conocerá de forma fehaciente lo sucedido.
El caso del submarino ruso Kursk.
En el caso del Kursk, el submarino nuclear ruso en el que perecieron 118 tripulantes el 12 de agosto del año 2000, la explosión se produjo en la cámara de torpedos, 24 misiles de crucero “Granit”, según una investigación oficial hubo dos explosiones dentro del submarino. Según se supo después, se debió a la fuga de una mezcla de hidrógeno que se filtró a través de unas microgrietas en la superficie del torpedo aunque lo que sigue siendo un misterio es cuál fue la causa de la primera detonación.Diecisiete años después, el caso todavía está rodeado de dudas….
Conclusiones.
Dado el tiempo transcurrido desde la desaparición del San Juan todos los observadores tanto de la ARA como de las diferentes  Armadas internacionales y servicios de inteligencia convienen en la enorme dificultad de encontrar el barco y por tanto la casi certeza de poder rescatar con vida a los 44 submarinistas desaparecidos.
En ese caso, probablemente será muy difícil explicar con total propiedad las razones y causas últimas de la tragedia y si se encontraran, también sería muy posible que no se hicieran públicos todos los detalles del siniestro.
A los creyentes, solo nos resta elevar una oración por las almas de los desdichados 44 submarinistas de la Armada Argentina que dieron su vida por la Patria.
Q.E.P.D.
F.J. de CARLOS
Madrid, 25 de noviembre de 2.017
(*) Nota bibliográfica:
  • Storage Batteries, G. Wood Vinal (John Wiley & sons, N.Y.)
  • Lead-Acid Batteries, Hans Bode (John Wiley & sons, N.Y.)

Internet: ¿monopolios o comunes? Sally Burch, Veronica Leon Burch Versión para impresión


Opinión
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Gráfico: ALAI
No cabe duda que Internet es un invento extraordinario y –para quienes tenemos acceso regular– ya es difícil imaginar la vida sin todo lo que ofrece.  Tal vez es justamente por ello que prestamos poca atención a cómo se la maneja; y apenas nos damos cuenta de los cambios que se están produciendo en las estructuras del poder, a medida que internet y las tecnologías digitales se van imbricando en cada vez más esferas de la vida.

En los últimos años, sin embargo, ha crecido la preocupación frente a las evidencias de un lado más oscuro de Internet.  Saltó a la vista cuando Edward Snowden alertó sobre la vigilancia sin límites de las agencias de seguridad a las comunicaciones en Internet y la pérdida de privacidad.  A ello se añaden temas como las “noticias falsas”, los mensajes de odio, las estafas masivas en línea, entre otros.  Pero a nuestro criterio, estos fenómenos, preocupantes por cierto, apuntan justamente a un problema más de fondo, que es el modelo de desarrollo que predomina en Internet, con tendencia a la concentración monopólica.

Y es que internet hoy es mucho más que un mecanismo para intercomunicarnos y un espacio para buscar información.  Un número creciente de objetos y sistemas están conectados a ella y, a través de las plataformas que brindan las grandes empresas digitales, se generan y recolectan enormes cantidades de datos, que son el principal insumo de la nueva economía digital.

Con ello, Internet se está convirtiendo en una especie de sistema nervioso central de la economía, como también del conocimiento, la información, la política y la vida social y cultural.  Consecuentemente, quienes controlan este sistema, su infraestructura, sus plataformas y los datos que allí circulan, tendrán cada vez más poder sobre diversos aspectos de la economía e incluso la vida sociopolítica de nuestros países.  Y siendo un sistema concentrado, se presta a una centralización del poder.

Un proyecto concentrador

Desde sus inicios, internet fue vista como la cara amigable de la globalización, por su gran atractivo y utilidad, y por las infinitas posibilidades que presenta para democratizar la información, la comunicación y las tecnologías e interconectar personas y organizaciones, sin límites geográficos.  Este carácter, y su tecnología programable, motivaron a desarrollar un sinfín de iniciativas ciudadanas y de pequeños emprendimientos.  Comenzó a florecer la internet ciudadana, con predominio de un modelo descentralizado, de compartir conocimiento y fomentar los comunes.

Pero a medida que el acceso a internet se masificó y la inversión privada se multiplicó, su desarrollo se fue concentrando cada vez más en manos de un puñado de grandes corporaciones que, con sus modelos de rentabilidad, han ido acaparando el control de la red de redes, absorbiendo o eliminando a la competencia, al punto de convertirse incluso en los principales monopolios transnacionales de la era actual.  Debido a que estas empresas controlan las plataformas que conectan los diferentes actores, adquieren una posición estratégica que se consolida gracias al “efecto red”: o sea, que los usuarios tienden a acudir a las plataformas donde están sus amigos, clientes o contrapartes (Facebook), o que ofrecen una mayor gama de servicios (Google, Amazon).  Asistimos, pues, a una pugna entre este proyecto monopólico, donde la ciudadanía es relegada a un rol de consumo y de generación de datos, y el proyecto ciudadano de internet, por ahora cada vez más marginado.

Más aún, no solo que estas empresas se han aprovechado de la ausencia de mecanismos adecuados de regulación y supervisión públicas del ámbito digital para expandir su presencia en todo el planeta, sino que se empeñan en hegemonizar los espacios de gobernanza de internet y en incidir en los acuerdos comerciales (TLCs, Organización Mundial del Comercio) para imponer reglas que eliminen cualquier obstáculo a su dominio mundial.

La era de la inteligencia artificial

Lo que hemos visto hasta ahora, sin embargo, es apenas un inicio.  Estamos entrando en una etapa nueva con el desarrollo de la inteligencia artificial (IA).

Vale recordar que la IA significa la capacidad informática de absorber un gran volumen de datos para analizar y procesarlos –mediante algoritmos, que son programas complejos[1]– con el fin de adoptar decisiones o acciones automatizadas, en función de una meta específica.  Y ello se hace con una rapidez y en volúmenes que superan ampliamente la capacidad humana.  La IA implica que las máquinas tienen la capacidad de aprender y, por lo tanto, de tomar ciertas decisiones autónomamente.

La IA se utiliza, por ejemplo, para los vehículos autodirigidos; para diagnosticar enfermedades (con resultados a veces más exactos que los que consiguen los médicos); o para ofrecer a los usuarios de Internet los contenidos más susceptibles de interesarles.

La IA puede ser sumamente beneficiosa, como también puede servir a intereses contrarios al bien público.  Todo depende de quien la desarrolla y la maneja, en función de qué fines.  ¿Qué pasa si Facebook o Amazon vende nuestro perfil a empresas aseguradoras, que ajusten sus precios según lo que sus algoritmos estiman será nuestra probabilidad de enfermedades o accidentes?  ¿Es ético que Google tenga acuerdos con farmacéuticas para que promocionen sus medicamentos explotando las vulnerabilidades que revelamos en línea?[2]  Y ¿qué decir de los robots asesinos y armas autónomas; o de los programas que buscan manipular las preferencias del electorado?

Como toda tecnología, la forma cómo se desarrolla y se utiliza la IA responde a intereses concretos en determinados sistemas sociales: o sea, es un asunto fundamentalmente político.  Actualmente, su impulso y las inversiones para ello vienen principalmente de grandes empresas transnacionales, sobre todo estadounidenses, pero ahora también chinas y, en menor medida, de algunos otros países.

Estudios recientes[3] indican que, con mayor acumulación de datos, mejor aprendizaje y más efectivos son los resultados de la IA.  Esto significaría que las empresas con mayor número de usuarios y más datos tendrían ventaja sobre empresas más pequeñas, y mayores ganancias, acentuando aún más el fenómeno de la concentración.

Si bien hace mucho que la ciencia ficción explora este tema, recientemente las dimensiones prácticas, éticas y legales de la inteligencia artificial están entrando en debate público, particularmente en Europa y EEUU.  Allí se discute cuestiones como el impacto en el empleo y los derechos laborales de la robotización y la llamada “economía colaborativa”; la transparencia de las decisiones a base de algoritmos; la responsabilidad por los errores que comete un programa o una máquina, o cuestiones de vulnerabilidad y seguridad, entre muchos otros aspectos.  Entre ello se mezclan mitos, exageraciones y mensajes alarmistas[4], pero sin duda hay mucho de qué preocuparse.

En un análisis publicado este año[5], Prabir Purkayastha, quien trabaja hace muchos años en asuntos relacionados con la IA en India, plantea que el problema central de la IA es que estamos permitiendo que los algoritmos suplanten lo que antes eran decisiones humanas (de gobiernos, empresas, individuos): decisiones que pueden tener un impacto crítico en aspectos clave de la vida de la sociedad.  Tendencialmente, los prejuicios y la subjetividad de una sociedad dada se codifican en algoritmos que toman estas decisiones sin transparencia y muchas veces sin posibilidad de apelar (sobre un crédito, un empleo, incluso una sentencia judicial).

Pero el problema de fondo, según el analista, va más allá de esta subjetividad, ya que reside en los mismos datos y los modelos “predictivos” que se construyen con ellos, modelos que analizan el pasado para predecir el futuro.  “Tales datos y modelos reflejan simplemente la realidad objetiva del alto grado de desigualdad que existe en una sociedad, y lo replican en sus predicciones del futuro”.  El peligro, entonces, es que aun cuando la raza, la casta o el credo no estén registrados explícitamente en los datos, existe una cantidad de otros datos (nivel económico, lugar de residencia, empleos anteriores) que actúan como sustituto de estas ‘variables’.  Por lo tanto –dice– es indispensable crear regulaciones y entidades de control que normen el uso de la IA.

Para los países de América Latina, que no cuentan con capacidad tecnológica en este ámbito, existe un peligro adicional: puede significar nuevas formas de dependencia.

Por todo ello, es urgente abrir un amplio debate sobre estos temas.  El futuro de internet ya no puede ser considerado como un tema solo para especialistas, ingenieros o empresas digitales.  Es un tema de toda la sociedad y será sin duda uno de los grandes temas definitorios de este siglo.

Diálogos por una internet ciudadana

Más allá de que los usuarios y todos los contenidos e interacciones que depositamos en la red somos lo que le da mayor valor a ésta, no debemos olvidar que Internet surgió como una iniciativa ciudadana que fue desarrollada de manera descentralizada y desde abajo por una multiplicidad de actores.  De este proceso surgen, además, una serie de movimientos que abogan por una democratización del conocimiento y la tecnología, como los movimientos de software libre y conocimiento abierto, que juegan un rol esencial en el desarrollo de la red y las tecnologías digitales.  Las grandes corporaciones digitales se consolidan en poco más de la última década (Facebook aparece en 2004 y Youtube en 2005), capitalizando sobre todo el acumulado que la red y sus usuarios ya habíamos alcanzado.

Es así que, a pesar de las condiciones adversas de hoy, la internet ciudadana no se ha dado por vencida.  Está viva y se expresa en miles de iniciativas de conocimiento abierto, de cultura libre, de trabajo colaborativo, de tecnologías no propietarias, de medios alternativos y comunitarios, de iniciativas de desarrollo comunitario, de pequeños emprendimientos y redes solidarias; aunque tendencialmente éstas siguen dispersas.

Ante ello, y frente a los retos que significa la internet monopolizada, surgió la propuesta de organizar un Foro Social de Internet (FSI), mundial, bajo el paraguas del Foro Social Mundial, cuyo lema “otro mundo es posible” nos sugiere que también “otra Internet es posible”.  El FSI se concibe como un proceso en marcha, con la probabilidad de realizar un primer evento mundial en India en 2018.

Como parte de este proceso, surgió la propuesta de organizar una iniciativa regional de sensibilización e intercambio sobre estas problemáticas, que desembocó en el Encuentro “Diálogos por una Internet Ciudadana: NuestrAmérica rumbo al Foro Social de Internet”[6], (Quito, 27-29 de septiembre 2017).

El encuentro fue escenario de un debate fértil que desembocó en una amplia gama de propuestas[7], tanto de iniciativas ciudadanas como de cara a las políticas públicas nacionales y regionales, con miras a elaborar una agenda regional y propuestas hacia el FSI mundial.

Como temas eje se destacaron: los datos, como fuente de valor y como objeto de violación de la privacidad, y la necesidad de legislación para su protección, tanto individual como colectiva; y los derechos humanos, que requieren de una protección específica en el ámbito digital, y que deben primar sobre los intereses comerciales.

En la agenda de acción se destacó: una campaña regional de sensibilización sobre estos temas; acciones de cara a los gobiernos y legislaturas; y el rechazo a la negociación del comercio electrónico en la Organización Mundial del Comercio.[8]

La edición 528-529 (octubre-noviembre) de la revista de ALAI América Latina en Movimiento recoge diversas facetas de esta problemática, con aportes, entre otros, de personas que participaron como ponentes en el Encuentro.  También presenta algunas experiencias valiosas de la construcción de la internet ciudadana.

Sally Burch es periodista de ALAI.
Verónica León Burch es videasta y colaboradora de ALAI.
 
[1] Algoritmo: “un conjunto prescrito de instrucciones o reglas bien definidas, ordenadas y finitas que permite llevar a cabo una actividad mediante pasos sucesivos que no generen dudas a quien deba hacer dicha actividad” (Wikipedia).
[2] Dr. Mercola, Google Apocalypse Looms Largehttp://bit.ly/2zM3qhr
[4] Tuvo mucho impacto la advertencia del gerente de Tesla (la empresa de vehículos autodirigidos), Elon Musk, de que, si no se adoptan rápidamente estrictas regulaciones, “la IA será un riesgo fundamental a la existencia de la civilización humana”.
[5] Artificial Intelligence and the Threat to Humanity, https://newsclick.in/artificial-intelligence-and-threat-humanity
[6] El Encuentro fue organizado por ALAI, FCINA, MediaLab-UIO, ALER, CORAPE y Pressenza.  Más información: www.internetciudadana.net
[8] Ver el artículo de Deborah James El comercio electrónico y la OMC https://www.alainet.org/es/articulo/189295.
Artículo publicado en la Revista América Latina en Movimiento: Internet ciudadana o monopolios 16/11/2017
https://www.alainet.org/es/articulo/189372

¿La Próxima Crisis Económica? Capitalismo Digital y Estado Policiaco Global William I. Robinson

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La clase capitalista transnacional está invirtiendo miles de millones de dólares en la rápida digitalización del capitalismo global como salida para el excedente de su capital acumulado, a la vez que busca nuevas oportunidades de inversión en la construcción de un Estado policiaco global.  ¿Pero será suficiente la rápida expansión de estos dos sectores de la economía global para evitar otra crisis catastrófica?

Los datos económicos internacionales señalan, más bien, que la economía global está al borde de otro colapso.  Las condiciones estructurales subyacentes que desataron la Gran Recesión de 2008 siguen vigentes mientras la nueva ronda de reestructuración de la economía global ya en marcha tenderá a agravar las mismas.  Estas condiciones incluyen niveles sin precedente de desigualdad, de endeudamiento público y privado, y de especulación financiera.  El detonante de una nueva crisis podría ser el estallido de la burbuja bursátil, sobre todo en el sector tecnológico, el impago de la deuda pública o de los hogares, o el estallido de una nueva conflagración militar internacional.

El débil crecimiento económico se ha mantenido desde 2008 gracias a los instrumentos monetarios tales como la “facilitación cuantitativa” y los rescates financieros, junto con una escalada de deuda de consumo, una oleada de inversión especulativa – sobre todo en el sector tecnológico – y niveles cada vez mayores de especulación financiera en el casino global.  Sin embargo, ahora los bancos centrales están llegando a los límites de los instrumentos monetarios.

En Estados Unidos, que desde hace tiempo ha servido de “mercado de última instancia” para la economía global, la deuda de los hogares está en su nivel más alto de su historia desde la postguerra.  Los hogares estadounidenses en 2016 debían casi $13 billones de dólares en préstamos estudiantiles, deuda de tarjetas de crédito, prestamos automovilísticos, e hipotecas.  En casi todos los países de la OCDE la relación de ingresos a la deuda de los hogares se mantiene en niveles históricos y ha seguido en franco deterioro desde 2008.  El mercado global de bonos – un indicador de la deuda total gubernamental a nivel mundial – se ha disparado desde 2008 y ahora rebasa los $100 billones.

Mientras tanto, la brecha en la economía real y el “capital ficticio” se ensancha cada vez más mientras la especulación financiera se convierte en una espiral fuera de control.  El producto mundial bruto, es decir, el valor total de los bienes y servicios producidos a nivel mundial, era de $75 billones en 2015, mientras la especulación en monedas ascendió ese año a $5.3 billones al día y el mercado global de derivados se estimó en unos alucinantes $1.2 trillones.  Los más previsores entre la élite transnacional han expresado una creciente preocupación sobre la fragilidad de la economía global y el espectro del estancamiento crónico a largo plazo.  El ex-funcionario del Banco Mundial y de la Tesorería estadounidense, Lawrence Summers, advirtió el año pasado del “estancamiento secular” en la economía global, la que “ha entrado en territorio desconocido y peligroso”.  Sin embargo, estas élites no están dispuestas a reconocer el telón de fondo del malestar económico, como es el problema insoluble del capitalismo, la sobre-acumulación.

La Sobre-Acumulación: Talón de Aquiles del Capitalismo

La economía global sigue adoleciendo del talón de Aquiles del capitalismo: la sobre-acumulación.  La polarización de los ingresos y la riqueza es endémica al capitalismo ya que la clase capitalista posee los medios de producir la riqueza y por ende se apropia en forma de ganancia la mayor cuota de la riqueza que produce colectivamente la sociedad.  Si los capitalistas no pueden vender (o “descargar”) los productos de sus plantaciones, fábricas, y oficinas, no pueden sacar ganancia.  Esta polarización, si no se controla, resulta en crisis – en estancamiento, recesiones, depresiones y convulsiones sociales.

Al lanzarse a la globalización desde los 1970 y en adelante, la emergente clase capitalista transnacional, o CCT, logró eludir la intervención estatal en el mercado capitalista y socavar los programas redistributivos que habían sido establecidos a raíz de la Gran Depresión de 1930.  La CCT promovió una vasta reestructuración neo-liberal, la liberalización comercial y la integración a la economía mundial.  Las políticas públicas han sido reconfiguradas mediante la austeridad, los rescates, los subsidios corporativos, el endeudamiento gubernamental y el mercado global de bonos, todo lo que permite al Estado efectuar el traslado directo o indirecto de la riqueza de las clases trabajadoras a la CCT.

El resultado ha sido niveles sin precedente de desigualdad global que, lejos de disminuirse, se han disparado a un ritmo asombroso desde 2008.  De acuerdo con la agencia pro-desarrollo Oxfam, el uno por ciento de la humanidad controla más de la mitad de la riqueza del mundo y el 20 por ciento más rico posee el 94.5 por ciento de esa riqueza, mientras el restante 80 por ciento tiene que conformarse con tan solo el 5.5 por ciento.  Dada esta extrema concentración de la riqueza, el mercado global no puede absorber la producción de la economía global.  La Gran Recesión de 2008 marcó el inicio de una nueva crisis estructural de sobre-acumulación.  Las corporaciones están inundadas de efectivo pero no tienen oportunidades de invertir ese efectivo rentablemente.  Las ganancias corporativas se dispararon a raíz de la crisis del 2008 y han llegado a niveles casi record al mismo tiempo que los niveles de inversión corporativa han disminuido.

En la medida que se va acumulando este capital no invertido, crecen enormes presiones para encontrar salidas para descargar el excedente.  El Trumpismo en Estados Unidos refleja una respuesta ultra-derechista a la crisis mundial que abarca un neo-liberalismo autoritario al lado de una movilización neo-fascista de los sectores descontentos, y a menudo nativistas, de la clase obrera.  Sin embargo, este neo-liberalismo represivo termina con restringir aún más el mercado y por lo tanto agrava la crisis subyacente de sobre-acumulación.

La CCT se ha dirigido a dos salidas para descargar el excedente.  Una es la acumulación militarizada.  Las guerras contra las drogas y el terrorismo, la construcción de los muros fronterizos, la expansión de los complejos prisión-industrial, los regímenes de deportación, los aparatos policiacos, militares y de seguridad, se convierten en fuentes importantes de generación de ganancias promovidas por el Estado.  El presupuesto del Pentágono se incrementó en un 91 por ciento en términos reales entre 1998 y 2011, mientras las ganancias de la industria militar casi se cuadruplicaron durante este período.

He aquí una convergencia alrededor de la necesidad política que tiene el capitalismo global para el control social y la represión, y su necesidad económica de perpetuar la acumulación frente al estancamiento.  Poniendo al lado la cada vez mayor retórica guerrerista de Trump, existe un impulso intrínseco hacia la guerra del rumbo actual de la globalización capitalista.  Históricamente las guerras tienden a sacar al sistema capitalista de la crisis mientras también sirven para desviar la atención de las tensiones políticas y de los problemas de la legitimidad.

La Digitalización del Capitalismo Global

La otra salida ha sido una nueva oleada de especulación financiera en los años recientes, sobre todo en el sobrevalorado sector tecnológico.  El sector tecnológico está ahora en la vanguardia de la globalización capitalista e impulsa la digitalización de la economía global en su conjunto.  Karl Marx declaró en El Manifiesto Comunista que “todo lo sólido se esfuma al aire” frente al ritmo vertiginoso de cambio causado por el capitalismo.  La economía mundial ahora está en el umbral de otro período de reestructuración masiva.  En el núcleo de esta reestructuración está la economía digital basada en una tecnología informática más avanzada, en la recolección, el procesamiento y el análisis de los datos, y en la aplicación de la digitalización a todos los aspectos de la sociedad global, incluyendo la guerra y la represión.

La tecnología de la computación y la informática introducida por primera vez en los años 1980 proporcionó la base tecnológica original para la globalización.  La primera generación de la globalización desde esa década y en adelante consistió en la creación de un sistema globalmente integrado de producción y finanzas, mientras la digitalización más reciente y el surgimiento de las “plataformas” han facilitado una muy rápida transnacionalización de los servicios.  Ya para 2017, los servicios representaron el 70 por ciento del total del producto bruto mundial.  Las plataformas se refieren a las infraestructuras digitales que posibilitan la interacción entre dos o más grupos.  En la medida que la actividad económica depende cada vez más de las plataformas, el sector tecnológico se vuelve cada vez más estratégico al capitalismo global.  La digitalización y la transnacionalización de los servicios ahora pasan a ocupar el centro de la agenda capitalista global.

En años recientes ha habido otra oleada del desarrollo tecnológico que nos ha llevado al umbral de la “4ra revolución industrial”, basada en la robótica, la impresión en 3D, el Internet de los Objetos, la inteligencia artificial (IA), el aprendizaje automático, la bio- y nanotecnología, la computación cuántica y en nube, nuevas formas de almacenamiento de energía, y los vehículos autónomos.  Si bien el sector tecnológico que impulsa esta nueva revolución constituye solamente un pequeño porcentaje del producto bruto mundial, la digitalización abarca la economía global en su totalidad, desde la manufacturera y las finanzas a los servicios, y tanto en el sector formal como en el informal.  Está en el mero eje de todos los procesos relacionados con la economía global, desde el control y la subcontratación de los trabajadores y la flexibilización de los procesos productivos, hasta los flujos financieros globales, la coordinación de las cadenas de suministro, subcontratación y tercerización, mantenimiento de registros, comercialización (“marketing”) y ventas.

En su estudio Platform Capitalism, el politólogo Nick Srnicek muestra como los inversionistas institucionales, sobre todo los muy especulativos fondos de cobertura y mutualistas, colocaron miles de millones de dólares en el sector tecnológico desde la Gran Recesión del 2008.  El sector tecnológico se convirtió en una enorme salida para el capital no invertido frente al estancamiento.  La inversión en este sector pasó de $17 mil millones en 1970, a $65 mil millones en 1980, y luego a $175 mil millones en 1990, a $496 mil millones en 2000, y a $654 mil millones en 2016.  Un puñado de compañías norteamericanas de tecnología absorbió enormes cantidades de efectivo por parte de los financieros desesperados por encontrar nuevas oportunidades de inversión rentable.  En 2017, Apple había acumulado $262 mil millones de dólares de reserva, mientras Microsoft registró un total de $133 mil millones de reserva, Alphabet (la sociedad matriz de Google) tuvo $95 mil millones, Oracle tuvo $66 mil millones, etcétera.

Los defensores del actual orden dominante aducen que la economía digital generará trabajos altamente adiestrados y bien pagados y que resolverá los problemas de la polarización social y el estancamiento.  Pero todo indica todo lo contrario: la economía digital acelerará la tendencia hacia un cada vez mayor desempleo y subempleo junto con una mayor ampliación del empleo precario y casual.  Estamos a punto de ver la aniquilación digital de mayores sectores de la economía global.  Cualquier cosa puede ser digitalizada y toda cosa será sometida a la misma.  La automación se extiende actualmente de la industria y las finanzas a todas las ramas de los servicios, aun a la comida rápida y a la agricultura, en la medida que los miembros de la CCT buscan bajar los salarios y ganarle a la competencia.  Se espera que la automación incluso reemplace a mucho trabajo profesional, tales como los abogados, los analistas financieros, los médicos, periodistas, contadores, evaluadores de riesgos, y los bibliotecarios.

En Estados Unidos el incremento neto de puestos de trabajo desde 2008 ha sido casi exclusivamente de acuerdos laborales inestables y mal remunerados.  En Las Filipinas un ejército de 100,000 trabajadores subcontratados ganan unos cientos de dólares mensuales para revisar el contenido de los medios sociales tales como Google y Facebook y en el almacenamiento en la nube para borrar imágenes ofensivas.  Pero aun ellos serán reemplazados por la tecnología digital, al igual que millones de trabajadores que laboran alrededor del mundo en los centros de llamadas, en el ingreso de datos, y en software.

La Guerra Digital y el Estado Policiaco Global

La digitalización hace posible la creación de un Estado policiaco global.  En la medida que dicha digitalización resulta en una mayor concentración de capital y agudiza la polarización, los grupos dominantes recurren a la aplicación de las nuevas tecnologías de control social de masas frente a la resistencia entre los precarizados y los marginados.  La función dual de acumulación y del control social se realiza con la militarización de la sociedad civil y la mezcla entre la aplicación militar y civil del armamento avanzado, sistemas de rastreo, de vigilancia, y de seguridad.  El resultado es una permanente guerra de baja intensidad contra las comunidades en rebeldía mientras los teatros de conflicto se extienden de las zonas activas de guerra hacia las localidades urbanas y rurales en todo el mundo.

Los nuevos sistemas de guerra y de represión hechos posibles por una digitalización más avanzada incluyen armamento automático impulsado por la IA, tales como los vehículos no tripulados de ataque y transporte, los soldados robot, una nueva generación de super-drones (aviones no tripulados), fusiles microondas que inmovilizan, ataque cibernético y guerra informática, identificación biométrica, extracción estatal de datos, y la vigilancia electrónica global que permite el rastreo y control de cada movimiento.  La acumulación militarizada y acumulación por represión – desde ya un eje mayor del capitalismo global – podría llegar a ser cada vez más importante en la medida que se fusiona con las nuevas tecnologías de la cuarta revolución industrial, no solo como un medio para mantener el control sino también como salida ampliada para el excedente acumulado que permite aplazar el colapso económico.

En este contexto, el surgimiento de la economía digital parece fusionar tres fracciones de capital alrededor de un proceso integral de especulación financiera y acumulación militarizada en el cual la CCT está descargando miles de millones de dólares en excedente de capital acumulado mientras apuestan en las oportunidades de inversión que ofrece un Estado policiaco global.

El capital financiero proporciona el crédito para la inversión en el sector tecnológico y en las tecnologías del Estado policiaco global.  Las empresas de tecnología desarrollan y proporcionan las nuevas tecnologías que ahora constituyen el eje de la economía global.  Desde que el denunciante de la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos, Edward Snowden, habló públicamente en 2013, ha salido a la luz un torrente de revelaciones acerca de la colusión entre las empresas gigantescas de tecnología y el gobierno norteamericano y otros gobiernos en pos de la construcción de un Estado policiaco global.  Y el complejo militar-industrial-seguridad aplica esta tecnología en la medida en que se vuelve una salida para canalizar el excedente y hacer ganancia mediante el control y la represión de las poblaciones rebeldes.

La crisis estructural del capitalismo en los 1970 lanzó el mundo al camino de la globalización neoliberal.  El reventón de la burbuja dot-com en 2000 arrojó al mundo a una recesión.  El estallido de la burbuja hipotecaria en 2008 desató la peor crisis económica desde los 1930.  Todo indica ahora que el actual boom en el sector tecnológico está generando una nueva burbuja que podría resultar en otra crisis cuando se reviente, quizás de manera conjunta con impagos de la deuda.  La próxima Gran Recesión probablemente cementará esta fusión de la economía digital con el Estado policiaco global, si es que no hay un cambio de rumbo impuesto sobre el sistema por la movilización de masa y la lucha popular desde abajo.

William I. Robinson es Profesor de Sociología, Universidad de California-Santa Bárbara.
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