Como en los récords de los malos equipos, en cualquier especialidad, lo
de Farmatodo no parece apuntar a la toma de un segundo aire en pro de su
imagen. La inercia de esa empresa hacia las irregularidades que afectan
al consumidor, no parece importar a los encargados de trabajar en pro
de la simpatía del público.
Seré más franco: cuando digo inercia es para no decir complicidad, que es lo que realmente me provoca indicar.
El viernes 15 de abril, dos hechos públicos –uno más notorio que el
otro- volvieron a mostrar la costura de la empresa. El primero de ellos,
publicado en Ciudad Caracas, firmado por Yndira López y
titulado La triste crónica de una noche con bachaqueros. En la página
cuatro de esa edición, la reportera ponchó con apenas tres lanzamientos a
la famosa compañía que usa un sistema electrónico muy complaciente ante
los bachaqueros. Tan complaciente es el software, que los malandrosos
de moda pueden comprar varias veces en la citada cadena en un ratico.
Basta con que lo hagan dentro de las dos horas siguientes al momento en
el que se hicieron del primer producto.
El pillaje se refuerza, además, con los "marcacola" que -cual polillas- se distribuyen en las diferentes tiendas de la firma.
El segundo capítulo de la historia, el mismo viernes, fue más cuadro
cerrado y ocurrió en la sede ubicada frente a la Maternidad Concepción
Palacios, en la parroquia San Juan, Caracas. Allí vieron a dos
trabajadores (ella y él) recibiendo pañales y astringente de
presentación popular de una vecina de las Residencias San Martín,
sonrisas de por medio cual ganadores de carrera de 100 metros planos en
los que nada más corrieron ellos tres.
Me consta que ambos fueron reportados ante una encargada del
establecimiento, quien además de mostrar amabilidad, dejó la sensación
de que no era la primera vez que recibía una queja de esa naturaleza. Lo
preocupante es, según nos confían, que el empleado fue avistado este
domingo, tan tranquilazo que generó asombro y decepción entre los
denunciantes.
Si ambos episodios no son descaro, ¿cómo le llamamos?
¡Chávez vive…la lucha sigue!
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