En su artículo más reciente, titulado Las verdades objetivas y los sueños, de fuerte sabor autobiográfico, Fidel Castro inicia con lo que en muchos de sus textos se ha mostrado como lo más lejano –en el sentido de “profundo” que tiene la palabra– de sus temas, la humanidad en su esencia y origen. En cierto momento dice “Muchos científicos hablan de su existencia (“humanos prehistóricos, como los Neandertales…/…el homínido de Denisova o el Homo Sapiens de Etiopía) antes del meteorito que impactó en el istmo de Tehuantepec provocando la muerte de aquellos, (los dinosaurios) algunos de los cuales medían hasta 60 metros de largo”. Es probable que la cultura del enorme dirigente cubano sobre historia geológica del istmo de Tehuantepec venga de estudios sobre los orígenes remotos de Cuba porque, la caída en punto tan cercano a esta de un meteorito capaz de erradicar formas de vida en el mundo entero, bien pudo constituir también –debió constituir– episodio generador geológico de la isla.
En todo caso, el poco conocido istmo mexicano y la isla cubana son partes de un sistema geológico autofuncional, inmerso en otro complejo más extenso y poderoso, el Caribe. Tan poderoso que en cierto modo ha sido, desde que lo visitó Cristóbal Colón, el centro del mundo. Un centro frenado, balcanizado, hambreado, que amenaza con aparecer en todo su poder mundial con la floración de canales interoceánicos que se prepara para los próximos años.
Son tres, tal vez cuatro. En Panamá hay uno, que lo dominan Estados Unidos e Inglaterra, en Nicaragua es factible otro, con construcción de siete vías paralelas, ya emprendido por la China para disgusto inmenso de Estados Unidos, pero hay un tercero, factible más al norte, donde México se hace delgado: Tehuantepec. Dibuja una raya vertical en el mapa de México, lo forman dos ríos, el Tehuantepec y el Coatzacoalcos, que parten del centro de ese istmo y avanzan alejándose para ir a desembocar respectivamente al océano Atlántico y al Pacífico. Es una raya recta que violenta la inexistencia de tales formas en la naturaleza y en verdad sugiere un acontecimiento geológico trascendental, único.
Al istmo de Tehuantepec se lo conoció desde siempre. Ya en sus Cartas de relación al rey español, Hernán Cortés informa de él. Fue la ruta utilizada para mover hacia el Caribe español cañones enviados desde las Filipinas. Unos vientos terribles, cargados de arena, han hecho difícil la navegación de ese estrecho, también otras causas, propiamente políticas, a las que aludiremos después.
DESDE ENTONCES CHINA
Ya lo describió Alejandro de Humboldt en su libro Viaje a las regiones Equinocciales del nuevo continente, cuyo inicio se ambienta en Venezuela y abarca el caño Casiquiare. También en otro, referido más estrechamente al país azteca y su futuro: Ensayo político sobre el virreinato de México. Ahí precisó su consideración de que la de Tehuantepec era la mejor de las rutas y señaló la importancia vital que ese canal tenía para la Europa “civilizada” en “una época en que el comercio de la China y el de la costa noroeste de América van siendo cada vez más importantes para la balanza del comercio y para la preponderancia política de las naciones”. Por lo que “el gobierno que abriera esta comunicación entre los dos océanos sería dueño de todo el comercio de peletería del mundo en este momento.”
El comercio de peletería era de los mayores del mundo en aquellas décadas que vieron el famoso conflicto que tuvo por nombre Nutka Sound. Continúa Humboldt su ponderación:
“Las naciones que quisieran usar tal canal serían dependientes de la que fuese dueña del istmo por donde se construyera el paso interoceánico”. Esto es historia anticipada de Centroamérica. Del istmo de Panamá son dueños los Estados Unidos desde 1903, las naciones que quieren usar tal canal son todas, empezando por las de América Latina, continuando por Alemania, que intentó poseerla mediante dos guerras mundiales y tales naciones son las dependientes. Pero hay un párrafo clarividente: “Por lo que a este punto de la Tierra, con la posibilidad del comercio con China, se mudaría la faz del sistema comercial del mundo”. Humboldt está hablando de su tiempo en que los barcos se movían por velas, pero está hablando de hoy y sobre todo del futuro, que se puede cifrar en una década, tal vez en dos, que faltan al gigante asiático para terminar de flexionar sus brazos de primera potencia mundial.
El sabio cree que “toca a España, como poseedora de la más hermosa y fértil parte del planeta”, perfeccionar lo que él ha esbozado, decidir si es en Teuhantepec o en el Darién donde debe hacerse la empresa “que inmortalizaría al gobierno que así se ocupara de los verdaderos intereses del género humano”.
CUBA, MARIEL
Por su poca profundidad sería muy difícil, casi imposible, que navegaran por Tehuantepec los inmensos barcos graneleros de hoy en día, lo que hace indispensable el uso de gabarras de fondo plano. Es aquí donde entra en juego Cuba, concretamente el puerto de Mariel, como necesario sitio de trasbordo que combina la condición de puerto de aguas profundas con la cercanía de Tehuantepec. Mariel devendría el puerto más valioso del Caribe. El tráfico será tan grande como el que se moverá por Nicaragua, mayor que este, ya enorme, que cruza Panamá, depositará riqueza proporcionalmente crecida, tanto en Cuba como en México.
BRASIL, RUSIA, LA INDIA
Todo esto habla del BRIC, la combinación o alianza geopolítica a la cual acaba de proclamar el presidente Maduro adherida a Venezuela, y que está constituida, de acuerdo con sus siglas, por Brasil, Rusia, la India y China. Alguien dijo que Centroamérica y sus canales son el esófago de América. Esto es exacto, pero más exactamente es el esófago del BRIC, el punto de unión entre una China y una Rusia acrecidas extremamente y una Latinoamérica estrenando plenitud. Esófago del futuro. Brasil está dispuesto a financiar la vía de Tehuantepec, de la cual, por supuesto, se beneficiará el petróleo venezolano.
En próximo artículo desarrollaremos la sorprendente y traidora trayectoria que cumplirá Alejandro de Humboldt en la etapa norteamericana de su viaje, inmediatamente posterior a la mexicana. Gracias a ella visitarán diversas desgracias a la América Latina, entonces llamada Hispana.
Un saludo y felicitación a Atilio Borón por su merecida recepción del Premio Libertador al Pensamiento Crítico. Al igual que Luis Britto García, no pude estar presente en el acto de entrega del premio, Luis porque se lo impidieron los soldados en la puerta, yo porque no se me invitó, a pesar de mi condición de finalista en la emisión anterior del mismo.
geronimoperescaniere@gmail.com
16/08/1
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