El himno del estado Zulia, con su poesía barroca, sus imágenes líricas impactantes, con su melodía altiva en tiempo marcial, llega a 105 años de creado.
El himno del estado Zulia, con su poesía barroca, sus imágenes líricas impactantes, con su melodía altiva en tiempo marcial, llega a 105 años de creado. Ha sido poco conocido a lo largo de este siglo de existencia, quizá fue subinterpretado por los zulianos, aunque en las últimas décadas, lo hemos cantado con mayor entusiasmo y asiduidad.
Durante las siete ediciones del torneo “Intergaitero de Softbol” realizadas entre 1999 y 2005 en el estadio La Encrucijada, colocamos como norma cantar el Himno del Zulia antes de cada juego. En esa coyuntura comprobé que muchos de los solistas profesionales de la gaita, no se sabían la letra de su himno regional, muchos hubieron de ensayar horas extras para interpretarlo sin enmienda y con arte. También comprobé que su melodía y poesía, tocan el alma del zuliano, ya que posee una gran belleza lírica-musical:
Coro:
“Sobre palmas y lauros de oro
yergue al Zulia su limpio blasón
y flamea en su plaustro sonoro
del progreso el radiante pendón”.
Uno de los errores más recurrentes, es repetir tres veces al cantar la palabra “pendón” al final del coro, quizá motivado por el arreglo original para la banda marcial, que repite con énfasis la sección de vientos metales y vientos maderas. Las palmas o palmeras de las radas lacustres, son su signo de distinción, su marca, podríamos afirmar que es un himno sobre las palmeras del lago Coquivacoa.
En el coro de su himno Udón Pérez utilizó vocablos poco cotidianos, como yergue (Del latín erigĕre, el verbo levantarse, erguir), plaustro (Del latín plaustrum, carro o carruaje de madera utilizado por los soldados griegos y romanos), simboliza el progreso, el avance. “Blasón”, del francés blason, idioma que Udón hablaba con soltura, utilizada en su segunda acepción según el DRAE “cada figura, señal o pieza que se ponen en un escudo”. Y “pendón” que es la bandera, flameando sobre el carruaje sonoro.
Su estilo está influenciado por el ”Siglo de oro español” sobre todo del Barroco español, que bien conocía Udón, la época gloriosa de Francisco de Quevedo y su conceptismo, firme defensor de la moral, y sus magistrales poemas amorosos. Y de Luis de Góngora, el mayor exponente del culteranismo con su “Fábula de Polifemo y Galatea” de 1613.
Las metáforas udonistas de esta pieza musical están recargadas, alusivas a la mitología griega; Pérez era un conocedor profundo de la etimología castellana, traductor de lenguas romances, y un poeta experto en versificación. Él participó en un concurso para la elección de la letra del Himno del estado, promovido por José Ignacio Lares Baralt, presidente del estado Zulia, el 29 de abril de 1909. Pérez fue declarado ganador de la competencia el 5 de julio de ese mismo año. A su extenso poema se le añadió la música compuesta por el músico y abogado José Antonio Chaves, ganador de un certamen simultáneo con el anterior, para seleccionar la melodía del himno.
Cuando el polígrafo Abdón Antero Pérez Machado (Udón) escribió ese poema, tenía 38 años; moriría a los 54 años de edad, víctima de una hemorragia cerebral que le sobrevino en plena Plaza Baralt, en medio del tráfago citadino y el calor abrasador. En ese momento tenía un prestigio intelectual bien ganado, incluso allende fronteras venezolanas, Andrés Eloy Blanco lo llamó “el tigre zuliano”.
La estructura literaria del himno zuliano está compuesta por un coro y seis estrofas. En la primera estrofa Udón utiliza las palabras: “nauta”, “límpido farol” para referirse a nuestro sol, “el cenit” como el centro del cielo y remata con la imagen del carruaje tirado por cuatro caballos; “la cuadriga” que tira del sol iracundo:
“La luz con que el relámpago
tenaz del Catatumbo,
del nauta fija el rumbo
cual límpido farol.
El alba de los trópicos,
la hoguera que deslumbra
cuando el cenit se encumbra
la cuadriga del sol;
no emulan de tus glorias
el fúlgido arreból.”
Según el poeta, aún así, no igualan el brillo de sus glorias.
En el segundo verso rememora las victorias que dieron la independencia a la patria, destacando la Batalla del Lago de Maracaibo:
“En la defensa olímpica
de los nativos fueros,
tus hijos sus aceros
llevaron el confín;
ciñendo lauros múltiples
los viste, con arrobo,
del Lago a Carabobo
del Ávila a Junín
y en Tarqui y Ayacucho
vibraron su clarín”.
El himno tiene seis estrofas en total, que casi nunca se han interpretado completo, son muy densas, llenas de imágenes greco-romanas.
Algunos piensan que es rebuscada su letra, otros que es muy barroca, yo creo que su coro y primera estrofa son memorables, intachables. Si comenzamos a cantarlo, a interpretarlo en cada evento importante del Zulia, sentiremos su aporte a nuestra identidad.
La música del himno es obra de José Antonio Chaves, quien fue un notable abogado nativo de Los Puertos de Altagracia en 1854, se desempeñó en muchos cargos importantes en el foro zuliano, era músico académico, tocaba la flauta y la guitarra y participó como tal en el concurso. En el tercer período rectoral de Universidad del Zulia: desde junio de 1896 a septiembre de 1897, fue su Rector, demostrando gran capacidad para estar al frente de la máxima casa de estudios.
La partitura con las notas y la letra del Himno del estado Zulia fue publicada completa por primera vez por la Imprenta Americana, en la edición extraordinaria del Diario "El Fonógrafo” el 19 de abril de 1910.
Como todo himno, que en su origen es una canción militar que acompaña la marcha de los soldados, está en el estricto compás de 2/4 (a dos cuartos) con su acento fuerte en el primer tiempo. Está en la tonalidad “Mi bemol Mayor”, y las estrofas las canta el tenor. En su arreglo original, de hace 105 años, hay partituras para instrumentos poco usuales como clarinete bajo y bombardino barítono. Su melodía es lo más destacado y apreciado, connota lirismo, realza la densa poesía udonista, en cierto modo: José Antonio acompañó al apologista a narrar de forma épica las hazañas de los libertadores. En los compases que preceden a las estrofas, Chaves tuvo errores con el tiempo, en el argot musical: “entra atravesao”, no está escrito a tiempo, esa enmienda es necesaria.
La cuarta estrofa es una exaltación al espíritu grecolatino que siempre privó en nuestra cultura:
“Y luego que la cólera,
de tu justicia calmas,
va en pos de nuevas palmas
tu espíritu vivaz;
en aulas y areópagos,
cabildos y liceos,
te brinda sus trofeos
el númen de la paz;
y vese en blanca aureola
resplandece tu faz”.
Nos habla de los areópagos (Del griego aρειόπαγος, la colina de Marte, era el tribunal superior de la antigua Atenas) y del númen (Del latín numen, es la inspiración del artista).
El 15 de agosto es el aniversario de su proclamación como símbolo regional, que ya rebasó el siglo como la canción que nos da identidad y nos define como estado occidental de Venezuela. Es nuestro principal símbolo sonoro, con un alto significado, refuerza nuestra identidad como pueblo, nuestra verdad. Sobre todo porque un buen símbolo jamás necesita tanto argumento, es un binomio de significado y significante que supera todas las explicaciones:
“En tu carroza aligera
que tiren diez corceles,
de cantos y laureles
guirnaldas mil se ven
allí del arte el símbolo,
del sabio la corona,
del Temis y Pomona
la espada y el lairén”.
Toca la mitología romana con Pomona la diosa de las flores y los huertos y Temis que es la diosa de la ley, la justicia. El “lairén” es una variedad de uva de grano crecido, de piel dura, a la que Pomona protege.
En la quinta estrofa hace referencia a las nuevas luchas que emprenderá el Zulia, no con espada, sino con laureles, no libraremos batallas entre nubes de pólvora, sino entre los enigmas de la ciencia y el arte, para aupar el progreso de la región.
En la sexta estrofa, que completa los 64 versos de la pieza magistral, Udón Pérez elogia al pueblo que no permitirá satrapías, ni sometimientos. Como bien lo cantara la franco-chilena Ana Tijoux, con actitud “Antipatriarca” :
“Jamás, jamás los déspotas
o la invasión taimada,
la oliva por la espada
te obliguen a trocar;
y sigas a la cúspide,
triunfante como eres,
rumores de talleres
oyendo sin cesar
en vez de los clarines
y el parche militar”.
Todas las crónicas que he leído, incluído el libro que se editó sobre el himno zuliano, ponen su empeño en la letra del mismo, quizá porque en su mayoría, los participantes son historiadores y catedráticos de literatura, y no manejan el tema musical, no entienden de partituras ni arreglos musicales, olvidando que su lírica es solo la mitad de la obra. La otra mitad tiene igual o más valor estético, que es su música, la melodía al cantarlo. Debemos tener una visión global de la obra, incluso de sus imperfecciones, una visión holística de la pieza lírica-musical.
Propongo que todas las emisoras del Zulia, a las 6:00 de la mañana o a las 12:00 del mediodía, luego de sonar el himno de la República Bolivariana de Venezuela, coloquen el Himno del Zulia, como una ofrenda a nuestros próceres, al pueblo zuliano que luchó a punta de bayoneta y al fuego de arcabuz por la independencia, y que ahora lo hace desde las ciencias y las artes, con un gran sentido de pertenencia a la patria, y sin ningún rasgo secesionista o cismático. Así cantaríamos al orgullo de ser zuliano, y al honor de ser venezolano de esta latitud.
León Magno Montiel
@leonmagnom
leonmagnom@gmail.com
Durante las siete ediciones del torneo “Intergaitero de Softbol” realizadas entre 1999 y 2005 en el estadio La Encrucijada, colocamos como norma cantar el Himno del Zulia antes de cada juego. En esa coyuntura comprobé que muchos de los solistas profesionales de la gaita, no se sabían la letra de su himno regional, muchos hubieron de ensayar horas extras para interpretarlo sin enmienda y con arte. También comprobé que su melodía y poesía, tocan el alma del zuliano, ya que posee una gran belleza lírica-musical:
Coro:
“Sobre palmas y lauros de oro
yergue al Zulia su limpio blasón
y flamea en su plaustro sonoro
del progreso el radiante pendón”.
Uno de los errores más recurrentes, es repetir tres veces al cantar la palabra “pendón” al final del coro, quizá motivado por el arreglo original para la banda marcial, que repite con énfasis la sección de vientos metales y vientos maderas. Las palmas o palmeras de las radas lacustres, son su signo de distinción, su marca, podríamos afirmar que es un himno sobre las palmeras del lago Coquivacoa.
En el coro de su himno Udón Pérez utilizó vocablos poco cotidianos, como yergue (Del latín erigĕre, el verbo levantarse, erguir), plaustro (Del latín plaustrum, carro o carruaje de madera utilizado por los soldados griegos y romanos), simboliza el progreso, el avance. “Blasón”, del francés blason, idioma que Udón hablaba con soltura, utilizada en su segunda acepción según el DRAE “cada figura, señal o pieza que se ponen en un escudo”. Y “pendón” que es la bandera, flameando sobre el carruaje sonoro.
Su estilo está influenciado por el ”Siglo de oro español” sobre todo del Barroco español, que bien conocía Udón, la época gloriosa de Francisco de Quevedo y su conceptismo, firme defensor de la moral, y sus magistrales poemas amorosos. Y de Luis de Góngora, el mayor exponente del culteranismo con su “Fábula de Polifemo y Galatea” de 1613.
Las metáforas udonistas de esta pieza musical están recargadas, alusivas a la mitología griega; Pérez era un conocedor profundo de la etimología castellana, traductor de lenguas romances, y un poeta experto en versificación. Él participó en un concurso para la elección de la letra del Himno del estado, promovido por José Ignacio Lares Baralt, presidente del estado Zulia, el 29 de abril de 1909. Pérez fue declarado ganador de la competencia el 5 de julio de ese mismo año. A su extenso poema se le añadió la música compuesta por el músico y abogado José Antonio Chaves, ganador de un certamen simultáneo con el anterior, para seleccionar la melodía del himno.
Cuando el polígrafo Abdón Antero Pérez Machado (Udón) escribió ese poema, tenía 38 años; moriría a los 54 años de edad, víctima de una hemorragia cerebral que le sobrevino en plena Plaza Baralt, en medio del tráfago citadino y el calor abrasador. En ese momento tenía un prestigio intelectual bien ganado, incluso allende fronteras venezolanas, Andrés Eloy Blanco lo llamó “el tigre zuliano”.
La estructura literaria del himno zuliano está compuesta por un coro y seis estrofas. En la primera estrofa Udón utiliza las palabras: “nauta”, “límpido farol” para referirse a nuestro sol, “el cenit” como el centro del cielo y remata con la imagen del carruaje tirado por cuatro caballos; “la cuadriga” que tira del sol iracundo:
“La luz con que el relámpago
tenaz del Catatumbo,
del nauta fija el rumbo
cual límpido farol.
El alba de los trópicos,
la hoguera que deslumbra
cuando el cenit se encumbra
la cuadriga del sol;
no emulan de tus glorias
el fúlgido arreból.”
Según el poeta, aún así, no igualan el brillo de sus glorias.
En el segundo verso rememora las victorias que dieron la independencia a la patria, destacando la Batalla del Lago de Maracaibo:
“En la defensa olímpica
de los nativos fueros,
tus hijos sus aceros
llevaron el confín;
ciñendo lauros múltiples
los viste, con arrobo,
del Lago a Carabobo
del Ávila a Junín
y en Tarqui y Ayacucho
vibraron su clarín”.
El himno tiene seis estrofas en total, que casi nunca se han interpretado completo, son muy densas, llenas de imágenes greco-romanas.
Algunos piensan que es rebuscada su letra, otros que es muy barroca, yo creo que su coro y primera estrofa son memorables, intachables. Si comenzamos a cantarlo, a interpretarlo en cada evento importante del Zulia, sentiremos su aporte a nuestra identidad.
La música del himno es obra de José Antonio Chaves, quien fue un notable abogado nativo de Los Puertos de Altagracia en 1854, se desempeñó en muchos cargos importantes en el foro zuliano, era músico académico, tocaba la flauta y la guitarra y participó como tal en el concurso. En el tercer período rectoral de Universidad del Zulia: desde junio de 1896 a septiembre de 1897, fue su Rector, demostrando gran capacidad para estar al frente de la máxima casa de estudios.
La partitura con las notas y la letra del Himno del estado Zulia fue publicada completa por primera vez por la Imprenta Americana, en la edición extraordinaria del Diario "El Fonógrafo” el 19 de abril de 1910.
Como todo himno, que en su origen es una canción militar que acompaña la marcha de los soldados, está en el estricto compás de 2/4 (a dos cuartos) con su acento fuerte en el primer tiempo. Está en la tonalidad “Mi bemol Mayor”, y las estrofas las canta el tenor. En su arreglo original, de hace 105 años, hay partituras para instrumentos poco usuales como clarinete bajo y bombardino barítono. Su melodía es lo más destacado y apreciado, connota lirismo, realza la densa poesía udonista, en cierto modo: José Antonio acompañó al apologista a narrar de forma épica las hazañas de los libertadores. En los compases que preceden a las estrofas, Chaves tuvo errores con el tiempo, en el argot musical: “entra atravesao”, no está escrito a tiempo, esa enmienda es necesaria.
La cuarta estrofa es una exaltación al espíritu grecolatino que siempre privó en nuestra cultura:
“Y luego que la cólera,
de tu justicia calmas,
va en pos de nuevas palmas
tu espíritu vivaz;
en aulas y areópagos,
cabildos y liceos,
te brinda sus trofeos
el númen de la paz;
y vese en blanca aureola
resplandece tu faz”.
Nos habla de los areópagos (Del griego aρειόπαγος, la colina de Marte, era el tribunal superior de la antigua Atenas) y del númen (Del latín numen, es la inspiración del artista).
El 15 de agosto es el aniversario de su proclamación como símbolo regional, que ya rebasó el siglo como la canción que nos da identidad y nos define como estado occidental de Venezuela. Es nuestro principal símbolo sonoro, con un alto significado, refuerza nuestra identidad como pueblo, nuestra verdad. Sobre todo porque un buen símbolo jamás necesita tanto argumento, es un binomio de significado y significante que supera todas las explicaciones:
“En tu carroza aligera
que tiren diez corceles,
de cantos y laureles
guirnaldas mil se ven
allí del arte el símbolo,
del sabio la corona,
del Temis y Pomona
la espada y el lairén”.
Toca la mitología romana con Pomona la diosa de las flores y los huertos y Temis que es la diosa de la ley, la justicia. El “lairén” es una variedad de uva de grano crecido, de piel dura, a la que Pomona protege.
En la quinta estrofa hace referencia a las nuevas luchas que emprenderá el Zulia, no con espada, sino con laureles, no libraremos batallas entre nubes de pólvora, sino entre los enigmas de la ciencia y el arte, para aupar el progreso de la región.
En la sexta estrofa, que completa los 64 versos de la pieza magistral, Udón Pérez elogia al pueblo que no permitirá satrapías, ni sometimientos. Como bien lo cantara la franco-chilena Ana Tijoux, con actitud “Antipatriarca” :
“Jamás, jamás los déspotas
o la invasión taimada,
la oliva por la espada
te obliguen a trocar;
y sigas a la cúspide,
triunfante como eres,
rumores de talleres
oyendo sin cesar
en vez de los clarines
y el parche militar”.
Todas las crónicas que he leído, incluído el libro que se editó sobre el himno zuliano, ponen su empeño en la letra del mismo, quizá porque en su mayoría, los participantes son historiadores y catedráticos de literatura, y no manejan el tema musical, no entienden de partituras ni arreglos musicales, olvidando que su lírica es solo la mitad de la obra. La otra mitad tiene igual o más valor estético, que es su música, la melodía al cantarlo. Debemos tener una visión global de la obra, incluso de sus imperfecciones, una visión holística de la pieza lírica-musical.
Propongo que todas las emisoras del Zulia, a las 6:00 de la mañana o a las 12:00 del mediodía, luego de sonar el himno de la República Bolivariana de Venezuela, coloquen el Himno del Zulia, como una ofrenda a nuestros próceres, al pueblo zuliano que luchó a punta de bayoneta y al fuego de arcabuz por la independencia, y que ahora lo hace desde las ciencias y las artes, con un gran sentido de pertenencia a la patria, y sin ningún rasgo secesionista o cismático. Así cantaríamos al orgullo de ser zuliano, y al honor de ser venezolano de esta latitud.
León Magno Montiel
@leonmagnom
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