Con Joao Pedro pudimos hablar no sólo del Movimiento Sin Tierra
(MST) sino de los desafíos que enfrenta el Brasil actual, donde la
derecha avanza y el progresismo cede terreno en algunos aspectos
fundamentales como son el de no conceder la reforma agraria y, al
contrario, nombrar en el ministerio de Economía y de Agricultura a
personajes ligados a la política de agronegocios y la invasión de
transgénicos en el país.
-¿Cuál es su visión de la CLOC y su andadura en las luchas del continente y del mundo, ahora que se realiza este IV Congreso?
- Este Congreso de la CLOC, aunque mantenemos una cronología de
encontrarnos cada cinco años, se realiza en un momento muy complejo
de la coyuntura latinoamericana y de la lucha campesina en general. En
la lucha política estamos viviendo tiempos donde el imperio gringo
retoma la iniciativa para controlar los recursos naturales, los recursos
energéticos como el petróleo, las hidroeléctricas, el gas, y las
commodities de nuestra América Latina. Para cumplir ese objetivo que es
económico y geopolítico ellos retomaron la ofensiva ideológica
utilizando su principal partido político que son los medios de
“comunicación” de la burguesía y están acorralando a los gobiernos de
Venezuela, Brasil y Argentina.
A nivel de las luchas campesinas estamos cada vez más frente a una
verdadera lucha de clases que va a definir cuál es el modelo para
la producción de agricultura de nuestro continente. Si es el
agronegocio, que es el modelo del capital o es el modelo de producción
de alimentos sanos de la Vía Campesina, que es el modelo de los
trabajadores.-¿Cuál es el momento que vive actualmente el MST con Dilma Rousseff: de romance o de separación inquietante?.
-(Risas) Esos criterios afectivos nunca han sido utilizados por el
Movimiento en su lucha política. Nosotros siempre defendimos
como principio que los movimientos populares tienen que ser autónomos
del Estado, del gobierno, de la iglesia, incluso de los partidos, lo que
para muchos militantes de la izquierda es una herejía. Eso es lo que
nos da la salud política necesaria para criticar a los gobiernos cuando
erran y apoyar cuando aciertan. Pero el criterio fundamental que tenemos
en cuenta, es qué políticas los gobiernos toman frente a
las necesidades y las demandas del pueblo.
Así estamos ahora con Dilma. Nosotros participamos como ciudadanos y
como militantes en la campaña para su reelección porque era una disputa
con la derecha. Pero cuando ganó y llegó al gobiernos y ella empezó a
tomar medidas que embestían contra los intereses de los trabajadores,
que retomó algunos puntos de ajuste liberal, nosotros fuimos los
primeros en salir en público a criticar al gobierno y decírselo a Dilma
incluso, de una manera muy transparente, cuando la invitamos para venir a
un asentamiento del MST en el sur. Ahí frente a ella hicimos las
críticas a esa política económica que impulsó un Ministro de Hacienda
que es neoliberal.
Nosotros no tenemos ningún compromiso con esos ajustes y queremos
cambios. Eso también fue lo que defendimos frente a los otros
movimientos populares, que frente a la ofensiva de la derecha en las
calles nosotros no debíamos acobardarnos sino todo lo contrario. Las
calles y las plazas deben ser el espacio privilegiado de las masas para
hacer política porque ahí podemos decir nuestras ideas, disputar en la
sociedad lo que son políticas para todo el pueblo.-Gobiernos
progresistas al acecho de la derecha buscan el voto de la
izquierda y los sectores populares. Luego que lo consiguen viran a
posiciones de abierta contradicción con su discurso original. ¿A qué
cree que se debe: falta voluntad política o hay un problema ideológico?
-Un poquito de todo. Hay una conjugación de varios actores que se
revelan en este periodo histórico. Primero, fue importante elegir esos
gobiernos progresistas frente a las propuestas de la derecha neoliberal.
Pero lo que paso es que en casi toda Latinoamérica, con excepción de
Venezuela y Bolivia, ganaron esos gobiernos pero sin el reaseguro del
movimiento de masas, el pueblo sólo votó pero no se movilizó como una
fuerza política. Tercer factor, la izquierda no tenía un programa
popular, de cambios populares, el único programa de la izquierda
era antiliberal pero no uno propositivo como tuvimos después de la
Segunda Guerra Mundial con el avance de las propuestas revolucionarias
de las que resultó elegido un Salvador Allende o la Revolución
Nicaragüense. Ahora la izquierda no logró tener un programa que pudiera
aglutinar a las masas y defenderlo como un programa de gobierno.
Entonces, a cada pugna que aparece dentro del gobierno, éste se convierte en rehén de una correlación de fuerzas que es real y adversa, y además, a cada ofensiva de la derecha, van cediendo y cediendo. Nuestro rol como movimientos populares y como izquierda, es seguir haciendo un trabajo de base, movilizar a la gente, para hacer la disputa política en la calle, y en ese plano lograr una unidad programática que sirva para que en el próximo período se pueda tener un programa común de cambios que deriven en gobiernos populares y no más en gobiernos de conciliación de clase, como ocurre con el gobierno de Brasil.
– ¿Ven a Evo Morales cómo un modelo a seguir?
Entonces, a cada pugna que aparece dentro del gobierno, éste se convierte en rehén de una correlación de fuerzas que es real y adversa, y además, a cada ofensiva de la derecha, van cediendo y cediendo. Nuestro rol como movimientos populares y como izquierda, es seguir haciendo un trabajo de base, movilizar a la gente, para hacer la disputa política en la calle, y en ese plano lograr una unidad programática que sirva para que en el próximo período se pueda tener un programa común de cambios que deriven en gobiernos populares y no más en gobiernos de conciliación de clase, como ocurre con el gobierno de Brasil.
– ¿Ven a Evo Morales cómo un modelo a seguir?
-A nosotros no nos gusta hablar de modelo. Cada país tiene su
historia, su proceso, su correlación de fuerzas, sus clases sociales con
diferencias de poder. Evo avanzó bastante pero está lejos de un proceso
que sea un hecho que altere todas las estructuras productivas de
Bolivia. Porque Bolivia tiene muchos problemas estructurales, es una
economía que todavía no se industrializó y tiene
muchas dificultades para atender las necesidades del pueblo. Lo que sí
tuvo Evo. es más coraje que sus vecinos, de siempre defender ideas que
van más a la izquierda y reivindicar el protagonismo del pueblo. Eso fue
incluso lo que salvó al gobierno de Evo, porque en los momentos de
crisis. como hubo en cierto tiempo con el precio de la gasolina tuvo la
sabiduría de recurrir al pueblo y el pueblo se manifestó claramente
contra el aumento de precios y él dio marcha atrás con esa
iniciativa. Ese tipo de hacer política es el que permite a un gobierno
avanzar y mantenerse fiel al pueblo, aunque el mismo pueblo sabe cuándo
puede avanzar y cuándo la correlación de fuerzas no es suficiente para
hacerlo.
-Resuma las principales demandas del MST en la actualidad.
-El MST vive en una coyuntura muy difícil de la lucha por cambios
en el agro. Nacimos como un movimiento típicamente campesino que sólo
luchaba por tierra, pero a la vez fuimos incorporando la pelea por la
reforma agraria y por una sociedad socialista. Eso está vigente, pero
lo que pasa es que en la lucha de clases de cada día siempre aparecen
nuevos elementos y nuevas contradicciones. Por ejemplo, cuando nosotros
empezamos la lucha no había tanta presencia de las transnacionales
y del agronegocio como un modelo del capital, nuestra lucha principal
era contra el latifundio. Ahora nos dimos cuenta que la lucha es contra
un modelo de producción del capital que es hegemonizado por una alianza
que va desde los grandes propietarios de tierras, los medios de
comunicación, el capital financiero y las empresas transnacionales.
Entonces, los retos para avanzar en nuestro proyecto de organizar la
producción agrícola se han ampliado y eso nos exige poner más energía en
la creación de cuadros, en la educación de nuestra gente, en
comunicarse con la sociedad y sobre todo en generar procesos de alianza
con la clase trabajadora que vive en la ciudad. Porque los campesinos
solos no tiene fuerza para derrotar al agronegocio y a las
transnacionales. Sólo todo el pueblo puede hacerlo y para ello
necesitamos construir una alianza con la clase trabajadora que vive en
las ciudades.-El MST planteó durante años la reivindicación del
socialismo y contra el capitalismo. ¿Esas dos premisas ideológicas son
factibles de concretar en la América Latina actual?
-El socialismo es una palabra que resume la idea central de una
sociedad igualitaria y justa. Por lo tanto, representa la superación del
capitalismo que es un modelo que sólo beneficia a una minoría que
organizan toda la vida de la gente para obtener ganancias.
La lucha para realizar el socialismo es una lucha cotidiana y no
depende de la voluntad de cada uno, porque si no, como nos advirtió
Marx, caemos en el idealismo que es una especie de religión. Bastaba con
creer que llegarías al socialismo y ese hecho se produciría. No, no
es así. Si no, la religión católica hubiera libertado el mundo muchas
veces en estos dos mil años.
No se trata de un ideal. La conquista y la construcción de la
superación del capitalismo depende de la correlación de fuerzas, de
la capacidad organizativa de la clase trabajadora y sobre todo de su
conciencia de clase, que puede llevar más o menos tiempo. Justamente,
nuestro rol como mediadores de las clases trabajadoras es hacer esa
tarea cotidiana, de ayudar a elevar el nivel de conciencia de las masas,
ayudar a que se organicen como clase y posibilitar a que produzcan y
promuevan luchas masivas. Sólo esta lucha colectiva permite enfrentar a
los opresores, a la burguesía, y avanzar rumbo a la superación
del capitalismo.
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