sábado, 20 de julio de 2013

Edward Snowden, el último hombre en Estados Unidos


Por Amaury González Vilera
Snowden y la sociedad orwelliana del siglo XXI
Una de las consecuencias que trajo la revelación de Edward Snowden sobre los planes secretos de vigilancia y espionaje masivo en la red que viene ejecutando Estados Unidos, fue el incremento de las ventas de la conocida novela 1984, de George Orwell, la obra maestra de ficción distópica que plantea una devastadora crítica a los sistemas totalitarios de control, y que anticipó la configuración de sistemas sociales en los que la tecnología sería empleada para la manipulación y el control de la naturaleza y el ser humano.
Escrita entre 1947 y 1948, y  publicada el 8 de junio de 1949, la novela introdujo una serie de conceptos que hoy día resultan de gran utilidad para comprender nuestro tecnificado y ultra-mediatizado mundo contemporáneo, como son el de Gran Hermano, todo un personaje conceptual o concepto-metáfora, el de Policía del Pensamiento o el de Neolengua, todos insólitamente relacionados ―o relacionables―  con los oscuros planes de la NSA, CIA y demás instituciones del Complejo Militar-Industrial para vigilar y controlar a los pueblos del mundo.
1984, se considera una de las tres obras cumbre de ciencia ficción distópica de principios del siglo XX, junto a Un mundo feliz, de Aldous Huxley, y Fahrenheit 451 de Ray Bradbury. Sin embargo, el verdadero precursor del género distópico fue el escritor ruso Yevgueni Zamyatin, quien escribió en 1921 la novela Nosotros, la cual influyó determinantemente en la obra de Huxley y Orwell. Originalmente, la novela había sido intitulada The Last Man in Europe (El último hombre de Europa), nombre que fue cambiado a 1984 por razones comerciales. Hoy, ¿Quien podría negar que Snowden es algo así como The Last Man in USA?
Antes de las revelaciones hechas por el ex agente de la CIA Edward Snowden, muchos analistas ya habían establecido paralelismos entre la sociedad actual y el mundo plasmado en 1984, sugiriendo que estamos comenzando a vivir en lo que se ha dado en llamar sociedad orwelliana. En tal sentido, el término “orwelliano”, apellido del autor hecho adjetivo, se ha convertido en sinónimo de sociedades u organizaciones que practican el totalitarismo y la represión, constituyéndose en una idea-fuerza de gran potencial crítico, que ha dado lugar a diversas versiones cinematográficas y que se ha prestado además para atacar a gobiernos y sistemas del más diverso signo.
No obstante, es indiscutible que hoy, más aún después de las revelaciones de Snowden, lo esencial de las críticas sociopolíticas y humanistas contenidas en 1984, aluden directamente a las sociedades capitalistas desarrolladas, al llamado “mundo desarrollado” cuna de la civilización occidental. Una verdad inocultable, cuando hoy sabemos que varios de los documentos revelados dan cuenta del acceso de las autoridades a registros telefónicos de millones de personas en EEUU y el resto del mundo. Además, los papeles secretos confirmaron la existencia de un programa secreto llamado PRISM, mediante el cual la NSA vigila los datos de los usuarios de gigantes informáticos como Microsoft, Google, Facebook y Apple.
Pero, dejemos que sea el propio Orwell el que nos diga si en realidad vivimos en una sociedad como la que él vislumbró hace más de sesenta años. En primer lugar, citemos las tres consignas del Partido Único, el cual ejerce el dominio total en la citada sociedad orwelliana pintada en la obra:
- “La Guerra es la Paz”
- “La Libertad es la Esclavitud”
-  “La Ignorancia es la Fuerza”*
No cuesta mucho imaginar lo extraño o pintoresco que pudo haber resultado para el público lector de la época, estas consignas del Partido de la novela, consignas construidas a partir de la combinación de dos palabras de significado opuesto, lo cual permite alterar el orden de los factores sin alterar el producto: La paz es la guerra, la escalvitud es la libertad y la fuerza es la ignorancia. Es verdad, este último caso es más descabellado aún, aunque las tres consignas expresen algo así como la intransigencia fascista del que es capaz de imponer la idea de que dos más dos es cinco, y punto.
Lo interesante de estas consignas es que estamos en presencia del oxímoron, definido como la combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido, como por ejemplo, un “silencio atronador”. Recientemente, la audacia demagógica de la propuesta aquella del “capitalismo popular”, nos hizo recordar que el imperialismo ha recurrido a este artificio para definir la destrucción y la muerte, pretendiendo así trastocar el significado de sus atroces acciones.
En los últimos años, hemos podido recopilar variedad de ejemplos de estas frases que, fuera de la poesía, se convierten en puro artificio volteador del lenguaje, yendo más allá de la frontera del eufemismo y lo políticamente correcto. Es así, como se pretende que haya un “imperialismo humanitario”, “holocaustos bienhechores”, “agresiones pacíficas” provenientes del “fuego amigo”, emparentado con el “bombardeo filantrópico”, que originará “males buenos” como el “genocidio vivificante” o el “exterminio saludable”. De tal manera que ahora no hay que alarmarse por los crímenes de lesa humanidad porque de lo que se trata en el fondo es de una “destrucción edificante” que producirá “devastaciones creadoras”.
Interesante ¿No? Porque, quien podría negar que para el imperialismo “la guerra es la paz”. Sigamos.
El que controla el pasado controla el futuro, el que controla el presente controla el pasado
Dicen que Orwell, de filiación trotskista y crítico acérrimo del stalinismo, era un agente de los servicios secretos estadounidenses. Hoy dicen lo mismo del propio Trotsky. El hecho es que, de haber sido Orwell un colaborador de los servicios secretos ingleses o estadounidenses, cuando uno lee algunos pasajes de 1984 uno pudiera pensar que no todo lo allí planteado fue producto de la imaginación creadora del autor. Y es que, controlar el presente para controlar el pasado para así controlar el futuro, interpretar y re-interpretar la historia para así justificar las acciones del presente de cara a un futuro determinado, ¿No ha sido la estrategia de los potentados del mundo durante los últimos 200 años, la cual han ejecutado a través de las corporaciones mediáticas y la gran industria cultural? Sigamos…
La neolengua, es el único idioma del mundo cuyo vocabulario disminuía cada día
En la Plusvalía Ideológica, Ludovico Silva define a la ideología de una forma sencilla: lenguaje impuesto a la sociedad. Paolo Freire identificó en el lenguaje las células de la dominación, y por tanto vio también en él la esencia de la liberación. Pensamos con palabras, y si hay alguien interesado en disminuir el vocabulario es para limitar la capacidad de definir nuestra realidad. De ahí, que Orwell dijera sobre la “neolengua” que “Su función era limitar el alcance del pensamiento y estrechar el radio de acción de la mente”. Hay más.
“¿Y si el pasado y el mundo exterior solo existen en nuestra mente y, siendo la mente controlable, también pueden controlarse el pasado y lo que llamamos realidad?”
Emparentada con las ideas anteriores, estamos en presencia de la idea raizal de las grandes estrategias de dominación cultural y de construcción de hegemonía que ha desarrollado el capitalismo en las últimas décadas. Se trata del ataque sistemático contra las mentes de millones de personas en el marco de las nacientes sociedades de masas, que en algún momento de la historia pueden rebelarse, levantarse y sacudir los cimientos del sistema, cosa que deben impedir a toda costa los “potentados” del mundo, con mucho circo, con mucha televisión y mucha iglesia.
Las bombas cohete que caían diariamente sobre Londres eran lanzadas por el mismo gobierno de Oceanía solo para que la gente estuviera siempre asustada
En este caso, solo detengámonos a analizar cuáles son las “bombas cohete” que lanzan cotidianamente contra la gente para mantenerla siempre asustada, en una situación de “esclavitud moderna”, dependiente de las convenciones, sometida a la ideología. Todo nos lleva siempre al tema de las “transnacionales del miedo”.
La industria militar consiste en usar los productos de las máquinas sin elevar por eso el nivel general de la vida
Recordemos el lugar que ocupa hoy en día la industria armamentista entre los negocios más lucrativos del mundo y el clásico usufructo tecnológico perpetrado durante la carrera armamentista desarrollada en el marco de la guerra fría.
Con el desarrollo de la TV y el adelanto técnico que hizo posible recibir y transmitir simultáneamente en el mismo aparato, terminó la vida privada
Si con la televisión, Orwell pensó que había terminado la vida privada, que pensar en la época de la internet; en la era del programa PRISM, mediante el cual la NSA vigila los datos de los usuarios de gigantes informáticos como Microsoft, Google, Facebook y Apple.
Por primera vez en la historia existía la posibilidad de forzar a los gobernados, no solo a una completa obediencia a la voluntad del Estado, sino a la completa uniformidad de opinión”
Recordemos al neoliberalismo, a esos grandes contingentes de hombres y mujeres votando por gente como Uribe o Rajoy, los efectos de los monopolios mediáticos en los estados de opinión y las pretensiones de imposición del pensamiento único; recordemos las 10 estrategias de manipulación mediática de Noam Chomsky. Añadamos también la perversa “doctrina del shock”.
El progreso de nuestro mundo será la consecución de más dolor
Respecto al mito del progreso es mucho lo que se ha dicho. Esta frase merecería un tratamiento especial, aparte. Solo preguntémonos si en realidad hemos tenido progreso, entendido este como bienestar físico y espiritual. ¿No son las sociedades capitalistas contemporáneas las sociedades del miedo y la ansiedad? ¿El progreso tecnológico ha llevado aparejado el bienestar material y espiritual de la humanidad? ¿La guerra y la violencia en general no han sido la constante en las modernas sociedades capitalistas?
Pero no olvides que nosotros creamos la naturaleza humana. Los hombres son infinitamente maleables
Una realidad que muchos preferirían ignorar. Resulta tenebroso pensar que, si bien esto era posible sin todos los artilugios técnicos surgidos en los últimos sesenta años, hoy día las capacidades de manipulación, sin exagerar, pueden haber alcanzado niveles de esquizofrenia.
Así, las revelaciones de Snowden nos han recordado en buen momento lo mucho que han avanzado los potentados en materia de manipulación, vigilancia, espionaje y control social.

Ahora veo la versión cinematográfica de 1984, veo a Winston, The Last Man in Europe, recluido en los depravados y desolados salones del Ministerio del Amor. Esperemos no ver nunca a Edward, The Last Man in USA, desaparecer entre los lóbregos pasillos y mazmorras de los amorosos servicios secretos que lo persiguen.

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