El papel de baño es como el dólar: tiene un precio real en el mercado, y un precio paralelo inventado por los acaparadores.
Lo anterior no es una teoría mía, es algo que viví en carne propia en la ciudad de Barquisimeto, cuando conocí a un joven vendedor informal que aprovecha la luz roja del semáforo de la Av. Venezuela para caminar entre los carros vendiendo cuatro rollos de papel en 50 bolívares.
El secretista muchacho no quiso decirme dónde conseguía su mercancía, pero ese día, horas más tarde, encontré en la página web de este diario que usted lee un curioso titular que anunciaba el hallazgo de 150 mil paquetes de papel higiénico acaparados en el Mercado Municipal de Barquisimeto. El misterio fue resuelto.
En el caso está metido, una vez más, el saltador olímpico de talanqueras, Henri Falcón, y la mano peluda preelectoral de su compañero de mesa, Alfredo Ramos.
Pero como la libertad de expresión en Venezuela es interpretada por los medios privados como una carta abierta para defender a la derecha de cualquier acusación, el sitio web de El Universal decidió amparar una vez más a Falsón, y publicó una nota más larga y más elocuente, que libera de culpas a ese pobre señor que guarda entre sus estantes papel toilette suficiente para cubrir la demanda de un gentío.
Pero volvamos al muchacho que vende cuatro rollos por 50 boles en la Av. Venezuela: ese joven, sin saberlo, es pieza fundamental del juego macabro de la desestabilización, pero la gente le compraba como loca, extasiada, agradecida.
Entonces se desmonta la matriz de la inflación: en este país hay tantísima plata, que nos estamos limpiando el fundillo con billetes de 50 Bs.
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