lunes, 9 de diciembre de 2013

¿Por qué lloré cuando me enteré que Ernesto Villegas no sería el Alcalde Metropolitano?

Ernesto Villegas
Por Verónica Díaz Hung
Lloré en público, en una mesa electoral repleta de opositores. Se me corrió el rimel, y me daba rabia pensar que en ese ambiente hostil yo lucía débil, pero no lo podía evitar. Las lágrimas se me escapaban sin control. Lloraba porque mi sueño de la Caracas Metropolitana incluyente ya no sería, o, por lo menos, no sería “por ahora”. Yo era Testigo de Mesa en la Unidad Educativa Matías Núñez, de la Parroquia El Paraíso, y estaba todavía en el protocolo electoral de las elecciones municipales del pasado 8 de Diciembre.
El ambiente era hostil porque trabajar en la Unidad de Batalla Hugo Chávez (UBCH) en este centro electoral que tradicionalmente atiende a un electorado clase media y opositor, no es fácil y mucho menos en elecciones cerradas, como las pasadas en donde el candidato para Alcalde Metropolitano de la MUD, Antonio Ledezma, le ganó al candidato chavista, Ernesto Villegas, por una muy estrecha diferencia, ya que la victoria de la oposición se logró por sólo 55 mil 548 votos. Ledezma incluso bajó sus votos frente a las elecciones pasadas, ya que esta vez sólo obtuvo 50,81%, frente al 52,42% de las elecciones de 2008.
Lloré porque continuaría siendo Alcalde Metropolitano un personaje que no dudó en reprimir al pueblo cuando estuvo en la Gobernación en los tiempos del puntofijismo, y no dudó en reprimir a los adultos mayores que salían a la calle a reclamar por una pensión digna y en contra de ellos utilizó la “ballena”, les echó agua sucia del río Guaire y los reprimió con perdigones. Tampoco dudó en usar las mismas armas contra los estudiantes que en aquella época salían a protestar por sus reivindicaciones que les eran arrebatas por las medidas neoliberales de los gobiernos de entonces. Lloré por aquellos estudiantes que murieron a causa de su represión. Lloré por su corrupción y también lloré porque en estos tiempos sólo se ha dedicado a conspirar contra un gobierno popular, chavista, que nos ha enseñado a amar a nuestro pueblo que fue tantos años excluido.
Lloré y, a pesar de eso, también estaba muy feliz. Porque había ganado Jorge Rodríguez, lo que aseguraba que las luchas del pueblo seguirían en el municipio Libertador. También estaba feliz porque, pese a la victoria de Antonio Ledezma y de otros opositores, le habíamos cumplido al comandante Hugo Chávez, porque la mayoría de las alcaldías habían quedado en manos de la revolución y el mapa se había teñido de rojo otra vez. Estaba feliz porque, pese a la guerra económica y psicológica desatada contra el pueblo, los venezolanos habían ratificado su decisión de ser soberanos, revolucionarios y chavistas.
Pero no podía dejar de llorar, porque mi colega, amigo y camarada, no podría trabajar para construir ese hermoso sueño de la Caracas Metropolitana incluyente que edificaría “helibarrios” (helipuertos en los barrios para atender las emergencias de los pobres), y construiría en La Carlota el Gran Helipuerto de Caracas y el Gran Hospital de Defensa Civil en el antiguo edificio de la Fuerza Aérea.
Lloré porque se desvanecía esa Caracas Metropolitana verde, ecológica, con huertos en los barrios.
Villegas proponía crear “Centros Comunales de Resolución de Conflictos” para resolver los problemas vecinales sin necesidad de acudir al poder judicial. Y se había comprometido como primera acción de gobierno a crear la “Coordinación Ciudadana para la Convivencia y la Paz”, convocando a todos los alcaldes del área metropolitana para que junto con el poder estatal coordinar una eficiente estrategia policial para luchar contra la inseguridad. Pero mi candidato sabía que eso no sería suficiente si no se acababa con la Caracas Metropolitana de la exclusión que fragmentó a la ciudad, inventando fronteras, creando pequeños feudos, en donde los pobres no aparecían ni en los mapas, ya que muchas veces sus barrios eran zonificados como zonas verdes.
Mi candidato también proponía rescatar espacios para la paz, recuperando parques y canchas deportivas, creando ciclovías y cerrando avenidas para hacer ejercicios los domingos, para que juntos construyéramos una ciudad Metropolitana en donde los niños salgan a la calle a jugar y no con armas y llenos de rabia por el mundo de la exclusión de la que son víctimas.
Ernesto Villegas quería (y estoy segura que todavía sigue queriendo) romper la lógica de la ciudad mercancía y construir la Caracas Metropolitana verde e incluyente.
Pero con Antonio Ledezma nuestro alcalde Jorge Rodríguez, en lugar de un aliado, seguiría teniendo un Alcalde Metropolitano hostil a las luchas del pueblo, a diferencia de Ernesto que quería reivindicar el papel de gran coordinador y articulador de las gestiones del gobierno nacional, regional, distrital y municipal, así como todas las formas de autogobierno comunal en el ámbito metropolitano.
Ernesto también es un gran defensor de la Misión Nevado, y desde la Alcaldía Metropilitana proponía impulsarla y fortalecerla. También se había comprometido en apoyar la inmensa transformación de los barrios y sitios populares a través de la Gran Misión Vivienda Venezuela y Barrio Nuevo, Barrio Tricolor.
Su programa de gobierno proponía crear las Mesas Metropolitanas para la Prestación de Servicios Públicos para que ningún barrio se quejara porque tenía un mes sin agua, estaba sin luz, o que se le acumulara la basura por falta de atención de su gobierno municipal.
También quería crear mercados en todos los barrios para que la comida nunca faltara y fuera adquirida a precios justos. Y se había comprometido a luchar contra la usura y la especulación.
Tampoco había olvidado la salud, por lo que impulsaría a la Misión Barrio Adentro, mejorando además las condiciones de nuestros hermanos cubanos. Ernesto proponía distribuir educación y preservativos para evitar el embarazado adolescente. Y había diseñado un Servicio Metropolitano de Mamografías y atención especial para las enfermedades de alto costo.
Lloré también cuando leí esa noche en aporrea.org un artículo de Lionel Muñoz Paz titulado la “Gesta de Ernesto”, en donde el articulista escribía: “la gesta de Ernesto ha significado para este escribidor desempolvar la familiaridad con los altavoces, encaramarme en tarimas y desafiar muchedumbres entusiasmadas, desplegar el proselitismo como otrora lo hicimos por las causas estudiantiles. En suma, viejas vivencias ahora redivivas por las mismas razones que nos hermanaron desde siempre”.
Ciertamente, a mi también me ocurrió y gracias a esa energía contagiosa de Ernesto yo también dejé la comodidad del periodismo para ponerme mi camisa roja, levantar un punto rojo en la avenida Uslar de Vista Alegre, al lado del Farmatodo, y rodeada de una clase media alienada, algunas veces agresiva, repaldar las candidaturas del chavismos en la parroquia El Paraíso. Tarea que sólo fue posible gracias a mis amigas y camaradas Belkis Cabello, Rosa Rivera, Otilia Fernández, Nicomedia Pestana y otros tantos anónimos que desde el voluntariado con Ernesto Villegas nos respaldaron esos días.
Por eso esa noche mi llanto era incontenible ya que había sido postergada esa Ciudad Metrolitana de amor con la que sueña Ernesto Villegas y yo también y Belkis, Rosa, Otilia y muchos tantos que se lanzaron a integrar el Voluntariado con Ernesto Villegas, en contraste con la Caracas Metropilitana de odio que ha construido la oposición y que probablemente seguirá con esta reelección del candidato de la MUD.

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