domingo, 2 de febrero de 2014
ÉPALE CCS/ CUENTOS DEL ARAÑERO El único diablo
01/02/14.- Yo, en verdad, a la hora de las reuniones de presidentes, me sentía muchas veces como un solitario, hasta que empezaron a llegar compañeros. Recuerdo la primera cumbre de presidentes en la que coincidí con Fidel. Fue en el 99 y después de una intervención que hice, Fidel Castro me envió un papelito hecho a mano, diciéndome: “Chávez, siento que ya no soy el único diablo en estas cumbres”. Los dos estábamos como que desentonábamos.
UNO BARBUDO
Yo era un niño de ocho años, quizá menos, cuando comencé a oír hablar de un tal Fidel, de uno barbudo. Porque en mi casa, tú sabes, en un pueblo muy pequeño, mi papá, maestro, muy dinámico siempre. Era deportista, jugaba softbol, jugaba bolas criollas. Era parrandero, tenía muchos amigos y la casa se la pasaba llena de amigos. Un tal John con una guitarra, y daban serenatas; mi mamá a veces se ponía brava, ¿no? Y la casa de mi abuela, que quedaba ahí, yo vivía en la casa de mi abuela, a media cuadra. Uno estaba ahí, como dos casas en una.
Llegaba mucha gente, mi tío Marcos Chávez, que era adeco y trabajaba en Barinas, era romulero, sigue siéndolo. Él me dijo en estos últimos años: “Hugo, yo sigo siendo romulero, pero ahora estoy contigo”. Romulero con Chávez. Y mi papá andaba con el grupo aquel que se salió de Acción Democrática y formó el MEP, el Movimiento Electoral del Pueblo. Y unos amigos de mi papá se fueron para la guerrilla. Recuerdo que al médico del pueblo se lo llevaron preso y después se fue para la guerrilla. El padrino de mi hermano Nacho se fue para la guerrilla.
Mi papá se la pasaba parrandeando en el botiquín de Francisco Orta, en Los Rastrojos, a mí me gustaba ir con él. Me quedaba afuera jugando metras, pero escuchaba lo que allí hablaban los Orta, de una guerrilla. Hablaban de un tal Fidel, y vi la foto de Fidel. ¡Imagínate los años que han pasado! Yo recuerdo, Fidel, tu entrada por Sabaneta y cuando te vi entrando —te agachaste— a la casita pequeña donde nosotros nos criamos. ¿Cuántos años después? Medio siglo después. Y yo decía: “Increíble, pero es cierto, ese es Fidel Castro”. Cuando yo era niñito en esta misma casa oía hablar de un tal Fidel y ahí va Fidel.
POR HUGO CHÁVEZ FRÍAS
ILUSTRACIÓN MELANY PÉREZ
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