lunes, 29 de septiembre de 2014

Discurso Miguel Peña animó al Congreso de 1811 a declarar la Independencia de Venezuela

El 29 de septiembre de 1781 nació en Valencia Miguel Francisco Peña Páez, valeroso prócer civil de la Gesta Emancipadora, y litigante con destacada actuación en muchos de los sucesos que definieron el rumbo político de Venezuela tras culminar la contienda contra la Corona española.

PEÑA Y LA PRIMERA REPÚBLICA

Peña recibió el título de abogado de la Universidad Real y Pontificia de Caracas, y se inició como funcionario de la Real Audiencia, así como en la transición de Trinidad “de manos españolas a inglesas”, en las postrimerías del siglo XVIII y los primeros años del XIX.
Como tantos otros letrados venezolanos de su época, Peña se hizo partidario de las ideas republicanas. El 4 de julio de 1811, en representación de la Sociedad Patriótica, pronunció un discurso en el Congreso Constituyente, con argumentos tan convincentes, que hizo inclinar la votación del día siguiente, 5 de julio, a favor de la Declaración de Independencia.
En 1812 fue designado Gobernador de La Guaira por el Generalísimo Francisco de Miranda, cargo que ejerció hasta la madrugada del 30 de julio de ese año, cuando, tras la Capitulación de San Mateo, el puerto pasa al control del realista Domingo de Monteverde.

EL DISCURSO DEL 4 DE JULIO

El discurso de Peña surtió los efectos de un detonante en el seno de la corporación constituyente de 1811. La pieza oratoria del valenciano, según Caracciolo Parra-Pérez, fue la expresión de un “temible agitador”, y dio continuidad al vibrante alegato que el día anterior, el 3, diese dentro de la Sociedad Patriótica el joven Simón Bolívar. Uno y otro mensaje condujeron a disipar en muchos congresistas las dudas para tomar su decisión de proclamar la independencia de Venezuela.
Peña dice “¡…detestamos a Fernando VII! Que no detenga el miedo a los ingleses para declarar la independencia, porque jamás aquellos han podido conquistar un palmo de tierra en el continente español: de atacarnos, volveríamos a derrotarles, como ya lo hicimos durante los últimos setenta años en Puerto Cabello, La Guaira, Cartagena y Buenos Aires. Y que no se invoque contra la proclamación inmediata de la independencia la ignorancia en que están los pueblos de los sucesos políticos. Caracas, donde se forma y dirige la opinión pública, reclama la independencia”. Tan terminante disertación indujo al Congreso a consultar esa misma tarde, al Ejecutivo. Este dio su asentimiento a la proclamación de independencia que se acoradría el día siguiente, 5 de julio de 1811.

SITIADOS

El 10 de julio de 1814 es firmada la capitulación que pone fin al cerco impuesto por José Tomás Boves sobre Valencia. Como mediador por los patriotas fue designado Peña, quien logra arrancar al caudillo asturiano garantías a personas y bienes de la ciudad, la que había soportado por meses penurias sin cuento. Boves incumple lo pactado. Peña logra escapar de la ciudad disfrazado de fraile.

EL MAGISTRADO Y ROBINSON

El 21 de marzo de 1824 el jurista valenciano, quien ejercía como Presidente de la Alta Corte, escribe a Bolívar acerca de “la Casa de Industria Pública que se ha propuesta en esta ciudad el señor Simón Rodríguez o Carreño.(…)De lo que Ud tal vez no está enterado es que una Casa con ese fin, donde se da educación a los jóvenes y se les da a aprender un oficio mecánico(…)sólo a su infatigable constancia se debe el que le hayan concedido el edificio público llamado Hospicio…y tiene algunos muchachos, pero le faltan fondos para montar su proyecto como quisiera”. Altruismo expresa Peña al insistir “Si este hombre se pierde por falta de protección, no hallaremos otro”.
Sin duda, antes que el huracán de la intriga e intereses regionalistas diesen por tierra con los proyectos de unión de pueblos cimentados en torno al sólo prestigio del héroe, Peña tiene tiempo de reflexionar sobre la educación como camino cierto para dar afirmación a la patria grande.

MADUREZ Y SEPARACIÓN

Tras grave desavenencia con el vicepresidente Francisco de Paula Santander en torno al juicio y muerte contra el prócer venezolano Leonardo Infante -hecho que constituyó un asesinato- y, de otra parte, debido al malestar que rodeó la figura de Peña por una rendición poco clara de dineros que administró siendo Presidente de ta Corte, éste abandona Bogotá y regresa a Valencia, donde promueve la Cosiata, así como la definitiva separación de la Gran Colombia y el surgimiento de la Cuarta República, en la Venezuela de 1830. Vehemencia, don para el litigio y escaso dominio de sus pasiones, al lado de una valentía personal de excepción fueron rasgos de este venezolano que amó a Valencia y a su país con ímpetu desbordado.

“IRAS MAL SUJETAS”

“Boves cerca Valencia. Él [Peña] se encara al terrible, arráncale promesa de respeto a clero y seglares. Mas…la ola de sangre pasó sobre la misma Valencia(…)salió Peña protegido de disfraz. Acá se finge clérigo y leñador, allí y acá demente. Con su palabra calurosa…crea un Congreso en el llano [San Diego de Cabrutica, donde es reconocido Bolívar].
(…)Envíale el Congreso -de Cúcuta- a la histórica ciudad (Bogotá). Hay Alta Corte; por ser alta es suya, que la preside(…)Arrebato de amor había sido el levantado pensamiento grancolombiano; lo que alcanzó el prestigio del héroe [Bolívar] lo destruyeron las vanidades e intereses de los hombres. De Caracas se quejaba Santander, y de Peña; y Peña, de Bogotá y de Santander(…)
De un caso de conflicto andaban en busca aquellas iras mal sujetas de que eran muy principales teatros las casas de Santander y la de Peña; Osío, Pérez y Arvelo eran fieles de éste; de Santander Azuero y Soto. Colmo hallaron las iras por Infante. Muere un Perdomo, dícese sin razón suficiente, que Infante lo había muerto(…)Entre tres votos a vida y tres a muerte no hay sentencia de muerte. “No firmo esa sentencia” [dice Peña]. El Congreso le acusa ante el Senado. “Yo abrigo la esperanza de ser el último colombiano en ser juzgado por un tribunal tan parcial”(…)Peña vuelve a Valencia, reconocido…por su bravura en lo de Infante, como vehemente adversario de Colombia.
“(…) De Páez fueron entonces los actos visibles, pero los…determinantes de Peña(…)Cuanto se escribe es suyo, cuanto se mueve por él se mueve. De diversos factores se compuso aquello que, por quedar poco, fue llamado la Cosiata, mas fue de él el arte de agruparlos. Sin lo de Infante, lo habría hecho; mas lo precipitó lo de Infante(…)murió al cabo, aquel letrado brioso que se había rebelado contra un trono, dado vida y muerte a una república y cercenado de sus ruinas a otra” (José Martí, Cs, 1° de julio de 1881).

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