Según la mitología griega, hablar del monte Olimpo era hablar de la cima
sagrada donde moran los dioses griegos y el dios Zeus “dios protector
del orden y la justicia”, una cima inalcanzable para los mortales, así
se sintieron por mucho tiempo los endemoniados, ¡perdón!, los endiosados
que han pasado por la Casa Blanca del imperio norteamericano por mucho
tiempo, la historia es asombrosa, para bien o para mal, pero al fin y al
cabo, es historia.
Hasta ahora, las cumbres de Nuestra América eran para que los dioses del imperio salieran riéndose con su supremacía endiosada y nuestros países se quedaban con los improperios que estos jugadores de oficio bandidos, lanzaban como piedras, dardos, etc. en las cumbres para salir airosos y triunfantes como dioses del Olimpo, eso venía ocurriendo durante décadas hasta que llegó el Comandante Eterno Hugo Chávez a desafiar al mismo demonio ¡perdón! al mismo dios de los Estados Unidos, a George Bush, cuando se daba la asamblea general de la O.N.U. el 20 de septiembre de 2006, es decir, en su propia casa, diciendo ante el mundo entero que pensaba el arañero de sabaneta de un dios de trompeta: “Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar! Ayer señoras, señores, desde esta misma tribuna el Señor Presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo el Diablo, vino aquí hablando como dueño del mundo”.
Venezuela antes no podía ver la cima de la montaña del éxito en estas cumbres, estaba ajena a nuestro país y a todas nuestras naciones, a nuestros ciudadanos, éramos simples mortales sin derechos humanos para el triunfo de la vida, estábamos en una competencia de supervivencia del más acto y ¿quién ganaba? La historia ha cambiado y el culpable es Hugo Chávez, que se subió al Olimpo de las Naciones Unidas a convencer al mundo que observaba su juego, que se podía jugar magistralmente en todos los juegos que participaba en cada asamblea y pudo demostrar que se le podía ganar a esos dioses que existían hasta entonces, porque eran definitivamente unos demonios disfrazados que le habían robado el sueño a la humanidad.
Hugo Chávez dejó las armas más poderosas que mortal alguno ponía tener para competir con los dioses del Olimpo en el norte, el Amor, la Pasión y la Paz.
La Cumbre de Panamá…será nuestra. Gracias Comandante del Olimpo Eterno
Nuestro legado… también es sagrado
ivanmendez2006@cantv.net
Hasta ahora, las cumbres de Nuestra América eran para que los dioses del imperio salieran riéndose con su supremacía endiosada y nuestros países se quedaban con los improperios que estos jugadores de oficio bandidos, lanzaban como piedras, dardos, etc. en las cumbres para salir airosos y triunfantes como dioses del Olimpo, eso venía ocurriendo durante décadas hasta que llegó el Comandante Eterno Hugo Chávez a desafiar al mismo demonio ¡perdón! al mismo dios de los Estados Unidos, a George Bush, cuando se daba la asamblea general de la O.N.U. el 20 de septiembre de 2006, es decir, en su propia casa, diciendo ante el mundo entero que pensaba el arañero de sabaneta de un dios de trompeta: “Ayer vino el Diablo aquí, ayer estuvo el Diablo aquí, en este mismo lugar ¡Huele a azufre todavía esta mesa donde me ha tocado hablar! Ayer señoras, señores, desde esta misma tribuna el Señor Presidente de los Estados Unidos, a quien yo llamo el Diablo, vino aquí hablando como dueño del mundo”.
Venezuela antes no podía ver la cima de la montaña del éxito en estas cumbres, estaba ajena a nuestro país y a todas nuestras naciones, a nuestros ciudadanos, éramos simples mortales sin derechos humanos para el triunfo de la vida, estábamos en una competencia de supervivencia del más acto y ¿quién ganaba? La historia ha cambiado y el culpable es Hugo Chávez, que se subió al Olimpo de las Naciones Unidas a convencer al mundo que observaba su juego, que se podía jugar magistralmente en todos los juegos que participaba en cada asamblea y pudo demostrar que se le podía ganar a esos dioses que existían hasta entonces, porque eran definitivamente unos demonios disfrazados que le habían robado el sueño a la humanidad.
Hugo Chávez dejó las armas más poderosas que mortal alguno ponía tener para competir con los dioses del Olimpo en el norte, el Amor, la Pasión y la Paz.
La Cumbre de Panamá…será nuestra. Gracias Comandante del Olimpo Eterno
Nuestro legado… también es sagrado
ivanmendez2006@cantv.net
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