Las explosiones del miércoles en el puerto de Tianjin, en el este de China, recuerdan el pésimo balance del país en términos de seguridad industrial, con unas normas que se suelen ignorar o aplicar de forma muy laxa.
El accidente causó al menos 50 muertos y más de 700 heridos en una zona industrial de ese puerto, uno de los mayores de China, a 140 kilómetros de Pekín. Los responsables chinos aún no pudieron explicar el origen de la catástrofe y siguen investigando lo ocurrido.
Alertados por un inicio de incendio, "los bomberos llegaron al lugar de los hechos y fue entonces cuando se produjo la primera explosión", declaró el jueves Zhang Yong, director del 'nuevo distrito de Binhai', la zona industrial afectada, en una rueda de prensa.
Las autoridades se negaron luego a dar más detalles sobre el accidente y abandonaron precipitadamente la sala para evitar responder a preguntas sobre las toneladas de productos químicos que podrían haber provocado la explosión.
Este viernes, en otra rueda de prensa, los responsables de Tianjin no se mostraron mucho más locuaces y aseguraron que seguían sin saber qué sustancias peligrosas había en el almacén donde se originaron las explosiones. Según un artículo del diario Noticias de Pekín, que fue rápidamente censurado, en el almacén había al menos 700 toneladas de cianuro de sodio.
"No hay una cultura de la seguridad en los lugares de trabajo en China", dice Geoffrey Crothall, portavoz de la asociación de defensa de los trabajadores chinos 'China Labour Bulletin', con sede en Hong Kong.
Más sobre
En agosto de 2014, una explosión en una fábrica de piezas
de automóviles causó 146 muertos en Kunshan, cerca de Shanghái,
recuerda. - "Normas que no se aplican" -
"Entonces oímos las declaraciones habituales (de las autoridades), lamentando un acontecimiento trágico, afirmando que jamás debería volver a ocurrir. Pero, obviamente, un año después, vuelve a pasar lo mismo", critica.
Según él, "el problema es que hay muchas normas, pero que no se aplican".
Las estadísticas oficiales señalan, pese a todo, que la situación está mejorando levemente. En el primer semestre de 2015, hubo 139.000 accidentes industriales en China, un 7, 5% menos que en 2014, y estos causaron 26.000 muertos, un 5, 5% menos que en el año anterior.
En el sector del carbón, en el que China es el primer productor mundial, los accidentes en las minas dejaron 931 víctimas en 2014, un 11% menos que en 2013. Un avance considerable, reconoce Crothall: hace 10 años las minas se cobraban entre 6.000 y 7.000 vidas cada año. La consolidación del sector provocó el cierre de muchas minas pequeñas, donde la seguridad era muy mala, explica.
Sin embargo, los desastres siguen siendo frecuentes. En 2013, la explosión de un oleoducto, en unas instalaciones del gigante petrolero público Sinopec, mató a 62 personas y causó 136 heridos en el puerto de Qingdao.
"Cada vez se detectan claras infracciones de las normas elementales: puertas cortafuegos cerradas con llave, ausencia de salidas de emergencia y muchos empleados que jamás siguieron una formación de seguridad", asegura Crothall.
Las empresas desdeñan a menudo las normas para conseguir una mayor rentabilidad y reducir sus costes: la corrupción endémica les permite escapar de los escasos controles, denuncian las asociaciones.
No obstante, tras el accidente de Tianjin, incluso los medios de Estado se mostraban críticos. "En una zona de trabajo concurrida (...) se pueden almacenar explosivos con una potencia equivalente a decenas de toneladas de TNT", se indignaba el diario Global Times, vinculado al Partido Comunista.
No hay comentarios:
Publicar un comentario