Sabiamente un proverbio árabe consagra que uno "es dueño de sus silencios y esclavo de sus palabras". Infelizmente vemos con dolor el irrespeto permanente de lo que se promete con la palabra. Nosotros militamos fervorosamente entre los hombres que asumen con responsabilidad lo que afirman. Por eso hoy quería compartir con ustedes lo que escribí en estas columnas a pocas horas de asumir la nueva Asamblea Nacional. El título era un pronóstico de una desgracia institucional anunciada: "Mal arranque".
"No arrancó bien la nueva Asamblea Nacional. Hay una sensación de alta beligerancia que no les gusta a los ciudadanos. No quieren un ring de gallos sino una academia democrática de construcción de soluciones a la crisis". Eso dijimos y lamentablemente acertamos. No arrancó, ni siguió bien.
En esa columna también les comentaba que Venezuela requería diferenciar bien entre lo urgente y lo importante, y que las circunstancias -bien definidas por el Presidente como una Emergencia Económica- exigían dejar de lado los resentimientos personales para actuar con responsabilidad social extrema. Hoy esta premisa no solo sigue teniendo la misma validez, sino que es más necesaria aún para alcanzar el bienestar que todos anhelamos.
No podemos caer en la trampa de las democracias de papel, ni quebrantar la esperanza popular. Es indispensable que lleguemos a acuerdos que verdaderamente les permitan a todos los venezolanos, sin distinción de clases, solventar los problemas que los aquejan. Debemos ser hombres y mujeres de palabra. Prometimos trabajar por y para el pueblo, crear leyes que transforman positivamente las realidades de cada estado del país y justo eso debemos hacer.
¿Estamos actuando así? ¿Hay comprensión y respeto mutuo? ¿Se podrá superar la crisis con este tironeo de visiones encontradas? ¿Es posible construir algo sólido habiendo una grieta que no sella? ¿Puede edificarse algo creativo a los gritos, amenazas y empujones? Los invito a reflexionar y responderse. Las cartas están descubiertas y todo está a la vista.
En ese momento soñaba rogando: "Ojalá que las partes se sincronicen. Que entiendan que deben bailar acompasadamente, con elegancia y efectividad. Lo contrario representa un monólogo frustrante. Esperemos que prime el sentido común y que la palabra patria rija para todos". Seguiré rezando a la Virgencita del Valle para que eso se cumpla. Un abrazo esperanzado.
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