jueves, 3 de octubre de 2013

Regularizar la economía Informal (III)

OPINIÓN
FRANCO MANRIQUE
Muchas son las opiniones y posiciones alrededor de la economía informal, generalmente sin datos precisos ni información veraz. La mayoría de los discursos reivindicativos por parte de sectores políticos de la economía informal se basan en un supuesto “derecho a la calle”, de hecho, los vendedores ambulantes en el pasado lograron negociar con el Estado, un virtual derecho sobre el goce y usufructo del espacio público. Esto trajo como consecuencia el uso de los bulevares, paseos, plazas y avenidas, para crear mercados a cielo abierto. Provocando no solo la destrucción de los espacios, sino aumento de la inseguridad, caos ambiental y de circulación en la ciudad. Esta realidad ha cambiado en estos cuatro años de gestión revolucionaria en Caracas, el Comandante Presidente Hugo Chávez preocupado por la ciudad ordenó el inicio del rescate y recuperación física de los espacios públicos. La Alcaldía de Caracas reubicó a los trabajadores de la economía informal en espacios acondicionados para que ejercieran sus actividades comerciales y se realizara un censo o empadronamiento general, para la reorganización, ordenamiento, clasificación, permisología y ubicación de los trabajadores informales en la ciudad.
La Alcaldía de Caracas ha dado respuesta concreta a transformadores de alimentos (perro calientes, arepas, empanadas, café, cachapas, chichas, jugos, cotufas y otros), artesanos de diversas áreas, se regularizó el trabajo doméstico y de conserjería, ahora “trabajo residencial”, se otorgan permisos para la venta de víveres y productos del agro, venta de flores, y muchos oficios y servicios a domicilio. Se han empadronado a más de 28 mil trabajadores, se han otorgado permisos para trabajar en espacios públicos a más de 6 mil trabajadores, la mayoría vinculados a procesamiento de alimentos, producción y venta de artesanía y venta de víveres, Se han reubicado a más de 5 mil vendedores de textiles, bisutería y mercancía seca en ferias y mercados de economía popular. Sin embargo creemos que esos esfuerzos son insuficientes, ya que no hemos logrado resolver las contradicciones de ese sector. Por eso decimos, que es una obligación en esta gestión, resolver lo que para nosotros es la contradicción principal: superar el trabajo improductivo que significa la reventa o intermediación de mercancía y lograr el desarrollo de trabajo productivo y necesario, que significa desarrollar parte de la cadena textil, referida a la confección y distribución.
Regularizar, para nosotros es la aceptación de una realidad social y económica que es necesaria incorporar al proceso revolucionario. Esto implica sincerar las relaciones económicas y sociales, transformarlas y hacer que tributen a la construcción de una economía fuerte, socialista con base en el trabajo.
La realidad es que las ferias y mercados de economía popular de la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador, son los espacios donde se distribuyen textiles importados por dos o tres mayoristas que se reservan el marcaje de precios, se comportan como un “cartel de la ropa”. A esto se unen las miles de prendas de vestir hechas en talleres de confección clandestinos, donde falsifican marcas. La mayoría de los talleres de confección funcionan como maquilas, además de una red de mujeres con máquinas de coser que trabajan a destajo en sus hogares, en una evidente tercerización inmoral. Estas trabajadoras también pertenecen al sector de la economía informal, pero no por cuenta propia, sino como explotadas de una cadena textil criminal.
La propuesta de crear una economía urbana con base en el trabajo necesario, está dirigida al sector de la economía informal, específicamente vendedores ambulantes, a los que están en la calle y en los mercados o ferias de la economía popular y a las mujeres de las maquilas. Transformar las relaciones de producción significa la eliminación de la división del trabajo, significa el cese de la explotación de miles de mujeres, que fabrican ropa “de marca”, significa intervenir esa cadena y transformarla y ponerla en manos de la clase trabajadora. Lo otro y no menos importante, es que la Alcaldía del Municipio Bolivariano Libertador quiere convertir los mercados y ferias de economía popular en –centros de producción y distribución– y dejar de ser los espacios donde los importadores colocan su mercancía, convirtiendo a los trabajadores de la economía informal en la mano de obra a su servicio, creando un sistema de tercerización. Podemos asegurar que los llamados buhoneros o vendedores ambulantes son los explotados de los monopolios que importan y controlan el mercado textil. Tener eso claro, nos permite identificar el verdadero enemigo y definir las tareas estratégicas para organizar la lucha revolucionaria de los trabajadores y trabajadoras de la economía informal. Esas tareas obligan a una agenda de lucha y articulación de los gremios, grupos y organizaciones de los trabajadores de la economía informal, junto al Gobierno Revolucionario.
En la mayoría de los trabajos de investigación sobre economía informal se limitan a observar solo la actividad comercial (comprar y vender), se limitan a estudiar el impacto sobre el espacio público, la inseguridad y la ilegalidad de esas actividades. Todas las propuestas giran en torno a mejorar el comercio al detal, legalizar esa actividad, lograr la reubicación a centros comerciales y tener la propiedad de los locales. Jamás se abordó el problema de fondo, nunca se analizó el sistema de explotación de las maquilas textiles, nunca se abordó el origen de las mercancías, de los carteles de la ropa, que convierten a los buhoneros en sus vendedores en un sistema de tercerización, jamás se estudió con seriedad la cadena textil nacional, el desmantelamiento por parte de empresas privadas y la necesidad de recuperarla, abordarla y cambiar las relaciones de producción, nunca se preguntaron quienes financian a los vendedores, y de donde proviene ese dinero.
ALGUNAS PROPUESTAS
Proponemos asumir este debate, sin ubicarnos en los extremos, y cuando decimos extremos nos referimos a la propuesta por parte de algunos sectores de la economía informal, de privatizar los espacios públicos mediante una supuesta autogestión, o ver la buhonería como un simple problema estético en la ciudad y con un potencial comercial, que se aprovecharía con la construcción de centros comerciales. Y el otro extremo es la erradicación del problema vía represión. Para resolver las contradicciones de la buhonería en la ciudad, debemos conocer el proceso histórico de ésta, y su funcionamiento actual. ¿Qué actores políticos y económicos participan dentro y fuera de la actividad comercial informal, de dónde sale la mercancía? ¿Cuáles son las fuentes de financiamiento de los trabajadores y trabajadoras informales? Cuáles han sido las relaciones históricas con el Gobierno Nacional y local? Cuáles son sus bases legales?
Partiendo de un debate serio, científico y racional del problema, proponemos construir una política de –regularización de la economía informal–, y regularización no significa formalizarla o legalizarla, se trata de crear una política específica, aceptar esa realidad para transformarla, tener plena conciencia de la existencia de un sector invisible para la economía nacional, al margen de la seguridad social, que además no paga impuestos, y que económica y socialmente está presionada por sectores privados que ejercen un sistema de explotación directa e indirecta sobre las trabajadoras y trabajadores de la economía informal. Y por la importancia que tiene la existencia de una numerosa mano de obra que ocupa, y que amerita la ocupación del Gobierno Nacional y local, para su incorporación al trabajo productivo y necesario.
Por otro lado existen muchas familias ubicadas en puestos de las Ferias de Economía Popular de la Alcaldía de Caracas, que tienen pequeños y medianos talleres de confección textil, talabartería y muchos artesanos, son trabajadores informales, pero diferentes, ellos producen lo que venden, o sea, estamos ante la presencia de productores. Este sector cada vez más numeroso hay que atenderlo de manera especial y generar las condiciones para su organización y crecimiento, y poco a poco cambien las relaciones de producción y logren la constitución de fábricas de propiedad social.
Dada la diversidad en la conformación de los actores de la economía informal podemos asegurar que hay diferencia entre trabajadoras y trabajadores informales, diferencias que describen nuevas categorías:
–Productores: son trabajadoras y trabajadores que producen materia prima y/o agregan valor a un producto a través de procesos de transformación: confección textil, talabartería, calzados, morrales, artesanías diversas, transformadores de alimentos.
–Prestadores de servicios: reparaciones de electrodomésticos, tapiceros, mantenimiento, jardineros, herreros, electricistas, plomeros, zapateros, albañiles, limpiabotas, mecánicos, latoneros, pintores, lavanderas, peluqueras, trabajadoras del hogar, vigilantes, choferes, caleteros, transporte no agremiado en general (taxis, moto taxis, viajes y mudanzas).
–Comerciantes: Revendedores de textiles, calzados, bisutería y otros, bodegas, quioscos, vendedores de alimentos a cielo abierto. En esta categoría se encuentran los vendedores ambulantes, que conocemos como buhoneros.
–Profesionales consultores que trabajan por cuenta propia, son contratados a destajo, para la realización de diversos servicios en áreas especializadas: proyectos, seguridad personal, auditorías, contabilidad, administración, investigación, salud, asesorías, consultorías y otras.
Muchas trabajadoras y trabajadores de la economía informal no son profesionales, pero tienen oficios y habilidades especializadas, que son reconocidos en la constitución y leyes revolucionarias, muchas de las actividades que realizan responden a las necesidades de sectores populares, que no pueden pagar servicios a empresas privadas. Es el caso de muchos servicios prestados en sectores populares, que llegan a configurar verdaderos sistemas económicos locales. Y que con apoyo pudieran convertirse en verdaderos ejes económicos. Pero, también encontramos empresarios con maquilas o sistemas de tercerización laboral, ocultos en la “economía informal” para evadir sus responsabilidades fiscales y laborales. Esta realidad nos obliga a replantear las políticas que desde el Estado se desarrollan hacia ese sector, es una prioridad conocer en detalle los actores en cada categoría. Y lograr concentrar los esfuerzos en la regularización de estas actividades, en cinco líneas:
1. Desmontar las maquilas y sistemas de explotación, así como los carteles de la ropa representados en un pequeño grupo de importadores, y organizar a los trabajadores como poder popular y lograr que dirijan las empresas productoras, y la distribución junto al Gobierno Revolucionario.
2. Asesorar y acompañar los procesos administrativos y organizativos de productores, de muchas unidades de producción consolidadas para su regularización definitiva, con énfasis en su personalidad jurídica, el cumplimiento de las obligaciones tributarias y la incorporación al sistema de seguridad social de sus trabajadores.
3. Usar la capacidad de compra del estado para absorber la producción de este sector, así como reorientar la inversión pública hacia las actividades productivas, la mejora tecnológica, administrativa y la definición de ejes productivos en la ciudad.
4. Lograr la sustitución de la importación privada de textiles y calzados con la importación pública, que permita no solo control de precios, sino ir sustituyendo poco a poco la importación por la producción nacional.
5. Desarrollar programas sociales dirigidos a sectores que verdaderamente trabajan para su subsistencia y están en pobreza extrema, además de la atención social de niñas y niños, casos de salud y personas adultas mayores.
Es necesario acotar que la Alcaldía de Caracas ha dado respuestas concretas a muchos trabajadores de la economía informal, tal es el caso de los procesadores de alimentos, los cuales cuentan con todo el apoyo y permisos para el buen desarrollo de sus actividades en la ciudad. Los artesanos, vendedores de alimentos, prestadores de servicio, cuentan con permisos y cumplen condiciones del uso del espacio público, así como miles de trabajadoras y trabajadores revendedores de textiles y otros, que hemos empadronado y realizan sus actividades comerciales en locales acondicionados para eso. Sin embargo queda mucho por hacer, sobre todo en materia textil, todavía nuestros mercados y muchos trabajadores distribuyen mercancías importadas, de tres o cuatro importadores que además fijan precios sin ningún control del Estado o del Poder Popular.
La importancia de tener claro la condición y naturaleza de los actores del sector informal en sus diversas categorías, significa que en el país existe un sector importante de la economía que genera riquezas y que pueden cumplir obligaciones fiscales e incorporarse al sistema de seguridad social, que reconozca los derechos de las trabajadoras y trabajadores de la economía informal. Y que pueda sincerar la información y cesar con la manipulación y la superficialidad en la interpretación de las necesidades y problemas, nos referimos a grupos “representativos” que en el fondo obedecen a sectores comerciales y mafias del sector.
ILUSTRACIÓN UNCAS

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