l unísono con el siglo XX se extinguió la hegemonía del bloque imperialista-oligárquico.
El pueblo (amorosamente unido a un liderazgo, ¡Chávez vive!, que reempató el hilo de la historia y, devolviendo la original conciencia patriótica y bolivariana a la FABN, forjó la unidad civil-militar) retomó las riendas de su destino y está ahora dedicado a construir la Patria bonita y el sueño de justicia y libertad, marchando rumbo al socialismo y con él a la mayor suma de felicidad posible.
Los poderes desplazados no se resignan, nunca en parte alguna se han resignado.
Golpe de Estado, golpe-sabotaje petrolero, microinsurrecciones de todo tipo lucubradas en los laboratorios de la CIA y mentiras, mentiras, mentiras descargadas sobre los caminos del mundo, con el cinismo criminal aprendido de los nazis y potenciado por el descomunal aparataje mediático que manejan, han conformado y conforman la panoplia de la contrarrevolución.
Ahora retoman la pretensión del “golpe suave”.
Otra vez la rebelión de los efebos, las y los muchachitos bien mantenidos por fuera pero horros de sustancia por dentro, los cuales, formados en el odio al proceso revolucionario y a su liderazgo, son presa fácil de los manipuladores, quienes los llaman a una protesta “pacífica” mientras desarrollan un libreto de siniestra violencia subliminal que culmina en sangre y destrucción.
Tratan de fabricar un imposible golpe y deliran por la intervención imperialista. Muchachitas y muchachitos sin sentido consolidado de Patria, capaces de mancillar la bandera mirandina. Están de nuevo subestimando al pueblo.
El pueblo que ha vuelto a empuñar, junto con sus hermanos de la América nuestra, los clarines de Carabobo y Ayacucho.
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