ÉPALE CCS/MIRADAS Crónica de un álbum

En este trabajo autorreferencial, volvimos la mirada hacia los hacedores de Épale CCS, para mostrar cómo se produjo El de Sabaneta, un álbum que nos enorgullece por partida doble: porque está bien hecho y porque ofrenda la memoria de nuestro comandante Chávez

30/03/14.-Roberto Malaver ha recomendado públicamente que en conferencias o ponencias él prefiere el rol de moderador, en el que sencillamente lo que tiene que hacer es presentar a los y las panelistas y ya. Salvando todas las distancias que hay que salvar, algo así me tocó. Desde el día de la idea del álbum hasta hoy, día en el que a usted debieron darle uno junto con la revista (si no lo tiene, deje de leer y devuélvase a buscarlo; hay un álbum gratuito que le pertenece), ha pasado de todo. Y aunque a algunos y algunas les dé una sensación inenarrable, tenemos patria.

Reinaldo González es el asesor editorial de la revista. Y coordinador del álbum. También es pana y me echa el cuento: “Quisimos hacer un álbum de barajitas, de colección, en homenaje a Chávez, el año pasado, pero por distintas razones no se pudo y lo retomamos para marzo por cumplirse un año de su muerte. El concepto del proyecto inicial se mantuvo, que eran nueve capítulos asociados a facetas o períodos de vida de Chávez. Metimos “La rabo ’e cochino”, que tiene que ver con su faceta deportiva, que va desde que estaba chamo hasta que partió. También Chávez músico, “Al son de Hugo”. En el último capítulo, “Chávez pueblo”, se mencionan algunos de los muchos logros de la Revolución. Hablamos de su enfermedad y lo titulamos “La batalla más difícil”. En “Presidente invicto” se cuentan sus victorias electorales. Nunca perdió una batalla en la que él se midió. “Un guerrillero en el Ejército” habla de su paso por la Academia Militar. “El Arañero” tiene que ver con su niñez. “Por ahora” va desde la rebelión cívico-militar del 4 de febrero hasta su llegada a la presidencia. “El mundo con Chávez” muestra la solidaridad de gobiernos y pueblos del mundo con la Revolución Bolivariana y viceversa. Obviamente no están todos, ¡son muchos!”.

Durante el proceso, Reinaldo estuvo a punto de perder su característica paciencia varias veces. La imprenta, los imprevistos, el papel, las barajitas. Diagramaron Zonia y Edarlys, ambas de Épale CCS, y el diseño gráfico fue de Egidio Rodríguez. Paola Sabogal se encargó de los textos. Más allá de estos créditos, el álbum y la revista son publicaciones que llenan de satisfacción a todos y todas los que aquí trabajamos. Una cosa buena es que vamos a poder llenar el álbum; no tenemos esa limitación de la empresa privada en la que los que trabajan dentro no pueden llenarlo. Claro, esos álbumes cuestan y tienen algunos premios. Reinaldo sigue contando: “Lo que queremos es reivindicar el intercambio alejado de la lógica mercantil. El álbum y las barajitas van a salir con la revista y el fin no es hacer dinero sino que la gente llene el álbum y lo guarde como un documento histórico, que se sale de los paradigmas tradicionales. Hay unas barajitas más difíciles de encontrar que otras, pero la gente lo va a poder llenar”.



En cada revista, desde la próxima hasta la número 78, saldrán 18 barajitas distintas que completarán las 90 que tiene el álbum. “¿Y cuando la gente complete el álbum qué pasa?”, le pregunto al coordinador. “Bueno, lo guarda. Yo, por ejemplo, lo quiero llenar y regalárselo a mi hija”. “¿Cómo se llama tu hija?”. “Habana”.

Ir por la ciudad buscando y encontrando a las dos ilustradoras y a sus siete colegas que hicieron las barajitas resultó un trabajo distinto. De Palo Verde a Montalbán pasamos por la avenida Francisco de Miranda y vimos la irresponsabilidad del alcalde de Chacao. Recorrer Caracas siempre es grato cuando no importan las colas. Estas nueve personas forman el mejor grupo de ilustradores de barajitas que se haya reunido jamás. Y no son barajitas cualquiera, estamos hablando del álbum de Hugo Chávez. Omar Cruz fue el primero con quien hablé, el 20 de marzo, y Franklin Alviárez el último, pocas horas antes del cierre de esta edición, el martes 25. Mientras escribo, Reinaldo González se reúne pacientemente para afinar detalles del papel para las barajitas.





OMAR CRUZ

En la planta baja del Ministerio de Educación está la dirección de la revista Tricolor que dirige Omar Cruz. Vive en Guarenas y tiene una moto “que tiene todo el mundo”. Usa una franela de los Beatles. Dibuja desde carajito y no se acuerda cuándo empezó. Le pregunto por su familia: “Cuatro hijos, dos nietas, una esposa y un perro”. Ilustró El plan de la patria y la Constitución. “Es muy importante para mí, y que me lo haya pedido el presidente más todavía. Me lo mandó en un sobre y me dijo que quería que ilustrara su proyecto”. Omar conoció y fue amigo del Comandante desde que estaba en Yare. Está escribiendo su autobiografía ilustrada al lado del presidente Chávez; se va a llamar Llovió en verano. Le hacía las tarjetas de navidad y hasta llegaron a pintar juntos. Lo acompañó en muchas oportunidades. Recuerda con nitidez cuando se le quebró la voz en Apure. “Es como si él supiera lo que le iba a pasar. Fíjate todo lo que hizo en 14 años. No descansaba. Pedirle que lo hiciera era un insulto. Fue un privilegio tener una amistad con un ser supremo como él”. Literalmente, Omar recoge cosas del pueblo, las dibuja, las ilustra, las pinta y las lanza. “El ranchito es un reflejo de eso”.



EL TANO

Estamos en San Martín. En el taller de El Tano hay tres gatos: Aristóbulo, que es negro; Frida, que no importa; y Miranda, cuyo color tampoco importa. Alicia es la secretaria y dice que Tano “tiene su carácter. Ya voy a tener diez años con él”. Primera pregunta: “Tano, ¿por qué te dicen Tano?” “No tengo ni la más prostituta idea”, me responde. Luego pudo teorizar al respecto, pero no da tiempo de contarlo. Tano es de Valdivia, 800 kilómetros al sur de Santiago. Por supuesto que en su escritorio está Condorito, y lleva una franela del Colo-Colo, “el equipo de los pobres en Chile”. Tano trabajó en la campaña de Salvador Allende, en 1970. Y habló mucho con Chávez. “Una vez me invitó a Cumaná en avión y hablamos que jode. Llegó el avión a La Carlota y nosotros seguíamos hablando sin bajarnos”. Los empaques de arroz, harina y leche en polvo que se distribuyen en Mercal tienen dibujos de El Tano. Cuenta que cuando Chávez vio los otros bocetos que le mostraron dijo: “Esto no tiene sabor a revolución”. Y cuando Tano los vio dijo: “Esto no huele a revolución”. Y el Comandante aprobó la propuesta de empaque del también poeta que probablemente usted tenga en su despensa. “El Presidente me pidió un empaque y yo le di un medio de comunicación”. Apuesto que usted está yendo a buscar su paquete y va a leer lo que dice. Tano sentencia: “Aquí lo que está en juego, en cada elección, es la propiedad del petróleo venezolano”.

LUIS “RAZOR” BALZA

Estamos en Palo Verde. Tiene un bajo, es músico. Tiene una camilla, es tatuador. Es practicante de artes marciales, tiene un montón de armas y espadas guindadas en una pared. Tiene una novia gocha, que se llama Zonia y trabaja en la revista y trabajó en el álbum y nos brindó un jugo de melón con bastante azúcar. Se conocieron en El Perro y la Rana. “La vi en el ascensor y no me paró bolas; le eché los perros, le eché los perros hasta que me paró”. El apodo viene de la Cristóbal Rojas, cuando era roquero y usaba cadenas y se asemejaba a un luchador de lucha libre. Es diseñador gráfico y trabaja en el grupo creativo del Minci. “¿Cuándo fue la última vez que te caíste a coñazos?”. “Fue hace como dos años, me trataron de robar una guitarra que era prestada”. También practica el budismo. En esa ocasión les dio una pela sin joderlos mucho. “Me emociona lo del álbum. Creo que es algo inédito. Me agrada que seamos distintos ilustradores, con distintas técnicas y maestros. Creo que va a perdurar en el tiempo”.



PABLO “EL KALAKA” PÉREZ RIESCO

Estamos en Montalbán. Las calacas son unas calaveritas. “Las calaveras de la fiesta de muertos. Los mexicanos celebran su día de muertos arrechamente. Tienen una presencia gráfica muy potente”. Pablo estudió en Barcelona, España. Y a su papá le dicen Tano. Vive con Silvia, quien nos ofreció papelón con limón. Nos muestra los bocetos que trabajó a lápiz para el álbum. “¿Vives de eso?”. Y me responde que sí, pero que en realidad él es muralista. Su trabajo es el arte mural. Tiene uno en Sabas Nieves, un poquito después del túnel. También en Plaza Venezuela, uno que ya está viejo. “Uno tiene que asumir que el mural es un trabajo efímero. En Venezuela podemos trabajar como nos gusta a los muralistas: con activación de la comunidad”. Ha trabajado bastante en el estado Sucre, de la mano de PDVSA. “A Carúpano la pintamos completa. La gente quedó enamorada de sus murales. Los guarimberos nos sabotearon un mural, el más grande. Le tiraron un galón de pintura. Vamos a recuperarlo. Claro, surgen problemas que te obligan a pensar políticamente tu trabajo, porque esa pared permite el sabotaje, porque es muy oscura, muy sola. Hay que activar a la comunidad. Esa pared es el muro de contención de una urbanización a la que la gente llama ‘los adecos’”. Hablamos largo con El Kalaka. Silvia es fotógrafa. Mientras Pablo contaba su experiencia con los murales, ella y Ambrosio hablaron sin parar. Al final Pablo nos regaló dos libros.



ALFREDO RAJOY

La Guaira. Rajoy está de cumpleaños. “¿Cuánto te tardaste en hacer ese dibujo?”, le pregunto. “No sé, 16 horas”. Es un trabajo en tinta china. Lo vemos en una habitación que también tiene muchas almohadas sin funda regadas por ahí. Cada almohada tiene escrito un sueño. Leí unos tres solamente porque no se puede hacer eso en un cumpleaños. Pero uno solo sí se los puedo contar: “Una niña se me acerca y hace que me agache. Al agacharme, me pone al cuello un pabilo anudado que atraviesa varias chapas que están aplastadas y pintadas de dorado mientras me susurra al oído: ‘Es un collar de perlas solares’”. Rajoy es un experto en religión, en santería. Las explica sin altisonancias entre lo necesario para celebrar 30 años. Domina las conchas de coco y el tabaco. Cuando hablamos de la foto y le propusimos que sostuviera un coco, afirmó: “Yo considero que las trinitarias son más bonitas que un coco”. Pero no había suficiente luz donde estaban las trinitarias. Feliz cumpleaños, pana.

OSCAR HERNÁNDEZ

En la avenida Nueva Granada. Oscar tiene 27 años y no le gustan las fotos. Eso en una entrevista con fotos puede ser un problema. Forma parte del Comando Creativo, dibuja desde pequeño aunque en su entorno no sentía tanto apoyo. Lo hacía escondido. “Un chamo compañero de escuela me ayudó, y luego estudié diseño gráfico. Lo ejercí, me fue bien pero me obstiné. No me gusta. Me defiendo, no me va mal. Luego empecé a ilustrar y a la gente le ha gustado. En el álbum me tocó la infancia de Chávez. A partir de escenas, hice un estudio de iluminación y juego de colores. Me gusta mucho la ilustración infantil. Estoy satisfecho”.



NATHALY BONILLA

En Parque Central. Bonilla es de Rubio, a unos 45 minutos de San Cristóbal. Ilustra, dibuja, tatúa, escribe. Hizo la dirección artística de la pasada Feria del Libro de Caracas. “¿Cuánto cuesta un tatuaje como ese?” y señalo uno pequeño en su brazo. “Unos ochocientos”. Ella es rápida porque todo el tiempo está ilustrando y pintando. Ilustra en la revista. Ahorita está terminando un libro infantil. Es adicta al té. Lo usa como depurativo: de lo infantil salta al té antes de aterrizar en “Soberanías sexuales”, luego más té y va con algo político y así va tomando té y desconectándose y trabajando y durmiendo pocas horas. “Fue divertido hacer las barajitas. Jugué con un minimalismo y con colores planos. Me gustan los colores planos en lo digital”. Tuve que preguntar. “Son los que no tienen degradados de color. De repente un tono seco sobre una línea negra”. Quiere visitar a su mamá en San Cristóbal. “¿Tu mamá es chavista?”. “Toda mi familia es chavista. Todos, todos”. Un saludo a la señora Ligia.

MELANY PÉREZ

En Épale CCS, a una computadora de mi puesto. Oscar Hernández es un niño recién nacido en eso de no gustarle las fotos en comparación con mi ilustradora compañera de trabajo. Su negativa a la fotografía en su estudio se grafica del siguiente modo: ella aplastó sin miramientos sus cachetes con ambas manos, mientras explicaba que si íbamos a entrevistarla con el fotógrafo, todos tendríamos los cachetes así, de lo pequeño que es el espacio. Fue su primera entrevista y estaba “demasiado nerviosa”. Dibuja desde chiquita y su mamá fue su mayor influencia. “Ella pinta muchísimo”. Me advirtió: “Mosca con lo que escribes que esto lo lee mi mamá”. En la entrevista pretendió, hábilmente, preguntarme de los otros ilustradores. Casi lo logra. Al final colaboró con Ambrosio. “Todavía me considero aprendiz”.

FRANKLIN ALVIÁREZ

Cerca de Épale CCS. Ya no tiene acento, se vino (o lo trajeron) de San Cristóbal a los tres años. “Tengo un acento extraño, acompañado de mi fisionomía peruana, guajira, ecuatoriana, etcétera. Mis viejos y mis abuelos son del Táchira”. Como todos los que hicieron las barajitas, dibuja desde siempre. “Lo del álbum es muy interesante, desde el punto de vista simbólico y desde el punto de vista de las artes plásticas. Y fue un reto técnico, porque me tocó la parte final de Chávez. Fue complejo porque fue un momento muy triste, muy contrastado. Pensé en colores fríos, tristes, escalas de grises. Pero después pensé en acuarelas con muchos colores. Viendo muchos videos, muchas fotografías, Chávez lo manejó de una forma particular, incorporó humor, le dio la vuelta”. “¿Vas a llenar el álbum?”. “Yo espero que sí, aunque yo vivo en La Guaira y ahí no llega la revista. Hablaré con unos panas para que me lo guarden. Es un álbum más rico plástica y técnicamente. Y bueno, es un recuerdo”.

POR GUSTAVO MÉRIDA
FOTOGRAFÍAS AMBROSIO PLAZA