Si le preguntas a un guarimbero no pagado si quiere un país mejor, si se lo preguntas a un guardia nacional bolivariano, al dueño de una cadena de automercados, a un policía, a un profesional de la clase media alta, a un obrero, a una señora que ayuda a su hijo a hacer “miguelitos”, a un militante del Polo Patriótico o a uno de la Mesa de la Unidad, todos van a contestar, seguramente y sin estar mintiendo, que sí, que quieren un país mejor. Ahora, si cada uno de ellos describe cómo es ese país mejor, comienzan a establecerse diferencias significativas. Muchas pueden ser complementarias, otras pueden conciliarse con algunos cambios formales. Pero hay otras, justamente las que han generado la violencia de las últimas semanas, que son inconciliables.
Este antagonismo opera desde hace varios siglos en Venezuela. De esto se colige que la búsqueda de la paz no pasa por conciliar visiones de país. Somos profundamente democráticos, apostamos a la coexistencia de posiciones opuestas. Es inevitable que haya conflictos: eso es consustancial con las diferencias. Lo que se puede evitar son los actos violentos, los atajos antidemocráticos, el atropello y los asesinatos como expresiones del desacuerdo.
Tal vez la aceptación de las reglas establecidas en nuestra Constitución que regulan estas incompatibilidades permita que se aplaquen los hechos de violencia, pero las maneras de ver el país van a seguir siendo distintas.
La búsqueda de la paz es fundamentalmente la búsqueda de la justicia, de la libertad, de la equidad. La ausencia de estas condiciones es violencia estructural. La presencia de privilegios enraizados históricamente son una atroz forma de violencia.
Cuando hablamos de paz hoy, en Venezuela, hablamos, por razones coyunturales, de terminar con las guarimbas, con el terrorismo,los asesinatos, las escenas de destrucción. Pero también tenemos que hablar, por razones históricas y estructurales, de continuar con los programas y planes que el Presidente Chávez, por mandato del pueblo, convirtió en Plan de la Patria, testigo que asumió el presidente Nicolás Maduro obedeciendo al mismo mandato del mismo pueblo. Cada uno de los componentes de ese plan habla de paz. Porque hablan de justicia, de libertad, de equidad, de la mayor felicidad posible para la mayor cantidad de gente posible.
A muchos venezolanos no les gustan esos componentes y esa expresión de paz, por lo tanto votaron en unas elecciones, tratando de que ese plan no se llevara a cabo, pero perdieron esos comicios. La mayoría que votó a favor tiene el derecho de impulsar esos planes y defenderlos. Esas son las reglas de la paz y la democracia que consagra nuestra Constitución. Todos nos debemos a ello.
La paz social no es un estado de quietud sino de búsqueda constante. Es un estado de conflictos, de obstáculos, de logros, de retrocesos, de avances, de amenazas, de batallas que se pueden perder o ganar. La victoria final es el paso solidario que damos día a día.
02/04/14.-
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