De manera hipócrita el señor Santos exige hechos de paz desconociendo olímpicamente los 4 meses históricos de tregua unilateral determinada por las Farc desde diciembre del 2014 con resultados contundentes en la superación de la violencia política nacional. Nunca en la historia del conflicto social y político había ocurrido un hecho de tales dimensiones políticas y militares. Eso le importa un bledo a este tipo.
Se rasga las vestiduras este capitán de la oligarquía proclamando el agotamiento de su falsa paciencia aristocrática.
Paciencia?. Paciencia la que ha tenido el pueblo colombiano durante siglos y décadas con su sangriento y putrefacto régimen de poder.
Con paciencia y silencio tiene que soportar la mayoría popular el imperio de un régimen social y político antidemocrático y explotador. Régimen que utiliza el crimen, la masacre, el atropello y la mentira para mantener su dominio hegemónico.
No es un invento nuestro. La camarilla oligárquica colombiana impera con la masacre y el desplazamiento de millones de colombianos. Miles de masacres de inermes campesinos e indígenas han sido la nota permanente en las últimas décadas, después de expedida la famosa Constitución del 91, para lo cual se organizó una infraestructura paramilitar adiestrada en batallones y brigadas militares. Los paramilitares en Colombia son hechura directa de generales, coroneles, capitanes y oficiales de los aparatos armados, por supuesto, de políticos fascistas como Uribe Vélez. Miles de presos de origen militar y parapolitico lo confirman con amplias y sustentadas investigaciones judiciales.
Son esos grupos anticomunistas de terror y sangre los autores de una nueva masacre de humildes indígenas en el Norte del Cauca[1], región afectada por el dominio de una feroz oligarquía cañera y agroexportadora, que aliada con la Tercera Brigada[2] y otras compañías bélicas, han impuesto un sistema dictatorial en la zona.
Así que en plena era santista de Prosperidad social y felicidad neoliberal ha ocurrido otra masacre de indígenas. Misma que es ignorada por los grandes medios de comunicación y que no merece el más mínimo comentario de las eminencias politologicas defensoras de la democracia de papel vigente en el Estado.
En efecto, los asesinatos se dieron desde el 14 de abril del 2015, en jurisdicción de los municipios de Suárez[3] y Buenos Aires[4], según las comunidades.
Comandos paramilitares organizados por las brigadas militares han asesinado a seis indígenas en dos hechos perpetrados en zonas rurales del norte del Cauca, en la misma región donde esta semana murieron 11 militares a manos de guerrilleros de la resistencia revolucionaria campesina.
Según Héctor Fabio Dicué, dirigente indígena de la región, los crímenes se produjeron entre los municipios de Suárez y Buenos Aires.
Tres de los indígenas fueron sacados violentamente por los paramilitares de sus viviendas de la vereda Cerro Tijeras, en jurisdicción de Suárez y los otros tres en la vereda La Esperanza, de Buenos Aires.
En la zona se han registrado otros dos indígenas desaparecidos.
Entre las víctimas, que habían sido llevados por desconocidos en varios carros paramilitares, hay cinco miembros de una misma familia. El caso ocurrió en una zona aledaña donde se han dado los combates entre las Farc y el ejército. Evidentemente se trata de una retaliación oficial.
Hombres armados identificados como paras, raptaron y asesinaron con disparos en la cabeza a cinco miembros de una familia indígena.
El sitio exacto de la masacre paramilitar de la familia indígena se conoce como el resguardo Cerro Tijeras[5], una comunidad asentada en la vereda Agua Bonita, del corregimiento Los Robles, zona rural de Suárez. En las montañas de ese municipio fue asesinado cobarde y traicioneramente por Santos, en medio de diálogos y conversaciones para iniciar la paz, en 2011, el comandante guerrillero Alfonso Cano.
Según informaron las autoridades de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca, Acin[6], la masacre se cometió sistemáticamente y con sevicia en dos días y solo hasta este viernes 17 de abril fueron hallados por las autoridades indígenas, los últimos dos cadáveres en un paraje de la zona.
Las víctimas de ese fatal hecho de sangre han sido identificados fueron identificadas como los hermanos Berney y Wilson Trochez; Cristian David Trochez, Belisario Trochez Ordoñez y Mario Germán Valencia Vallejo.
Según explicaron los consejeros de Acin quienes a través de la guardia indígena llegaron a la zona, el crimen fue perpetrado en dos tandas. El martes 14 de abril a las 9:00 a. m. hombres armados se llevaron por la fuerza a los hermanos Berney y Wilson y al día siguiente (miércoles 15 de abril) los paramilitares madrugaron a las 5:30 a. m. para raptar a los tres restantes (Cristian, Belisario y Mario Germán).
Según versiones de moradores del resguardo, “personas desconocidas vestidas como militares y portando armas de largo alcance, los sacaron de manera violenta de su casa (…), quienes posteriormente fueron subidos a dos camionetas que partieron con rumbo desconocido”.
El segundo grupo de secuestrados fue el primero en ser hallado sin vida, “siendo aproximadamente las 3:30 p. m., vecinos del lugar informaron la presencia de tres cuerpos abandonados a orillas de la carretera en la vereda Guadualito. Al momento de ser encontrados los comuneros presentabas impactos de bala en la cabeza”, dice un documento de Acin.
El consejero indígena ha dicho que en la zona es muy común la presencia de grupos paramilitares, al igual que la fuerza pública que los protege.
Santos ha anunciado una ofensiva militar y estos son sus resultados.
Quiere decir que la guerra seguirá su curso por otros 100 años, ignorando lo ocurrido en la Cumbre de Panamá, en que Obama reconoció sus errores y atropellos contra Cuba revolucionaria y socialista. La oligarquía colombiana sigue en la misma guerra anticomunista de los últimos 60 años.
Estamos en una nueva era de violencia liberal y neoliberal para proteger los intereses de la plutocracia dominante.
La única manera de parar toda esta arremetida reaccionaria es con la movilización y lucha del pueblo colombiano por la paz y la justicia. En ese sentido, desde el próximo 22 de abril 2015, se realizaran huelgas, protestas y acciones populares de educadores, trabajadores de las minas de carbón, trabajadores petroleros, indígenas del Cauca, empleados estatales y otros grupos sociales, que exigen la negociación de sus derechos y la suspensión del Plan Nacional de Desarrollo cuyas medidas ahondan la crisis social del país. Que exigen la paz con democracia ampliada y justicia social.
Toda esta violencia santista, obviamente, tendrá sus consecuencias en el incremento de la resistencia campesina revolucionaria.
No más violencia liberal santista. Llegó la hora de acabar con este régimen de sangre y dolor.
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