A días de encabezar una mesa sobre las intervenciones estadounidenses en Panamá en la próxima Cumbre de los Pueblos, que se desarrollará en esa ciudad entre el 9 y el 11 de abril, Ayola afirmó que “hay sectores que quieren ponerle un manto de olvido a este tema”, y recalcó que esos sectores tienen tanto poder dentro del país que “recién el último 20 de diciembre tuvimos la presencia de un presidente en un acto que nosotros siempre hemos hecho en el jardín de paz donde estaba la mayor fosa común”. Además, la historia oficial no recoge los testimonios de la invasión, la cual no es relatada en los libros de historia que los jóvenes leen en las escuelas. Por eso, “los chicos que solo reciben la información que le dan en la escuela, que no son informados por sus padres o por su propia curiosidad, desconocen qué es lo que paso aquí el 20 de diciembre, desconocen que hubo una invasión”, recordó Ayola.
En las primeras horas de aquel día, Trinidad perdió a su esposo, el teniente Octavio Rodríguez, quien murió defendiendo el aeropuerto de Paitilla, donde desembarcaron tropas de elite para tomar las instalaciones y destruir el avión presidencial.
La zona más afectada de la ciudad fue El Chorrillo, donde funcionaba el Cuartel General de la Guardia Nacional. En ese sector vivían varios integrantes del Batallón Dignidad que, como explica Ayola, eran “batallones que se formaron con civiles que, en caso de una invasión, defenderían al país. Ellos iban a formar parte de la guerrilla urbana y eran quienes conocían mejor los huecos de la ciudad”. Por ese motivo, “los gringos quemaron muchas viviendas” y numerosas familias perdieron su casa, sus comercios y su vida durante esa acción criminal. Hasta el día de hoy, hay quienes acusan de esos incendios a los propios batallones de la Dignidad. “¿A quién le favorecía si se quemaban las casas de madera? –se pregunta Ayola-. ¡A los gringos! Lo que pasa es que la gente es muy usada para dejarse llevar por los medios de comunicación de las multinacionales, de aquellos que quieren que uno repita lo que ellos dicen”.
Tras el derrocamiento de Noriega, el panameño Guillermo Endara asumió el control del país, jurando su mandato en una base estadounidense. Ayola recuerda los cinco años de Endara en el poder como “intensos”, porque “mientras estuvo ese gobierno invasor nosotros no lo dejamos descansar y en esa lucha había cantidad de gente vestida de negro”, para recordar a las víctimas de la invasión y como parte de las “marchas negras” que comenzaron realizar para evitar que los muertos queden en el olvido.
Tras la salida del gobernante pro-yanqui las cosas siguieron difíciles, porque la actitud de los mandatarios ha sido “mirar para otro lado, ignorarnos, hacer como que no existimos y decir que los que murieron en la invasión eran norieguistas, traficantes de droga, en vez de reconocer que cayeron por defender a su país”, asegura Trinidad. El estigma de los caídos ha hecho que “muchos combatientes se sientan avergonzados de andar por las calles, al igual que muchos militares se han retraído, se han escondido porque eso es lo que un sector del país les ha hecho ver”, señala.
Sin embargo, Ayola confía que el tiempo ayudará a poner las cosas en su lugar. “La gente, en el caso de los batallones de dignidad, de los miembros de la fuerza que tomaron las armas para defender a este país no tienen que sentir vergüenza sino todo lo contrario, deben ser considerados héroes. Algún día ese reconocimiento lo van a recibir, lo van a recibir del pueblo, aunque tengan que pasar cien años”, manifiesta Trinidad.
En el marco de la lucha, la Asociación de Familiares y Amigos de Víctimas del 20 de Diciembre se encuentra exigiendo al gobierno la declaración del 20 de diciembre como “Día de duelo nacional”. En los últimos meses, Ayola ha mantenido reuniones con funcionarios del gobierno para lograr ese reconocimiento a nivel oficial, “pero entendemos que el tema de la cumbre los ha tenido muy ocupados, entonces esperamos después de la cumbre volver a retomar las negociaciones. Yo creo, yo confío que hay voluntad”.
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