Miranda nace en Venezuela hijo de un emprendedor inmigrante canario que hizo fortuna, sin que por eso pudiera evitar el rechazo de la alta clase criolla, que lo tenía por arribista y por mestizo. Esta discriminación no impidió que el joven Miranda cursara estudios universitarios en su país, pero puede haber determinado su deseo de abrirse camino en otra parte, por lo que marcha a España, con apenas 20 años, para alistarse en el Ejército, y en España perfecciona su educación: estudia inglés y francés, tanto como geografía y matemática, ingeniería militar, artillería… entre otras disciplinas que luego les serán útiles en su carrera militar. Es en ese tiempo que se convierte en un hombre de pensamiento liberal, afín a las ideas de la Ilustración y el enciclopedismo y, en consecuencia, empieza a concebir para la América española un destino independiente de su madre patria.
Después de ser admitido en el Ejército con el grado de capitán (1773), Miranda es asignado al regimiento de infantería de La Princesa que comanda Juan Manuel de Cajigal, cuya amistad le habría de resultar provechosa durante un buen tiempo. De 1773 a 1780, se ve destacado en varias guarniciones españolas y participa de acciones de guerra en África (en Marruecos y en Argelia) sin que esto le reportara ningún ascenso.
En los próximos años, viaja extensamente por Europa, para terminar en la corte de Catalina la Grande, que lo honra con el grado de coronel del Ejército ruso. Para 1791, Miranda está en Francia, donde toma parte activa como soldado de la revolución y sirve al lado de Dumouriez hasta llegar a alcanzar el título de Mariscal de Francia; pero, con la caída de los girondinos, con los cuales se identifica, es arrestado durante el reinado del Terror y se salva de la deportación o de la muerte por la caída de Robespierre.
En todo ese tiempo no ha dejado de pensar en su patria y en su independencia política, que concibe como monarquía autóctona que abarcase todas las posesiones españolas del Nuevo Mundo. No es, sin embargo, hasta 1806 que —con respaldo de británicos y norteamericanos—desembarca en Venezuela al frente de una expedición que termina en fracaso y se ve obligado a volver a Inglaterra donde, para entonces, ha residido durante varios años. En 1810, a invitación de Bolívar y Andrés Bello, regresa a América que se encuentra en franca efervescencia separatista. En su patria lo reciben con honores y lo nombran general. Al año siguiente es uno de los signatarios de la Declaración de Independencia de Venezuela y, en 1812, ante la amenaza de los realistas, asume poderes dictatoriales con el título de Generalísimo.
A pesar de sus dotes de estratega, no pudo organizar la resistencia frente al avance de las tropas realistas y terminó por capitular; una acción que provocó el enojo de Bolívar, quien lo hizo arrestar y se lo entregó a los españoles que terminaron encerrándolo en el penal ubicado en el Arsenal de la Carraca, en Cádiz, no lejos de donde había comenzado su carrera militar casi cuatro décadas antes. Y allí, en prisión, falleció cuatro años después.
Pese a este final desgraciado, no le faltó a Miranda gloria póstuma, incluido un cenotafio en el Panteón de los Próceres de su país, aunque sus restos nunca se han encontrado.
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