martes, 9 de septiembre de 2014

Guarimba, ¿segunda parte? Por: José Vicente Rangel

La lucha contra el contrabando y las perversiones propias de esa actividad delictiva ha logrado ya importantes éxitos. Ha golpeado su estructura, ha decomisado miles de toneladas de alimentos y litros de gasolina, lo cual justifica la iniciativa del presidente Maduro…
También ha servido para que el pueblo tome conciencia del peligro que representa esta actividad, y para desenmascarar a los factores políticos, económicos, empresariales, que se benefician del entramado mafioso…
 
Pero quizá lo más importante es que se comprobó la relación entre los elementos que operan en el ámbito binacional y la impunidad que los protege, y la participación de personas del sector oficial…
 
Aun cuando se presumía esta vinculación, en especial de fuerzas del orden público con el delito, causa sorpresa la complicidad de personal militar. El crecido número de efectivos castrenses implicados -por ahora 15 imputados- obliga a reflexionar sobre el tipo de educación que se imparte en los institutos castrenses. Si acaso esa educación no enfatiza suficientemente, o soslaya, el aspecto ético y moral. Porque el hecho de que oficiales jóvenes, tenientes, capitanes, aparezcan comprometidos en prácticas de contrabando -soborno, abandono del deber, complicidad en el transporte de mercancías a través de trochas construidas para burlar la vigilancia en la frontera-, obliga a una severa investigación. A una revisión de los aspectos básicos de la formación profesional del militar. Esta situación contrasta con los avances y cambios que se han operado en la Fanb…
 
Manuel Rosales sostuvo, en una reunión en Panamá con políticos venezolanos, que era necesario desenmascarar a aquellos sectores violentos de la oposición. Que había que tomar distancia de ellos, porque ya era suficiente el daño causado por acciones como la guarimba, decretadas a espaldas de la dirección opositora, colocada ante hechos cumplidos…
 
De Armando Durán: “En lugar de las cacerolas, la noche del jueves pasado solo se escuchó un silencio ominoso. ¿Será eso lo que queda de la MUD? ¿El silencio y más de lo mismo? O sea, ¿nada?” (“El cacerolazo de la MUD”, artículo publicado en El Nacional: lunes, 1-9-14)…
 
El sacudón de Maduro: Se crearon expectativas difíciles de satisfacer. Pero se trata de un intento serio y audaz para encarar la actual situación y despejar el camino. El tema es complejo, y lo abordaré en próximas columnas. Por ahora hay que reflexionar y consultar opiniones. Hay que salir del encasillamiento de los dogmas y abrirse al debate.
 
LABERINTO
 
1 Da la impresión de que una vez más sectores de la oposición marchan en sentido contrario al sentir de la colectividad nacional y de la debida atención a los problemas que el país tiene. Los mismos que se metieron en la aventura guarimbera de febrero de este año, que se prolongó por más de tres meses sembrando angustia en los venezolanos y un saldo impresionante de muertos, heridos y daños materiales, se preparan para reincidir. Seguramente lo negarán, como ya lo hicieron en los anteriores acontecimientos sobre los cuales hubo denuncias bien fundadas que, finalmente, se cumplieron.
 
2 Lo cierto es que los preparativos de la pasada guarimba fueron denunciados oportunamente. No solo porque los organismos de inteligencia del Estado los detectaron e hicieron seguimiento, sino porque los participantes se encargaron de divulgar su propósito. Hoy la situación se parece. El lenguaje empleado y las acciones que se realizan en distintos lugares del país tienen el mismo corte de hace pocos meses. Si la motivación de entonces de la oposición -o mejor, de su cúpula- fue la denuncia de un fraude en las elecciones que ganó Maduro y protestar por la presunta represión oficial, ahora se esgrime como causa la lucha contra algunas medidas para perseguir el contrabando, como el cierre de frontera y la adopción del sistema biométrico. Desde luego, en una democracia los ciudadanos tienen derecho a cuestionar medidas con las que no están de acuerdo. El derecho a la protesta cívica, pacífica, es inalienable. No así la protesta violenta que provoca víctimas humanas y agresiones a la propiedad pública y privada. La guarimba de meses atrás es un ejemplo de la protesta como instrumento desestabilizador.
 
3 ¿Es eso lo que pretende repetir la oposición violenta que a cada momento reitera su intención de sacar a Maduro de Miraflores como sea? ¿Acaso se trata de una crítica seria, ejercida en el marco del debate democrático, a las medidas anticontrabando anunciadas por el Gobierno? Por supuesto que no. El basamento de la protesta es un mensaje subversivo para provocar la ruptura del orden constitucional y un cambio de gobierno por los caminos verdes. Conviene precisar que por carecer ese sector de apoyo militar para dar un golpe y de pueblo para desencadenar una insurrección en las calles, no tiene otra alternativa que apelar al fracasado formato guarimbero. En su desesperación por las derrotas que experimenta, pretende repetir la frustrada experiencia para ver qué pesca. Para ello magnifica el malestar popular por la situación económica y se hace la ilusión de su repercusión en los cuarteles. Como siempre la desesperación es mala consejera. Si el resultado del frustrante episodio de meses atrás -Guarimba I- fue la división y el repudio popular, ¿qué le deparará la nueva intentona -Guarimba II-, si es que se atreve?  
 
LA OTRA AMENAZA
 
No solo cuenta, en la actual situación del país, la amenaza exterior. Lo que cocinan países empeñados en colaborar para la liquidación del proceso bolivariano. También la actitud de una oposición que no se comporta democráticamente. Que, al contrario, juega de manera permanente la carta de la desestabilización. Que apuesta con descaro al golpe. A la liquidación de la institucionalidad. Pero hay otra amenaza, si se quiere más letal. La que se cuela a través de los pliegues del Gobierno y también del Psuv. Amenaza con características de virus que avanza peligrosamente. Aclaro: lo que escribo no tiene que ver con las campañas aviesas de factores hostiles a la revolución. Moralmente descalificados por sus conductas pasadas en materia de corrupción, derechos humanos, eficacia administrativa. Tomo distancia de esos sectores, políticos, económicos, empresariales, porque lo mío es diferente. No pretendo erosionar al Gobierno o al partido. La mayoría de los actuales gobernantes y dirigentes partidistas está conformada por gente honesta. Por luchadores de toda la vida, con un compromiso de lealtad a los principios.
 
Me refiero a los infiltrados. A los traficantes que se mueven con audacia para escalar posiciones. Aquellos que solo se interesan por la política para enriquecerse. En realidad, la corrupción no tiene hoy la magnitud que se le atribuye, pero existe. La violación de derechos humanos, tema potenciado por medios inescrupulosos, no se asemeja a la de la IV República, pero hay casos. La eficiencia administrativa, presenta logros importantes, pero son visibles las fallas. En todo caso, para quienes pretendemos hacer crítica seria para corregir entuertos y resolver problemas, y no para tumbar el gobierno, es importante que este, y el liderazgo del Psuv, asuman una actitud positiva ante las denuncias, las procesen y reaccionen con fuerza ante los que buscan convertir en charca pestilente el limpio proceso que Chávez puso en marcha. De lo contrario, la estabilidad institucional peligrará, más que por la amenaza proveniente de los enemigos históricos, por los caballos de Troya. 

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