miércoles, 15 de mayo de 2013

“Malandr@s” verdad incómoda… pero verdad al fin


Malandr@, término generador de múltiples reacciones, la más reciente, la guerra por redes sociales hacia mi persona, por la postura sostenida el 2 de mayo en cadena nacional, en la cual levanté una bandera a la que muchos le tienen miedo: la inclusión. Y al preguntarme por qué encuentro infinitos vértices, mas el predominante es la falta de conciencia histórica reflejada cuando vemos mal al negro mal vestido, al mal oliente, en fin, “al cara ‘e culpable”.
El malandro genera incomodidad, miedo, desprecio y hasta asco, pero no nos proponemos entender el porqué de esa condición, y simplemente por inercia lo despreciamos como individuo y no como producto de una miserable construcción de poder, levantada a punta del sufrimiento y maltrato a nuestros antepasados, los cuales destrozados hasta las entrañas sobrevivieron, y sí, en definitiva, somos los hijos y nietos de esa historia, y que aún se encuentran esclavizados.
A los que no tuvieron la oportunidad de ver la transmisión en vivo, mi planteamiento se desarrolla con base en la siguiente idea: “Todos somos necesarios para la construcción de una nueva cultura y cosmovisión del país”. Lo que nos obliga a analizar cómo se desarrolla la realidad, que es multipolar, diversa e hiperconectada en infinitos destinos e intereses, por lo que me parece oportuno tomar este medio para extender la idea en esa dirección, específicamente, acerca de los desafíos que implica fortalecer el horizonte común y avanzar hacia una sociedad de paz.
En este sentido, desde la matriz planteada contrastemos la realidad global de la guerra como contraparte del objetivo de esta nueva fase en la que entra Venezuela, y preguntémonos: ¿a quién beneficia?

Guerra e intereses particulares
Para contextualizar un poco, la guerra es un conflicto funesto, generado a partir de los más diversos intereses políticos y económicos que una nación u organización tiene hacia otra, las cuales van desde el comercio de armas, medicinas, drogas ilícitas, tecnología, combustibles y recursos naturales.
¿Quiénes son los dueños de esos monopolios? ¿A quién afectaría una nueva cultura de convivencia y paz socialista? Mientras, la paz que nos trazamos construir beneficia a todos, porque permite desarrollar las potencialidades en igualdad de condiciones, orgánicamente y partiendo de la conciencia colectiva.
Por el contrario, la guerra trasnacional genera beneficios para unos pocos, quienes sin ningún escrúpulo acaban con millones de seres humanos y con la madre en común que todos tenemos, la Pachamama.
La tierra y la humanidad necesitan mucha creatividad, amor y voluntad para regenerarse, transformarse, y enfrentarse a los más oscuros y poderosos intereses. Existen todas las condiciones para desarrollar nuevos paradigmas en nuestra patria, a crear sin límites, demostrando siempre que sí se puede.
Por: Manuela Zárate
Colectivo Conopoyma

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